Perfil | Rocío Monasterio: la líder que quiere lanzar a Vox para "frenar" a la izquierda

Ilustración de Rocío Monasterio.
Ilustración de Rocío Monasterio.
Eulogia Merle
Ilustración de Rocío Monasterio.

Rocío Monasterio (Madrid, 1974) es la número 1 de la lista de Vox a las elecciones del 4 de mayo. Ya ocupó esta posición en los comicios de 2019, los primeros a los que se presentó y en los que consiguió 287.667 votos que se tradujeron en una representación de 12 escaños. Tras un año y medio ocupando la portavocía de su grupo parlamentario en la Asamblea y siendo socia de investidura de PP y Cs hasta que se rompió el Gobierno, Monasterio acumula mucha más experiencia política y pretende hacerse valer el 4-M: espera mejorar los registros de Vox para ser clave en la gobernabilidad de la Comunidad hasta 2023 pero, sobre todo, quiere "frenar" a la izquierda.

Monasterio siempre se muestra muy crítica con la las formaciones progresistas y especialmente con Pablo Iglesias y Unidas Podemos. Hija de cubano de ascendencia asturiana y de madre española, su familia salió de Cuba al expropiarle sus negocios el régimen comunista. De ahí que no oculte su animadversión hacia Iglesias, hasta el punto que ha pedido la ilegalización de la formación morada

Monasterio exhibe en todas sus intervenciones públicas un carácter muy marcado que en las distancias cortas se traduce en afabilidad. Sus colaboradores más estrechos destacan de ella sus formas siempre educadas y su capacidad de liderazgo de equipos. También dicen que es perfeccionista, metódica… y trabajadora incansable. 

Arquitecta de formación, antes de llegar a la política trabajó en el sector de la construcción y en el inmobiliario y también creó su propia empresa de diseño arquitectónico e interiorismo. En los primeros compases de la legislatura surgieron varias polémicas por supuestas irregularidades en algunos proyectos y también relacionadas con la situación de su vivienda familiar en la capital. Lejos de alejarla de la primera fila, aquellas informaciones que acabaron en archivos la afianzaron como cabeza visible de Vox en Madrid, una posición que hoy nadie le discute.

Mantiene muy buena sintonía con el presidente de su partido, Santiago Abascal, porque se conocen desde hace una década. Tanto Monasterio como su marido, Iván Espinosa de los Monteros, quien ejerce la portavocía de Vox en el Congreso de los Diputados, están en la formación desde los primeros compases y tienen un hueco en el núcleo duro de la formación, junto a otros nombres como Javier Ortega Smith o Macarena Olona.

La dirección nacional del partido ha decidido implicarse con Monasterio sin fisuras: Abascal dirige personalmente su campaña electoral y le acompaña a muchos de los actos electorales. No así Espinosa de los Monteros, que anunció que no participaría en la campaña porque “se ha ganado su puesto ella sola” y no quería “robarle” ni un segundo de protagonismo. 

El matrimonio reside en la capital junto a sus cuatro hijos, para los que Monasterio siempre saca tiempo a pesar de las maratonianas jornadas de trabajo. En las entrevistas y los mítines defiende siempre que puede su papel de madre de familia numerosa. Cuando dispone de tiempo libre le gusta relajarse haciendo salidas al monte en familia y también tocar la guitarra y el piano y dibujar, según comentan desde su entorno más cercano, que también destacan su buen humor y su amabilidad. 

Por las manos de Monasterio han pasado todos los (escasos) grandes acuerdos que ha dejado el año y medio de legislatura madrileña. En el verano de 2019 negoció durante semanas con Isabel Díaz Ayuso (PP) e Ignacio Aguado (Cs) un pacto para hacer presidenta a la política popular. Fueron unas negociaciones complicadas, que terminaron con Vox apoyando el Gobierno de coalición desde afuera. Monasterio prefirió entonces no formar parte del Ejecutivo, lo que le permitió mantener una postura en la Asamblea que oscilaba dependiendo del tema a tratar: unas veces los 12 diputados de Vox sumaban con PP y Cs, pero otras se erigían en férrea oposición, como con el pin parental

También se implicó en la negociación de los presupuestos autonómicos para 2021 con PP y Cs, un proceso que se alargó durante varias semanas pero que no llegó a buen puerto por la convocatoria de elecciones adelantada. 

Respecto a la pandemia, Monasterio siempre se ha mostrado muy crítica con las restricciones de movilidad y a la hostelería. Ha pedido insistentemente que bares y restaurantes pudieran trabajar con normalidad y ha llegado a afirmar que acabará con el toque de queda inmediatamente si gana las elecciones. 

El inicio de su campaña al 4-M estuvo marcado los disturbios que se produjeron en la presentación de campaña en la 'Plaza Roja' de Vallecas, donde los políticos y simpatizantes de Vox fueron agredidos por manifestantes antifascistas contrarios a su presencia en el barrio. 

Los incidentes no hicieron que Monasterio y el resto de políticos de Vox dejaran de visitar otros puntos de la geografía madrileña. Mas al contrario, dijeron que iban a pisar “cada metro” de la región. Quizás es por ese arrojo por el que un sector de sus simpatizantes la denomina ‘La tigresa de Madrid’. La líder de Vox asegura que en todos los lugares se siente bien recibida y que le gusta pararse a charlar con todo aquel que se le acerca.

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