De 'Bonanza' a Gerónimo: vida y muerte de Osama Bin Laden, el enemigo público número uno de Occidente

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Osama Bin Laden. 
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Han tardado diez minutos en llegar hasta el tercer piso donde se encuentra. Ha escuchado los helicópteros, los gritos, los disparos. En la habitación donde se encuentra con su quinta esposa hay un Ak-47 y una pistola de fabricación rusa, pero decide no tomarlas. Los SEAL irrumpen en la estancia. Tiene apoyadas las manos sobre el hombro de su mujer. Todo es muy rápido. Dos tiros veloces. Según contaría el hombre que apretó el gatillo, el operador ya retirado Robert O´Neill, "su cabeza se abrió". En la radio resuena un mensaje: "Gerónimo, E-KIA (enemy kill in action, enemigo muerto en acción). Es el 2 de mayo de 2011 y Osama Bin Laden, el enemigo público número 1 de Occidente acaba de ser ejecutado tras casi diez años de cacería.

<span>Vecinos de Abbottabad (Pakistán) observan la demolición de la casa donde Osama Bin Laden fue encontrado y asesinado por el ejército estadounidense. </span>
Vecinos de Abbottabad (Pakistán) observan la demolición de la casa donde Osama Bin Laden fue encontrado y asesinado por el ejército estadounidense.
GTRES

Seguro que muchos años antes, aquel niño saudí, de madre siria y padre yemení, nacido en Riad en 1957, el decimoséptimo de los 54 hijos del gran magnante de la construcción saudí Mohammed Bin Laden, no podría imaginarse cuál iba a ser su final mientras veía sus series western favoritas en la televisión de su casa en Yedda, donde creció, Bonanza y Fury, como recogen tanto Lawrence Wright y Peter Bergen en sus imprescindibles libros La torre elevada y Osama de cerca.

Quizá poco después sí podría imaginárselo. En torno a la adolescencia, Osama, que ya era creyente, hijo de un hombre de fe fanática e íntimo amigo de la familia real, parece encontrar la llama de su causa. Algunas fuentes hablan de un profesor de gimnasia miembro de los Hermanos Musulmanes. Desde entonces dejará de llevar ropas occidentales y de ver programas de televisión de EE UU. Dicen que lloraba ante la televisión al ver noticias sobre el gran trauma del mundo árabe: la situación de Palestina.

Cuando solo tiene unos 10 años, su padre fallece en un accidente de aviación. Osama, al contrario que algunos de sus parientes, no elegirá vivir una vida de lujos, universidades internacionales y viajes por el mundo. Estudiará Económicas en la universidad de su ciudad, donde seguirá profundizando en su visión islamista radical. Después, comenzará a trabajar en la empresa familiar, de manera afanosa, tratando de emular a su idolatrado, aunque lejano, progenitor, un migrante yemení, casi iletrado, que logró construir una de las mayores empresas y fortunas del país.

Osama bin Laden
Osama bin Laden
Wikimedia Commons

En 1979, el mundo vive transformaciones profundas que afectan a Bin Laden y su conciencia: el acuerdo de paz entre Egipto e Israel, la revolución islámica de Irán y la invasión soviética de Afganistán convencen a un Osama de 22 años de que hay que dar un paso más. Dejará su carrera laboral y abrazará la yihad en el país centroasiático que marcará toda su vida posterior.

Opinaba que si hay buenos búnkeres, habrá buena yihad

Su labor en Afganistán, al principio, será la de donante, la de financiador y constructor de bases. Alto, bien parecido y de carácter tranquilo y amable, según algunos, un periodista árabe que cubrió aquel conflicto trazó un perfil "como empresario" de él: "Calculaba hasta el último detalle (...). Era de lo más organizado (...). Llevó maquinaria pesada para construir búnkeres y carreteras que ayudaran a los muyahidines, porque opinaba que si hay buenos búnkeres, habrá buena yihad".

Más tardé formará una legión de combatientes árabes proafganos y llegará a luchar contra los soviéticos sobre el terreno, logrando éxitos más propagandísticos que militares. Aquella experiencia le dará confianza en sus planes futuros, porque, en su visión, unos pocos hombres de fe armados habían logrado derrotar a una superpotencia.

