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Relator, mesa bilateral, pacto con ERC y ahora, los indultos: Sánchez cumple tres años rodeado de polémicas por Cataluña

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
EFE

"Se considera investido de la confianza de la Cámara don Pedro Sánchez Pérez-Castejón". Con esas palabras, la entonces presidenta del Congreso, Ana Pastor, anunciaba el triunfo de la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy de la Moncloa. Fue hace tres años, el 1 de junio de 2018, y significó la vuelta del PSOE al Ejecutivo tras una larga travesía en el desierto, un triunfo que, posteriormente, se ratificó en dos elecciones generales en 2019.

La llegada de Sánchez al Gobierno posicionó de golpe al PSOE como la primera fuerza política de España, y esa situación se ha mantenido hasta hace unas pocas semanas, cuando las encuestas han sugerido la posibilidad de una mayoría alternativa en torno al PP. A esa posibilidad, que se esboza por primera vez en tres años, se le suma que en las próximas semanas está previsto que el presidente tome una de las decisiones más arriesgadas de su carrera: el indulto a los políticos catalanes condenados por el procés. 

Junto a todo ello, Sánchez tiene pendiente la renovación de su Gobierno, que lleva meses barruntándose pero que aún no se ha concretado. El presidente es consciente de que necesita un nuevo impulso para afrontar los dos próximos años de legislatura y paliar el desgaste que le ha supuesto al Ejecutivo la pandemia. 

Y diferentes voces en el PSOE también consideran que es necesaria esta remodelación en un momento en el que la derecha va a redoblar su belicosidad por las buenas perspectivas electorales, ya que en el partido se considera que algunos de los actuales ministros no tienen el suficiente perfil político para combatir las críticas de la oposición.

La crisis territorial de Cataluña es en buena parte causante de esta situación, y de hecho lleva siendo protagonista del panorama político español desde hace años, incluida la presidencia de Sánchez. 

De hecho, una de las primeras grandes polémicas del dirigente como presidente se produjo en diciembre de 2018, cuando las apelaciones al diálogo se materializaron en una reunión de Sánchez con el entonces president de la Generalitat, Quim Torra, que dos meses después condujo a una enorme polémica por el hecho de que el Gobierno hubiera aceptado la figura de un "relator" para que estuviera presente en una mesa de diálogo para resolver la crisis.

De hecho, lo que dio al traste con el primer Gobierno de Sánchez fue la crisis catalana, aunque no directamente, sino a través la negativa de ERC a apoyar los Presupuestos Generales del Estado, que el Ejecutivo socialista había negociado previamente con Unidas Podemos. 

Los republicanos, junto a Junts, decidieron votar en contra del proyecto de cuentas para 2019 porque el Gobierno se negó a negociar sobre el derecho a la autodeterminación. Y eso condujo a Sánchez a convocar las elecciones de abril de ese año. 

Las dos victorias de 2019

En esos comicios, el PSOE certificó su buen estado de forma ganando holgadamente y dejando segundo a un PP que conseguía el peor resultado de su historia con 66 diputados, solo nueve por delante de Cs. Pero Sánchez, que tenía dos opciones claras para formar Gobierno, no fue capaz de hacerlo: Albert Rivera rechazó cualquier acercamiento a los socialistas, con quienes hubiera formado una clara mayoría absoluta, mientras el Unidas Podemos de Pablo Iglesias se negó a otorgar sus votos a Sánchez para que gobernara en solitario y exigió un Gobierno de coalición.

Los meses de negociación con los morados fueron un constante tira y afloja, en el que incluso Iglesias aceptó el veto de Sánchez a su presencia en el Ejecutivo para forzar al PSOE a poner en marcha las conversaciones. 

Pero, finalmente, el presidente no llegó a un acuerdo con los morados y prefirió ir a unas elecciones, las de noviembre, antes de las que dijo que "no dormiría por la noche" si Unidas Podemos estuviera en el Gobierno.

