Salud

Cara, cuerpo, pies, manos… Cómo preparar la piel para el verano en cuatro pasos

La hidratación es indispensable en cualquier época del año.
Sora Shimazaki / Pexels

Para tener una piel sana y bonita, hay que cuidarla durante todo el año, pero para que este cuidado sea óptimo, tenemos que adaptarlo a las distintas estaciones, pues la piel va variando sus necesidades en función de la época del año en la que nos encontremos. En primavera, cuando ya empezamos a dejar más parte de nuestra piel al aire libre, toca preparar la piel para el verano, estación en la que la piel sufre especialmente debido a la exposición solar. En tan solo cuatro sencillos pasos, nuestra piel estará lista, más bonita, más sana y sufrirá menos durante el verano.

Exfoliación y limpieza en profundidad

Para terminar con los restos de polvo, suciedad, productos… y además eliminar eficazmente todas las células muertas de nuestra piel para que esta se renueve, hay que limpiar la piel en profundidad y exfoliarla. De esta manera, conseguiremos una piel más lisa, uniforme, renovada y luminosa. La exfoliación debe hacerse en todo el cuerpo, y deberemos adaptar los productos o cuidados a cada zona del cuerpo. En los pies, por ejemplo, donde más piel muerta se acumula, usaremos exfoliantes más fuertes, mientras que en el rostro, deberemos ser más cuidadosos. Hay exfoliantes específicos para cada zona e incluso caseros a base de azúcar, sal, bicarbonatado, aceites vegetales… En pieles normales, podemos hacerlo una vez a la semana, mientras que en pieles grasas podremos hacerlo dos veces y en las sensibles esperar entre 10 y 15 días.

Además, la primavera es el momento ideal para acudir a un especialista que limpie nuestra piel en profundidad para, por ejemplo, hacerlos una limpieza facial profesional en cabina o acudir al podólogo para que acabe con las durezas del invierno.

Hidratación a conciencia

Una piel sana pasa por estar hidratada siempre con un producto adaptado a las necesidades de cada piel, pero, a nivel general, así como el invierno nos pide texturas más untuosas y nutritivas, en primavera y especialmente en verano, la piel suele demandar texturas más ligeras. La excepción son los pies, que nos demandarán productos si cabe más hidratantes y nutritivos debido a que los expondremos más al aire y al sol que en invierno y tienden más a resecarse. El rostro, que es que la parte del cuerpo que más cuidados específicos necesita, debemos hidratarlo dos veces al día. Las cremas con vitamina C, por ejemplo, nos ayudarán a combatir los radicales libres. Las de los pies y el cuerpo basta con hidratarla una vez, después de la ducha, y la crema de manos debemos aplicarla cada vez que nos las lavemos o nos pongamos gel hidroalcohólico.

Además, no podemos olvidarnos de hidratarnos bien por dentro, pues cuanta más agua bebamos, más evitaremos la deshidratación que tanto daña la piel.

Alimentación antioxidante

Una dieta equilibrada y muy rica en frutas y verduras de temporada nos ayudará a ingerir la cantidad de antioxidantes necesarios para combatir los radicales libres a los que exponemos a la piel a causa del sol. Entre estos antioxidantes, los betacarotenos (que además preparan a la piel para el bronceado), la vitamina C y los licopenos son especialmente beneficiosos para la piel, sustancias que encontramos en alimentos de color anaranjado como la zanahoria, la calabaza y el albaricoque; en las verduras de hoja verde como las espinacas y el brócoli, el calabacín, el melón, los espárragos, los cítricos, las fresas, el tomate... Aunque con una dieta rica en rutas y verduras es suficiente, también existen preparados farmacéuticos a base de estos antioxidantes y otras sustancias como el colágeno que pueden ayudarnos a complementar la dieta y a cuidar la piel.

Protección solar siempre

Aunque esto están cambiado, aún tenemos la percepción de que la protección solar es solo para la playa y la piscina, cuando en realidad debemos de proteger a nuestra piel del sol desde el momento en que la exponemos a él. Por eso, incluso en invierno, especialmente si tenemos la piel clara, la crema de día que usemos para el rostro tiene que tener algún grado de protección solar. Si ya lo hacemos, con la llegada de la primera, esta protección solar debemos incrementarla (al menos hasta el 30 FPS) para evitar, ya no sólo enfermedades como el cáncer de piel, también arrugas prematuras, deshidratación, enrojecimiento y manchas. Tampoco debemos olvidarnos de otras partes del cuerpo, como el cuello, el escote e incluso las manos y los pies. Por suerte, ahora las cremas específicas para cada zona del cuerpo incluyen gamas con PFS.

Si vamos a estar expuesto al sol por un tiempo prolongado, aunque solo sea unas zonas del cuerpo, es recomendable que nos apliquemos crema cada cierto tiempo, no sólo una vez al día.

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