El empuje de Edmundo Bal y su perseverancia durante la campaña no han sido suficientes para salvar a Ciudadanos del derrumbe que todos los sondeos anunciaban para esta cita electoral. Inés Arrimadas puso en él sus esperanzas para mantener la representación del partido naranja en la Asamblea de Madrid y, posiblemente, era el único nombre de la formación que podía darle la vuelta a los negros augurios. Pero ni siquiera él ha podido evitar la debacle.
Su defensa de la moderación y su apuesta por mantener una agenda centrada en los problemas reales de los ciudadanos se han visto superadas por la lógica de bloques impuesta desde el inicio de la precampaña. "Sabemos que es un mal resultado, pero mañana nos vamos a levantar para seguir trabajando por lo mismo", sentenció Bal tras conocer los resultados, asumiendo la caída.
Pese a la desaparición del partido de la Asamblea de Madrid, nadie podrá acusar al candidato de haber llevado un perfil bajo ni de pasar de puntillas por la campaña. De hecho, Bal logra mantener intacta su imagen de profesional honesto y fiel a sus principios. Esa misma imagen que ya se ganó en su etapa de jefe penal de la Abogacía del Estado y que ahora podrá seguir trasladando desde su escaño en el Congreso.
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