Los contagios se disparan pero las muertes están en mínimos: la incidencia ya no señala la situación de la pandemia

Varias personas pasean con y sin mascarilla, en el centro de Madrid.
Varias personas pasean con y sin mascarilla, en el centro de Madrid.
EFE/David Fernández
Varias personas pasean con y sin mascarilla, en el centro de Madrid.

Durante meses, hemos estado pendientes de varias curvas, consecuencia unas de otras: la de la incidencia acumulada (IA) que indicaba los casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes calculada a 14 y a 7 días y la ocupación de hospitales, UCIs y, en último casos, fallecimientos. Era la lamentable lógica del coronavirus: una persona primero se contagiaba, pasados unos días podía empeorar e ingresar en un hospital y en la UCI si se complicaba aún más. El peor desenlace podía llegar semanas o meses después con el deceso.

Sin embargo, esta progresión parece haberse frenado en seco en las últimas semanas. Después de meses con los hospitales vaciándose y los fallecimientos bajo mínimos gracias al avance de la vacunación de la población de más edad y más vulnerable, en los últimos días la IA ha vuelto a subir. Son saltos diarios que empezaron con uno o dos puntos de diferencia, pasaron a cinco y cerramos la semana con incrementos de más de diez puntos diarios. El viernes, a IA a 14 días escalaba a 152 casos por 100.000 habitantes.

El motivo es que la incidencia del virus se ha disparado entre los jóvenes. Este viernes, la IA entre los jóvenes de 20 a 29 años se situaba en 449. En el otro extremo, había 50 casos por cada 100.000 personas de entre 60 y 69 años; 20 de entre 70 a 79 años y 26,5 entre los mayores de 80. La positividad de las pruebas ha crecido hasta llegar casi al 6%, pero la tasa de letalidad sigue en el 2,1% y este jueves se notificó la tasa más baja de fallecidos desde hace un año: ocho personas.

El estallido de los casos entre la población más joven empezó a medida que fueron terminando el curso y se celebraron exámenes como la EVAU y tiene su imagen más clara en el macrobrote de Mallorca, que se declaró el 21 de junio. Más de 10 días después, sin embargo, la subida de la incidencia sigue sin reflejarse en más ingresos o más evoluciones de gravedad, lo que hace que surja el interrogante de si la incidencia sigue siendo el mejor indicador para medir la pandemia.

Nueva interpretación de la IA

El Ministerio de Sanidad cree que sí, pero también apunta a la sima abierta entre la IA y los ingresos hospitalarios o en UCI. El director del CCAES, Fernando Simón, ha sido uno de los expertos que más ha analizado la IA desde que empezó la pandemia y sigue apostando por ella como el indicador clave para conocer sus derroteros. Lo hace porque una cosa es cómo evoluciona y otra, qué efecto tiene sobre el sistema sanitario, un aspecto que cree "egoísta", del mundo desarrollado.

"Tenemos que entender que la pandemia no es un problema de que el sistema sanitario colapse, una pandemia no es únicamente el sistema sanitario", dijo el lunes pasado, cuando también advirtió de que la incidencia en los hospitales podría aumentar, aunque de momento no lo haya hecho. Aunque consideró que la tasa de hospitalización o de UCIs son "muy importantes", apostó por no abandonar la IA.

No se ha abandonado, pero sí se ha modificado su interpretación, en esta caso con la publicación de la IA por grupos de edad, que muestra que está disparada entre los más jóvenes y que disminuye a medida que avanza la vacunación y hasta mínimos entre los más mayores.

Dos días después, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, corroboró que "el incremento en el número de contagios hasta el momento no se está traduciendo en un impacto en la presión hospitalaria" y apostó por "empezar a ver con mayor detalle" este aspecto o, en concreto, la situación de las UCI. El viernes, solo el 1,99% de las camas de hospital estaban ocupadas por enfermos de Covid y el 6,39% de las de cuidados intensivos.