Sánchez tuvo que solucionar a la carrera estos problemas de insomnio y acordar una coalición con Iglesias tras los comicios, ya que el peso de los bloques fue similar al obtenido en abril y Unidas Podemos no se hundió. 

Aunque en el lado derecho del espectro político las nuevas elecciones sí arrojaron una gran novedad: el desplome de Cs y el ascenso de Vox, que se convirtió en tercera fuerza política a lomos de otro de los grandes hitos en el complicado procés catalán: la condena a prisión e inhabilitación de sus principales impulsores.

Cataluña, de nuevo, condicionaba todo el panorama político nacional, y lo mismo ocurrió con la formación del Gobierno, ya que la investidura de Sánchez fue facilitada por ERC después de que el PSOE aceptase poner en marcha una mesa de diálogo cuyas conclusiones serán ratificadas en su momento en un referéndum -no de autodeterminación- en la comunidad. Esa mesa, no obstante, solo se ha reunido una vez, en febrero de 2020, y aunque sigue en pie -y ERC quiere que Oriol Junqueras participe en ella-, se ha visto aplazada sine die por la pandemia.

La pandemia y los Presupuestos

Y es que, si algo ha marcado los tres años de Gobierno de Sánchez además de Cataluña, eso ha sido la gestión de la Covid-19, que sorprendió al Ejecutivo apenas dos meses después de formarse. La recién formada coalición con Unidas Podemos, cuando apenas estaba echando a andar, tuvo que enfrentarse a la puesta en marcha de medidas de emergencia como los ERTE o el confinamiento duro, y Sánchez abordó junto al resto de presidentes europeos la negociación para la puesta en marcha de los fondos de recuperación de la UE.

No obstante, durante la pandemia el Gobierno también consiguió aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2021, unas cuentas que salieron adelante con el apoyo de ERC y EH Bildu, pese al intento del PSOE de acercarse a Cs. Y, a pesar de los choques, encontronazos y críticas, los republicanos y el resto de pequeñas formaciones progresistas y nacionalistas del Congreso se han solidificado como la mayoría que sustenta a Sánchez en la Moncloa y aprueba sus iniciativas.

Así las cosas, y con una mayoría más o menos clara en el Congreso, el Gobierno confía en que la situación económica comience a remontar en la segunda mitad de la legislatura, con la vacunación y el comienzo de la llegada de los fondos europeos como pilares de esa recuperación. 

El Ejecutivo está ávido de buenas noticias, porque los indultos, desde luego, no parece que vayan a granjearle muchas simpatías: un 67% del electorado está en contra de que se produzcan, incluida la mayoría de votantes del PSOE. Pero Sánchez parece decidido a "asumir el coste" de la medida de gracia, como planteó hace unos días el número tres de los socialistas, José Luis Ábalos.

Para lo que no hay fecha fijada es para la puesta en marcha de una crisis de Gobierno que, no obstante, lleva en el horizonte. Cuando más fuerza cobró esta posibilidad fue en el momento en el que Pablo Iglesias anunció su salida del Ejecutivo para concurrir como candidato de Unidas Podemos a las elecciones del 4 de mayo. 

Pero, finalmente, Sánchez decidió hacer una remodelación mínima de su Consejo de Ministros, que tampoco cambió cuando decidió presentar al titular de Sanidad, Salvador Illa, a las elecciones catalanas por el PSC. No obstante, hay tiempo de cara al futuro: al presidente, si no hay adelanto electoral, le quedan dos años y medio de legislatura por delante. Y, como estos tres años, no promete ser un periodo tranquilo.

Redactor '20minutos'

Redactor de Nacional. Me hice mayor en Infolibre y llegué a 20minutos a finales de 2019. Sigo a Sumar y a Podemos y me paso la vida en el Congreso, donde también me encargo de la crónica parlamentaria. Cosecha de 1993.

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