Alemania, contra su pasado: el país afronta hoy unas elecciones inciertas y se prepara para la era pos-Merkel

  • La CDU y el SPD llegan apretados a los comicios, pero la llave del Gobierno la tendrán los Verdes y los liberales.
  • La pandemia, la economía o el clima han marcado una campaña electoral que se ha hecho larga para los candidatos.
  • La sombra de Merkel es alargada: tanto Laschet como Scholz quieren capitalizar su legado.​
Armin Laschet, ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia
Armin Laschet, líder y candidato de la CDU.
DPA vía Europa Press
Armin Laschet, ministro presidente de Renania del Norte-Westfalia

Día clave para Alemania (y para Europa): el país afronta unas elecciones federales marcadas en rojo en el calendario, pues suponen no solo un paso por las urnas más, sino también un cambio de era con el adiós de Angela Merkel. Y el panorama resultante de los comicios estará muy fragmentado, fruto sobre todo del desgaste de los dos principales partidos, CDU y SPD, y también del ascenso de los Verdes y de una buena posición de los liberales del FDP.

Pero, ¿cómo llega cada formación a los comicios? Pues hay sensaciones de todos los colores. El SPD llega relativamente fuerte a la cita con las urnas. Los socialdemócratas tocaron fondo en 2017, cuando obtuvieron su peor resultado, y acabaron cediendo a una nueva gran coalición liderada por Merkel. Pero ahora parecen capitalizar los votos que se quedan 'colgando' con la salida de la canciller. Su programa y su propuesta son más pragmáticos que otra cosa y quieren lanzar un mensaje muy directo: el de la estabilidad. Las encuestas les sitúan en torno a un 22-24%.

La CDU-CSU (la Unión) lleva, en cambio, el camino contrario. Ya la sucesión de Merkel al frente del partido fue traumática, con la dimisión de Annegret Kramp-Karrenbauer en 2020 y la posterior victoria ajustada de Armin Laschet frente a Fredrich Merz, del ala derechista del partido. Pero el desgaste se agudizó más con las primarias para la candidatura de la Unión, en las que tras el triunfo del propio Laschet se tuvo que dar una ardua negociación con el líder de la CSU, Markus Söder. 

Eso ha hecho que los democristianos hayan ido cayendo en las encuestas, con la 'ayuda' de errores no forzados como las risas de Laschet durante las inundaciones del mes de julio. Ahora la CDU-CSU se sitúa en torno a un 20% en las encuestas, cuando a principios de año estaba en un cómodo 30%. Son los daños colaterales de que ya no esté Merkel. Aún así, llegan a la noche electoral con opciones todavía para ganar.

El caso de los Verdes hay que ponerlo en perspectiva. Sus últimos meses han sido una montaña rusa. Llegaron a disputarle el primer puesto en las encuestas a la CDU, pero no han sabido adaptarse a la verdadera campaña ni han respondido con habilidad a las críticas recibidas. Eso ha provocado que se estanquen en un 15-17%, como tercera fuerza. Pero en el peor de los casos doblarán el resultado logrado en 2017, por lo que pueden ser uno de los grandes triunfadores de la noche y estarán con total seguridad en el Gobierno resultante.

El otro juego de llaves de la gobernabilidad estará en manos de los liberales. El FDP es el partido bisagra por excelencia, y ha experimentado una resurrección: en 2009 compartieron Gobierno con Merkel, en el 2013 se quedaron fuera del Bundestag, en 2017 volvieron como cuarta fuerza y ahora aspiran a mejorar los resultados y acabar siendo la tercera pata del futuro Ejecutivo. Fuera de cualquier cálculo poselectoral se queda la ultraderecha de AfD, que entre luchas internas feroces y el cordón sanitario inamovible al que está sometida ni siquiera se sentará en la mesa de negociación. Además, se ha estancado en un 11% a pesar de haber liderado la oposición en la última legislatura.

El quinto partido en discordia será Die Linke. La izquierda poscomunista ha caminado en el alambre los últimos meses, pero salvará el suelo del 5% necesario para entrar en el Parlamento. Su objetivo es estar en un Gobierno de izquierdas, pero con un porcentaje de voto que rondará el 7% tienen pocas bazas que jugar. Solo un escenario de bloqueo permanente les daría alguna opción.

Laschet, Scholz, Baerbock y Lindner: ¿quiénes juegan este partido?