Un año antes de la victoria afgana sobre la URRS, en 1988, Osama junto a otros veteranos árabes de la guerra fundan Al Qaeda, la base. Una organización que mezcla elementos del wahabismo más radical -la ilusión de unir a todo el mundo musulmán bajo la sharía y combatir a los infieles- y conservador -"¡Mujeres de mi estirpe! No uséis jamás cosméticos ni imitéis a las rameras y marimachos de Occidente", escribiría- y elementos revolucionarios y anticolonialistas. Se preparaban para hacer la guerra global.

Dick Cheney con el ministro de Defensa saudí durante la Guerra del Golfo
Dick Cheney con el ministro de Defensa saudí durante la Guerra del Golfo
DEPARTAMENTO DE DEFENSA DE EE UU

Poco después, con la Primera Guerra del Golfo, Osama rompe lazos con su propio país. Arabia Saudí se convierte en aliado de los EE UU y Occidente contra el Irak de Sadam Hussein -a quien también despreciaba- y permite el despliegue de sus tropas en su territorio. Ver a soldados estadounidenses en el mismo suelo de los lugares santos del Islam es demasiado para el líder de Al Qaeda. Su frontal oposición a la familia real, a la que tanto sirvió su padre y la que le sirvió para enriquecerse, provoca que sea desterrado y se le quite la ciudadanía. Marchará a Sudán durante cinco años, pero las presiones de EE UU y el reino saudita provocarán que en 1996 se instale con su familia -llegó a tener cuatro esposas y trece hijos- en Afganistán, hospedado y protegido por su gran aliado, el líder talibán, el mulá Omar.

Desde allí, Bin Laden y sus seguidores planificarán una yihad total contra EE UU y Occidente. Su radicalismo y crueldad se irán afilando. Aunque al principio descartan matar a civiles estadounidenses -con los judíos era diferente- pronto afirmarán que es lícito aniquilar a cualquier infiel. En una entrevista de 2002, tras el 11-S, Bin Laden aseguró que le resultaba "realmente extraño" que se hablara de la muerte de "civiles inocentes": "Nosotros matamos a infieles civiles para compensar a los niños de entre los nuestros a los que ellos matan. Se trata de algo permisible desde un punto de vista tanto legal como intelectual".

A pesar de llevar una vida humilde y de privaciones, sin ningún lujo, Osama Bin Laden tiene algo que lo conecta con la cultura estadounidense del márketing y la publicidad. Su visión de grandeza y su necesidad de pregonarlo. En Afganistán fue consciente de que un pequeño éxito militar de sus centenares de voluntarios árabes acaparaba más atención que las grandes victorias de los afganos. Era muy consciente del poder mediático. En una carta entre dos íntimos colaboradores suyos de Al Qaeda, en 1999, uno comentaba: "Creo que nuestro hermano ha contraído la enfermedad de las pantallas, los flashes, los fans y el aplauso".

¿Cerebro o cara visible?

Y es cierto que mucho se ha discutido si Osama Bin Laden era realmente el gran líder y cerebro de Al Qaeda y sus planes terroristas o la cara visible, el líder carismático, de la compleja y entramada estructura de terrorismo islamista.

Bin Laden ya era el enemigo público número 1 de EE UU antes del 11-S gracias a los brutales atentados contras las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia y el ataque contra el crucero US Cole en Adén, al que Osama dedicó un poema de su propio puño y letra. Ya en tiempos de Bill Clinton, la maquinaria policial y de inteligencia de EE UU ponía cerco a Al Qaeda y, de hecho, estuvieron a punto de detener el 11-S.

Desde el 11 de septiembre de 2001, Bin Laden se convierte en el terrorista global por antonomasia y en el creador de las peores pesadillas de Occidente. Llegaría a asegurar que con sus objetivos, el Pentágono y las Torres Gemelas, buscaban "destruir la mayor potencia militar del mundo" y "la mayor potencia económica".