"Desde el punto de vista epidemiológico, a nosotros nos interesa el dato bruto de la IA pero también la interpretación que tiene en diferentes momentos en el tiempo. No era lo mismo en abril de 2020, en verano, en diciembre y no lo es ahora", explica el epidemiólogo Javier del Águila. En efecto, en los primeros meses de la pandemia, cuando solo había PCR para quienes llevaban al hospital, hubo una "subestimación" de los casos, porque no se conocían, recuerda el exjefe del Servicio de Epidemiologia de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, Joan Caylà. Entonces, la medición de la gravedad de la pandemia fue por el número de fallecidos, con un exceso de mortalidad "impresionante", señala, en alusión a 46.000 muertos más de lo que hubiera sido normal.

A medida que las PCR estuvieron disponibles, la IA fue el inicio de la serie lógica que continuaba con ingresos, UCIs y muertes que se ha roto ahora, gracias a que la vacunación ha protegido a la población más propensa a enfermar por coronavirus de gravedad.

Según Del Águila, lo que hay que valorar ahora es que ya no funciona la "norma de oro" de que cuanta más incidencia, mayor reflejo había en los hospitales. La  subida "es a expensas de las personas más jóvenes", que no cree que se traduzca en mayor presión en los hospitales, al margen de casos aislados y minoritarios. 

"Es una interpretación ahora un poco más compleja y toca lidiar con otros factores como la percepción social" de los jóvenes, que considera que "ya se vieron atacados el verano pasado" y que no cree que sea de recibo que tengan que dejar de comportarse como lo que son, jóvenes y adolescentes.

Comunidades piden cambios

También entre los gobierno autonómicos se empieza a considerar que los indicadores que determinan en qué escenario de riesgo -del 1 al 4, extremo- está cada comunidad empiezan a no guardar relación con la realidad. 

Así, hay comunidades que esperan revisar el listado de los ocho indicadores que determinan el color del llamado "semáforo" y que marcan las restricciones que deberían tomarse en cada caso. Entre ellas figuran algunas que quizá han dejado de tener sentido, como la IA de los mayores de 65 años o la ocupación de hospitales que, si continúa la tendencia, seguirá sin tener relación con la incidencia.

Identificar conactos

La disociación que vemos actualmente entre la IA y la gravedad de la pandemia -porque no se traduce en ingresos o muertes- podría ser el escenario que recientemente dibujaron las autoridades de Singapur, uno de los países que primero atajó la Covid pero donde reconocen que "nunca se irá" y que la población deberá convivir con él como un virus endémico. A pesar de ello, Caylà también cree necesario mantenerla porque, permite tener la "serie histórica" desde el inicio de la pandemia, aunque pide prestar más atención a otros aspectos que han sido polémicos en el macrobrote de Mallorca: cómo se produce el contagio, si los contactos de negativos guardan cuarentena y cuántos contactos de positivos son capaces de identificar las comunidades.

"Es muy importante saber dónde se contagia la gente", para tomar medidas concretas en los lugares con más riesgo, dice Caylà, para quien "el otro gran tema es el "estudio de los contactos, si son convivientes o no conviventes". El trazado es algo que siguen haciendo las comunidades, con un éxito desigual. Según los datos que envían al Ministerio de Sanidad, en la última semana de junio el 82% de los casos en Cataluña eran contactos de otros positivos, en Canarias lo eran el 79% y en Cantabria, el 78%. Por debajo de la tabla se situaron Andalucía (22,5%), País Vasco (47%) y Melilla (40%).

"Deberíamos saber el número de contactos detectados y ver cuántos son estrechos y de estos ver cuántos son casos secundarios que tienen que hacer cuarentenas", insiste Caylà.

Clara Pinar
Redactora '20minutos'

Actualmente cubro la información relacionada con energía, transición ecológica y transportes. Antes, también en 20 Minutos, me encargué de la cobertura sobre la crisis sanitaria por Covid y, previamente, de la información relacionada con Presidencia del Gobierno. Antes trabajé en la revista Tiempo y, en Bruselas, en las agencias Europa Press y Notimex y fui colaboradora de el periódico Levante-EMV, entre otros medios. Soy licenciada en Ciencias de la Información y postgrado en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense. En 2021 terminé un Máster sobre Museología y Gestión de Museos de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).

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