Los candidatos, al menos los de los principales partidos, tienen más cosas en común que diferencias en términos de lo que quieren proyectar: fiabilidad, pragmatismo y estabilidad, sin renunciar a sus programas. Laschet es la continuidad de Merkel y está acostumbrado a manejarse en contextos que no le son propicios. De hecho, en 2017 ganó las elecciones regionales en Renania del Norte-Westfalia cuando lo tenía todo en contra. Sus críticos le definen como un "alérgico a las crisis", pero su discurso afable y transversal le puede reforzar.

En el caso del SPD la palabra es continuidad. Es el partido más previsible. Su candidato, Olaf Scholz, ha sido ministro de Finanzas y vicecanciller con Merkel, y ese quiere que sea su punto fuerte. Su objetivo principal es que quienes votaron no tanto a la CDU pero sí a la canciller apuesten ahora por los socialdemócratas. Es un paradigma de estabilidad y de pocos líos, asegura continuidad con matices hacia la izquierda en algunos temas como fiscalidad o vivienda. Pero poco más. Soso, apenas sonríe, pero es una apuesta (casi) segura. Se ve, entre comillas, favorito, después de asumir el liderazgo de un partido que iba a la deriva.

Los Verdes quieren romper con el monopolio de los dos principales partidos y para ello apuestan por una Annalena Baerbock que es hábil, con discurso, pero poco acostumbrada a las batallas puramente políticas. Gestionó mal su ascenso en los sondeos, rodeada por acusaciones de plagio en un libro y estando algo escondida durante la campaña. En los debates electorales se la vio demasiado agresiva y anclada en el monotema climático, cuando su partido cuenta con un programa más amplio (y no tan de izquierdas como se pueda pensar).

El cuarto en discordia, pero clave, será el candidato del FDP, Christian Lindner. En 2017 fue Lindner quien tumbó un acuerdo con la CDU y los Verdes y pronunció la ya célebre frase en Alemania de que "es mejor no gobernar que hacerlo mal". Ahora tiene la sartén por el mango. Es un candidato que cala bien entre los jóvenes y tiene buena presencia en redes sociales. Juega en su contra que, tal como se ha visto, es demasiado calculador. AfD por su parte ha tratado de cerrar las brechas internas apostando por Alice Weidel y Tino Chrupalla mientras que Die Linke une un perfil más institucional con otro más a la izquierda y joven, con Dietmar Bartsch y Janine Wissler.

Pero el asunto no acaba con la noche electoral. Después llegará el momento de hablar de pactos y lo que parece seguro es que cualquier acuerdo de Gobierno tendrá que incluir a tres partidos. Las dos opciones más factibles son una coalición semáforo (SPD, Verdes y FDP) o una coalición Jamaica, con la CDU liderando y acompañada por los ecologistas y los liberales, aunque esta fórmula ya cayó en saco roto en 2017. La coalición izquierdas (SPD, Verdes y Die Linke) podría sumar, pero parece que de darse la posibilidad Scholz la usaría más para presionar al FDP que como opción real.

¿Cómo se ha desarrollado la campaña?

La campaña electoral se ha hecho eterna, y ha estado marcada por temas como la pandemia, la recuperación económica, el empleo o la vivienda, pero apenas ha abordado otros temas como la política exterior, que puede ser una línea roja para Die Linke. CDU, SPD y Verdes, en cambio, encuentran ciertos puntos en común: son europeístas, quieren ser transversales y apostarán por la continuidad en muchos asuntos. Apenas se han dado choques relevantes, más allá de la alerta de una "coalición de izquierdas" que han tratado de encender los democristianos.

Los liberales, por su parte, se reivindican como el partido de la economía, la economía y la economía, con un programa centrado en la reducción del déficit público, la bajada de impuestos y las inversiones, y en contra por ejemplo de los instrumentos de deuda común en la UE. Son muy exigentes con países como España, Italia o Grecia. Estos asuntos les separan mucho de los Verdes y del SPD, que apuestan, entre otras cosas, por subidas de impuestos a las rentas más altas.

¿Y qué pasará a nivel de la Unión Europea?

A nivel de la Unión Europea se mira con mucha atención lo que pase este 26-S. Alemania está y estará durante un tiempo ensimismada para tratar de armar el Gobierno de la era pos Merkel y eso genera un vacío a nivel comunitario. Francia tratará de reforzar su poder, pero Macron se encuentra con que tiene también una campaña electoral a la vuelta de la esquina. Por eso necesitará compañeros de viaje y ahí España o Italia -ambos países tienen elecciones en 2023- podrán ganar peso en la Unión.

El mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso en los últimos años y a esa cadena se une ahora Alemania. Adiós a 16 de 'merkelismo'. Adiós a una líder casi eterna y a una forma de hacer política. Las elecciones de este domingo suponen un cambio de era...y los alemanes eligen mucho más que un canciller.

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