La triste vida de la chica de fuego
- Llega a España la adaptación al cine de 'Los hombres que no amaban a las mujeres', la primera entrega de 'Millennium'.
- Algunos secretos de la película y de su personaje protagonista.
- ENTREVISTA: Noomi Rapace, en el papel de Lisbeth Salandaer.
Es la novela de moda. Monopoliza charlas de cafeterías, viaja en transporte público en manos de miles de pasajeros y, ahora, apunta a fenómeno cinematográfico. Hablamos de Millennium, la trilogía del sueco Stieg Larsson cuya primera entrega, Los hombres que no amaban a las mujeres,, llega este viernes a las pantallas españolas.
Aunque empresarios corruptos, nazis adinerados y periodistas intrépidos desfilan por sus páginas, la protagonista de novela y película es Lisbeth Salander. No es muy guapa. Es asocial y víctima de oscuros traumas. Pero Lisbeth, la chica de los tatuajes indescifrables y el pasado lúgubre, es una de las heroínas del siglo XXI.
Vengativa pero tierna, fría pero de honda y compleja sexualidad, Lisbeth se ha convertido en modelo para una generación de féminas.
Un lobo con piel de cordero que combate la violencia con violencia. Se acabó el sexo débil: a todo cerdo le llega su San Martín, y Lisbeth sabe mucho de cerdos. Sus conocimientos informáticos y sus pocos escrúpulos la convierten en un enemigo temible.
Una familia compleja
Aunque a estas alturas la historia es conocida por todos ("¿Cómo, que todavía no la has leído?"), no está de más recordar la trama principal. Un anciano hombre de negocios recibe flores cada doce meses: le recuerdan el cumpleaños de su sobrina, Harriet, desaparecida en 1966. Próximo a morir, el empresario recurre a un periodista, Mikael Blomkvist, para aclarar lo ocurrido.
A punto de entrar en prisión por un escándalo, Blomkvist entra en contacto con una misteriosa veinteañera. Es Lisbeth Salander. Imprescindible para resolver el caso y darle sentido a la historia.
Lisbeth no es una heroína corriente. Carece de la fragilidad de la Clarice Starling de El silencio de los corderos o de la fe de Juana de Arco. Ella es su único dios. Su principal motivación, la venganza.
Por fortuna, la película se puso en marcha antes de que la novela fuese un éxito. Eso permitió una producción más modesta, con famosos actores suecos pero pretensiones concisas: respetar al máximo el libro. Ahí radica su mayor virtud y defecto: corrección gélida y fidelidad escrupulosa.
Los fanáticos de Larsson apenas encontrarán novedades, y quizá los recién llegados encuentren la historia algo vista. Adiós al debate sobre ética periodística, el repulsivo pasado nazi de muchos suecos o el choque entre la compulsiva sexualidad de Blomkvist y el extraño amor que profesa Lisbeth. Las dos horas y media de Los hombres que no amaban a las mujeres destilan aroma a thriller estadounidense.
El material para las dos siguientes entregas, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire, está rodado. Se prevé que, para recuperar tramas y personajes que quedarán fuera de las películas, lo filmado se reúna en una serie televisiva. El primer plato está ya en los cines. Y el punto final a la historia, en las librerías a partir del 18 de junio.
Un triunfo póstumo
Sí, fue un periodista exitoso que fundó prestigiosas revistas, pero Stieg Larsson no vio publicar sus novelas. Un ataque al corazón, a los cincuenta años, lo impidió. Larsson, que dedicó parte de sus últimos meses a la trilogía, pensaba comprarse una casa y ayudar a las maltratadas con los beneficios. ¿Qué de dónde surge Lisbeth? Según él mismo, de fantasear sobre cómo sería Pipi Calzaslargas de adulta.
ACTORES Y PERSONAJES
El difícil salto de la imprenta al celuloide