Pese a que en nuestro imaginario colectivo pueda asociarse a una época y un contexto social posterior, los hombres y las mujeres ya tenían tareas diferenciadas hace 7.000 años, concretamente, al inicio del Neolítico, un período vinculado al nacimiento de la agricultura y la ganadería. Y es precisamente esta división del trabajo por sexo uno de los factores que podrían marcar el inicio de la construcción de una identidad social basada en la diferenciación de género.
Así lo revela un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE, realizado por un grupo de investigadoras bajo la dirección de la arqueóloga de la Institución Milá y Fontanals de Investigación en Humanidades del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IMF-CSIC), la española Alba Masclans. Según la investigación, que perseguía averiguar cuáles habrían sido las actividades realizadas por uno y otro género, los restos funerarios ponen de manifiesto que estas comunidades consideraban ciertas actividades como un factor claramente ligado al género.
La división sexual del trabajo ya existía en Europa hace 7.000 años
— CSIC (@CSIC) April 15, 2021
El trabajo, dirigido por científicas del @imfcsic, se centra en las diferencias entre hombres y mujeres en los inicios del Neolítico.
➡️https://t.co/Vfb5VXrA3o pic.twitter.com/nhyoMGicBL
Azuelas de piedra -un tipo de herramienta que se asemeja a las hachas- y puntas de flecha, utilizadas para actividades como el descuartizado de animales, la tala de árboles, la carpintería e, incluso, como armas, son los instrumentos que componían el ajuar funerario de los hombres. Las mujeres, sin embargo, eran enterradas con herramientas relacionadas con el procesado de pieles de animal y de otras fibras orgánicas.
Estos objetos funerarios, según detalla Masclans en un comunicado, “dan una poderosa visión de las identidades sociales prehistóricas”. De este modo, los primeros grupos neolíticos reconocían y representaban diferencias en la simbología de lo masculino y lo femenino, lo cual evidencia una construcción de la identidad basada en gran medida en la diferenciación de género.
Unas 600 tumbas analizadas en Centroeuropa
Estas conclusiones han sido extraídas tras el estudio y análisis exhaustivo de un total de 621 tumbas bien preservadas, procedentes de seis de las principales necrópolis neolíticas centroeuropeas localizadas en la República Checa, Eslovaquia, Alemania, Francia y Austria. De entre todas estas tumbas, 151 pertenecían a mujeres y en 137 se hallaron hombres. Del resto, se sabe que 36 probablemente eran de mujeres y 107 están sin identificar.
Según describe el CSIC en un comunicado, la muestra del estudio la componen cerca de 300 objetos de piedra extraídos de las las más de 600 tumbas. Entre ellos, se han encontrado herramientas como azuelas, proyectiles, láminas de sílex y otros útiles macrolíticos. Estos elementos han sido
Los resultados también revelan que hombres y mujeres pudieron haber practicado distintos trabajos de manera parcial. Y es que hay indicios, como los restos de hoces hallados tanto en tumbas masculinas como femeninas, que indican que tareas como la siega de cereal habrían sido compartidas.
Más de dos géneros
Además, hay un importante grupo de hombres y mujeres que, o bien no recibieron elementos de ajuar en sus tumbas, o bien estos ajuares no tenían un componente simbólico de uno u otro sexo. "Uno de los retos a los que nos enfrentamos", subraya Masclans, "es llegar a entender quiénes eran estas personas y por qué fueron intencionalmente distinguidas del resto". Entre otras hipótesis, se ha sugerido que, o bien tenían un estatus social distinto al del resto, o bien pertenecían a categorías de géneros alternativos al binomio masculino y femenino”.
De hecho, de la misma forma que la etnografía ha documentado pueblos con más de dos géneros, “no se descarta la existencia de una construcción de género mucho más variada en el Neolítico de la que es habitual hoy en día”.
Las raíces de las desigualdades sociales, ya en el Neolítico
Una de las hipótesis que refuerza esta investigación, según destaca el CSIC, es que las las raíces de las desigualdades de género podrían encontrarse, en parte, en las implicaciones sociales que tuvieron los cambios demográficos y tecnológicos que supusieron el Neolítico, factores relacionados con la división sexual del trabajo y el género.
En este sentido, el análisis de los ajuares funerarios se ha complementado con otras investigaciones anteriores relacionadas con otros elementos como las pautas de alimentación y los patrones de movilidad de la época, que también revelan diferencias en la dieta entre hombres y mujeres, así como en su actividad física.
“Este trabajo pone sobre la mesa importantes diferencias en las manifestaciones simbólicas del trabajo entre hombres y mujeres y su relación con sus hábitos alimentarios, la gestión de la violencia interpersonal y los modos de vida exogámicos (esto es, de contraer matrimonio con individuos de otras tribus)”, destaca Masclans. No obstante, serán los futuros estudios los que permitirán profundizar en la relación entre la transición al Neolítico, la división sexual del trabajo, la construcción de género y la jerarquización social, incluyendo el patriarcado, según destaca el CSIC en la misma nota.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios