¿Será el sur de Europa un nuevo Japón? La pandemia obliga a "ignorar" la deuda y a vivir "muchos años" con altos niveles

La ministra de Economía, Nadia Calviño, durante una reunión del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios, en el Parlamento Europeo, en Bruselas.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, durante una reunión del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios, en el Parlamento Europeo, en Bruselas.
Stephanie Lecocq / EFE
La ministra de Economía, Nadia Calviño, durante una reunión del Comité de Asuntos Económicos y Monetarios, en el Parlamento Europeo, en Bruselas.

La deuda pública de los países miembros de la Unión Europea empezó a dispararse con la recesión iniciada en 2008 y la pandemia ha provocado que se dispare definitivamente. El gasto para contener el virus y las ayudas públicas al sector privado han llevado la deuda a niveles desconocidos, y algunos expertos se preguntan si Europa –y, en especial, los países del sur– deberán asumir que la única vía para sostener sus finanzas el mantener la deuda disparada durante muchos años, de forma casi crónica, como le sucede, por ejemplo, a Japón. El país nipón es el más endeudado del mundo, con un 238% del PIB en 2019, pero al mismo tiempo es una referencia en lo que al Estado del Bienestar se refiere.

La UE cuenta con unas reglas fiscales (60% de deuda y 3% de déficit como máximo) que ahora están suspendidas al menos hasta 2022 y los llamamientos para las reformas de las condiciones son cada vez mayores. Y es que en los últimos diez años casi nadie ha cumplido con los porcentajes de deuda y déficit que marca el Pacto. En lo referente al equilibrio presupuestario, Alemania cumplió entre 2011 y 2019: Italia, de 2014 a 2019 y Francia lo hizo en 2017, 2018 y 2019, justo antes de esta crisis

En el caso de la deuda, solo Alemania cumplió con los límites y sólo lo hizo una vez, en 2019, cuando se quedó en un 59,7%. En el resto de países de nuestro entorno, la deuda nunca se ha situado por debajo del 60% en los últimos diez años.

Otros Estados miembros, como España o Grecia (que en 2020 alcanzó el 205,2% de deuda), no solo no han estado dentro de los márgenes sino que además han disparado sus cifras de déficit y deuda. España, por ejemplo, cerró el año pasado con una deuda de un 120% y con un déficit cercano al 11%.

Japón se ha convertido en el paradigma de cómo convivir con una deuda altísima, y en el lado contrario está Argentina, que a pesar de tener un nivel de deuda inferior a muchos países europeos (103% en 2020, por ejemplo), lleva años siendo incapaz de sostenerla. De hecho, el presidente Alberto Fernández ha tenido que negociar con el FMI una refinanciación de la misma, porque las condiciones firmadas por su predecesor, Mauricio Macri, ya no servían.

Hay que asumir los niveles disparados tras la crisis

¿Y, entonces, hay que aceptar que habrá países en Europa que vivan con niveles de deuda disparados durante los próximos años? Roy Cobby, investigador de economía digital en el King's College de Londres, Ángeles Baeza, profesora de Finanzas de la Universidad de Granada, y Rafael Pampillón, profesor en el IE Business School analizan para 20minutos el escenario que viene.

Cobby explica que el caso de Japón es "paradójico" y que ha sido capaz de mantener una deuda tan alta "por tres motivos": por un lado, comenta, "la histórica caída en tipos de interés de deuda, que son negativos al corto plazo". A eso hay que añadir también "la repercusión en el gasto público en su población envejecida" y, por último "el aumento sustancial de los impuestos". El experto recuerda que, además, su banco central se ha encargado de "imprimir dinero" mediante "compras masivas de deuda pública del mismo gobierno, deuda privada y varios tipos de pagarés".

Baeza explica, por su parte, que en Europa "desde el 2007 la deuda pública no ha parado de crecer" y llegados a este punto "lo único que podemos hacer es asumir que viviremos con niveles muy elevados durante muchos años". Japón, sin embargo, tiene a su favor una baza con la que los países de la UE no pueden contar: la deuda nipona está principalmente en manos de inversores nacionales y de su propio banco central, por lo que apenas cotiza en los mercados internacionales. 

Pampillón aclara que en el caso del sur de la UE "no pasaría nada" si la deuda pública europea no estuviera presente en los mercados. Pero el economista avisa de un problema que ahora mismo existe en la Unión: "Hay un agravio comparativo entre los países del norte, más estrictos, y los del sur, que no lo son tanto", por lo que queda la duda de si "Alemania, por ejemplo, seguirá asumiendo sin problema para el futuro que España o Italia tengan niveles elevadísimos", algo que ya sucede. Pampillón sentencia que las cifras altas de deuda "son preocupantes en tanto en cuanto no todos los países [de la UE] tenemos la misma".

"El problema vendrá cuando los tipos de interés vuelvan a subir"

En todo caso, la situación actual es "cómoda", tal como cuenta Baeza, porque "los tipos de interés son muy bajos, sostenidos artificialmente" por la UE. "El problema vendrá cuando esos tipos de interés comiencen a subir y haya que financiar niveles de deuda tan altos a un coste mayor", avisa.

Baeza ve una de las claves para "sostener" ese nivel de deuda en que se hagan "reformas para que el PIB vaya creciendo, la recaudación del Estado se incremente vía impuestos y el déficit público anual se vaya reduciendo". Para lograr eso, añade, "el plan de recuperación tiene que enfocarse hacia proyectos que creen valor" y desemboquen "en el crecimiento de la economía".

Para Cobby, "la acción del BCE y de los gobiernos europeos al ignorar el problema de deuda ha sido lógica: reducir el gasto público tras una pandemia y una crisis sin precedentes supondría un suicidio económico". En todo caso, añade, coincidiendo con Baeza, que "la lección japonesa, en resumen, es que los países desarrollados pueden acumular más deuda de la esperada" siempre y cuando "las tasas de interés permanezcan a la baja". 

Eso sí, el analista lanza un aviso: "Ante los múltiples desafíos que nos enfrentamos, sería una imprudencia no complementar la acción monetaria del Banco Central Europeo con una política fiscal común al nivel de las necesidades de los europeos".

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