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Perfil | Pablo Iglesias, de vicepresidente a candidato: el penúltimo órdago político se juega en Madrid

Ilustración de Pablo Iglesias.
Eulogia Merle

Siete años en política son una eternidad, y ha llovido ya mucho para aquel profesor universitario con coleta que, allá por 2013, se hizo un nombre en las tertulias y montó de la nada un partido que daría el golpe de gracia al bipartidismo en España. Pablo Iglesias era por entonces una figura fresca, el líder de una fuerza emergente que dio una patada al tablero político y llegó a liderar las encuestas. Era la época de las críticas a "la casta", la apelación a la lucha de "los de abajo" contra "los de arriba" y la "máquina de guerra electoral" que hizo que, en apenas dos años, Podemos se convirtiera en tercera fuerza del país. 

Tras cuatro elecciones generales como candidato, un sorpasso fallido al PSOE que rozó con la punta de los dedos y una Vicepresidencia Segunda del Gobierno conseguida a base de no ceder a la presión de los socialistas, las cosas son hoy muy distintas para Iglesias. Su imagen ahora está mucho más erosionada e incluso dentro de Podemos admiten que su líder ya no tiene el tirón electoral de antaño. Pero, incluso así, Iglesias sigue siendo una de las principales -si no la principal- baza política de los morados. Y si algo ha demostrado es que asume los riesgos de dar giros bruscos de guion si cree que tiene algo importante que ganar.

Solo así se explica que el líder de una formación política que está en el Gobierno central, siendo vicepresidente segundo, decidiera tras solo un año en el cargo renunciar para concurrir a unas elecciones autonómicas en las que, para más inri, la derecha tiene muchas posibilidades de revalidar su victoria. Aunque, más allá de la épica, el paso que dio Iglesias para ser candidato en el 4-M vino obligado por las circunstancias: Unidas Podemos corría un serio riesgo de no superar la barrera del 5% de los votos y quedarse fuera de la Asamblea de Madrid, y sobre la actual portavoz, Isa Serra, pesaba la amenaza de una posible inhabilitación en plena campaña, lo que dejaría descabezada una eventual candidatura liderada por ella.

El paso de Iglesias supuso una inyección de moral para Unidas Podemos, que según las encuestas ya tiene asegurada la representación en la Asamblea. Los sondeos, no obstante, le dejan por detrás de Más Madrid y el PSOE, aunque los morados afirman en privado que sus trackings les muestran una subida sostenida y no descartan pelearle a Más Madrid la segunda plaza del bloque progresista.

Una campaña de ideas, no de candidato

Más allá del empujón a Unidas Podemos, la candidatura de Iglesias ha servido para comenzar a insuflar a las bases progresistas la sensación de que el partido aún no está jugado y de que la izquierda tiene posibilidades reales de disputarle la Comunidad de Madrid al tándem PP-Vox. Así, al menos, lo creen en la formación morada, donde no obstante son conscientes de que con su líder -muy desgastado entre muchos electores- no es suficiente para conseguir ese objetivo de movilizar al votante de izquierdas.

De ahí que la campaña que han diseñado Iglesias y su equipo sea mucho más ideológica que de candidato. Durante las semanas de precampaña, el líder morado ha priorizado por encima de los mítines las reuniones con colectivos sociales -sin invitar a la prensa y únicamente ofreciendo declaraciones enlatadas- y ha utilizado de forma muy profusa un formato novedoso: vídeos cortos, de no más de dos minutos, distribuidos por las redes sociales y en los que Iglesias plantea asuntos sociales en un pequeño monólogo. Lo ha hecho sobre vivienda, fiscalidad o la extrema derecha.

Buena muestra de este enfoque de campaña son los carteles electorales de Unidas Podemos: en ninguna de las tres ediciones Iglesias aparece como imagen principal, y de hecho solo en uno de ellos su cara está presente, acompañada de la del resto de los principales miembros de la lista. En su lugar, el protagonismo es para personas anónimas y edificios de barrios obreros que simbolizan la "mayoría" a la que se dirige el partido con su lema de campaña.

Iglesias, con su salida del Gobierno y su paso a la Comunidad de Madrid, ha firmado el principio del fin de su salida de la primera línea política, aunque el final de su carrera no se vislumbra a corto plazo: si la izquierda consiguiera gobernar, Iglesias aspiraría a ser consejero, y sea como fuere, seguirá liderando Unidas Podemos hasta dentro de tres años, compartiendo liderazgo de facto con la vicepresidenta Yolanda Díaz. Iglesias ha lanzado su órdago. Pero, en su caso, no puede decirse con seguridad que vaya a ser el último.

Redactor '20minutos'

Redactor de Nacional. Me hice mayor en Infolibre y llegué a 20minutos a finales de 2019. Sigo a Sumar y a Podemos y me paso la vida en el Congreso, donde también me encargo de la crónica parlamentaria. Cosecha de 1993.

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