Fue el gran y macabro triunfo de Bin Laden y el gran paso hacia el tan anhelado martirio. En un testamento publicado en 2002 en una revista, Bin Laden escribe "Alá es testigo de que el amor por la yihad y la muerte por la causa de Alá han dominado mi vida". Incluso algunos de sus colaboradores y aliados creyeron que aquellos atentados tan titánicos eran un error porque no soportarían la respuesta de EE UU. En pocas semanas, el Afganistán de los talibanes es barrido por EE UU -por un lapso de apenas veinte años como acabamos de asistir- y Bin Laden, tras ser cercado en las montañas de Tora Bora, escapa de Afganistán.

Poco se sabe del paradero del saudí en los años posteriores. EE UU ofrecía 50 millones de dólares de recompensa por su cabeza. El mundo ardía por los efectos del 11-S y Al Qaeda se iría diluyendo poco a poco, a pesar de aún lograr algunos terribles atentados.

Lo que sí es seguro es que sus últimos años de vida los pasó en la ciudad paquistaní de Abbottabad, en una gran casa donde vivía enclaustrado con su familia y unos pocos seguidores. Sin internet, la información que se recabó en los discos duros y material que sacaron los SEAL en la operación de su muerte y que se han emitido en un documental de National Geographic se muestra una vida austera y familiar. Quemaban la ropa vieja. Veía Barrio Sésamo con sus nietos. Había porno -pero se cree que no para consumo personal, sino porque la organización colocaba mensajes cifrados en ellos-.

Una vida familiar en la que quizá recordara otro fragmento de su testamento de 2002: "En cuanto a mis hijos, perdonadme que os haya dedicado solo un poco de mi tiempo desde que respondí a la llamada de la yihad. He escogido un camino plagado de peligros y por eso he padecido privaciones, amarguras, dobleces y traiciones. Os aconsejo no trabajar con Al Qaeda".

Frente a lo que algunos pensaban, Osama sigue en contacto con sus seguidores y algunos mensajes le muestran preocupado por la seguridad de los suyos en el exterior. Precisamente ese contacto será su sentencia de muerte. La CIA localizará al mensajero que le trae las comunicaciones a su casa y pondrá una diana en Abbottabad. Barack Obama, el idealista presidente que pretendía acabar con la Guerra contra el Terror, se apuntará el tanto de su muerte en un momento de necesidad política. EE UU, para acabar con su mayor enemigo, había puesto en el altar del sacrificio todo su poder material, económico, tecnológico, militar y moral.

En esa especie de atracción entre Bin Laden y EE UU, alguien en Washington decidió ponerle el nombre en clave de Gerónimo, el conocido guerrero apache de nombre hispano que puso en jaque a las fuerzas estadounidenses en el siglo XIX. Una denominación llena de posibles connotaciones por ambos lados, plagada de imágenes para aquel niño que veía Bonanza y cuya única gran afición fue montar a caballo. Un aparente y descomunal error cultural y propagandístico. Pero el líder apache se entregó al general Crooke en 1886. "Una vez fui como el viento. Ahora me entrego ante ti, y eso es todo", dicen que afirmó.

Osama Bin Laden, a caballo. Fotograma del documental Bin Laden Dynasty of Terror (2017)
Osama Bin Laden, a caballo. Fotograma del documental Bin Laden Dynasty of Terror (2017)
Bin Laden Dynasty of Terror (2017)

Bin Laden no se entregó. Con la cabeza destrozada, su cuerpo fue sacado en helicóptero y trasladado al portaaviones USS Carl Vinson donde según la administración se le ofició un funeral con el rito islámico y se le arrojó al mar.

Portadista y Redactor '20minutos'

Soy periodista en 20minutos y escritor. Además de mi trabajo en la sección de Última Hora, en este periódico llevo también el blog de narrativas históricas XX Siglos, por el que resulté merecedor del galardón honorífico de los X premios de Literatura Histórica Hislibris (2020). Soy jurado del premio de novela histórica Ciudad de Úbeda desde 2016. He publicado dos novelas: 'El contratista' (Roca Editorial) y 'Los últimos días del imperio celeste' (Roca Editorial).

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