Los distintos gobiernos no han acertado con el déficit previsto en los presupuestos ni una vez en 20 años

Sánchez y Calviño en el Congreso.
Sánchez y Calviño en el Congreso.
EFE
Sánchez y Calviño en el Congreso.

Elaborar una Ley de Presupuestos no es tarea fácil. Conseguir los apoyos políticos suficientes y cuadrar las cuentas es un ejercicio de equilibrismo. Y, especialmente en este segundo aspecto, los partidos que han gobernado España durante los últimos 20 años no se han demostrado especialmente finos en sus pronósticos.

En las últimas dos décadas, ni uno solo de los objetivos de déficit público -la diferencia entre ingresos y gastos de las administraciones públicas en relación al PIB- establecidos en los diferentes Presupuestos Generales del Estado (PGE) se ha cumplido. Así lo ha comprobado 20minutos tras analizar los cuadros macroeconómicos y objetivos de déficit de los PGE de los últimos 22 años y compararlos con los datos reales de cada año recopilados por Eurostat.

Los presupuestos presentados entre 2000 y 2004 y los correspondientes a los ejercicios de 2014, 2017 y 2018 son los únicos que se desviaron en menos de un punto porcentual del déficit que realmente se produjo. Por contra, las cuentas públicas para los años 2009 y 2020, -aprobadas antes de que se produjeran las dos grandes crisis económicas de este siglo- se alejaron de la realidad en 9,4 y 9,2 puntos porcentuales respectivamente.

Cuadro que resume el déficit previsto en los Presupuestos de cada año y el realmente registrado.
Cuadro que resume el déficit previsto en los Presupuestos de cada año y el realmente registrado.
20MINUTOS

Un desfase similar se produce en las previsiones de crecimiento del PIB, aunque en este caso, los sucesivos gobiernos que han pasado por la Moncloa han tendido a atinar más. El Ejecutivo acertó de pleno en dos ocasiones (2003 y 2016) y solo se desvió más de un punto porcentual en seis ejercicios (2008, 2009, 2011, 2012, 2015 y 2020).

La diferencia entre las previsiones del Ejecutivo y el escenario real tiende a favorecer los intereses del Gobierno y el margen presupuestario. Así, en promedio, de 2000 a 2020 el PIB creció un 1,25% interanual según datos de Eurostat, un aumento ocho décimas menor que el que dibujaban los Presupuestos. En ese mismo periodo, el déficit anual promedió el 4% del PIB, casi dos puntos más que el 2,2% que estimaron los gobiernos en sus cuentas públicas.

Equilibrios con el techo de gasto

Que el Gobierno se muestre más o menos acertado en sus previsiones no es una cuestión baladí, pues la estimación oficial de crecimiento del PIB condiciona lo que se puede gastar en los Presupuestos. Según la regla de de gasto introducida en 2013, el conjunto de las administraciones públicas tiene vetado elevar su gasto no financiero de un año para otro por encima de lo que se prevé que crezca el PIB. Por tanto, una proyección optimista de crecimiento siempre deja algo más de margen de maniobra presupuestaria al Gobierno.

"Que tus previsiones de crecimiento e ingresos sean optimistas te permite cuadrar mejor los Presupuestos. Hay un incentivo a ser excesivamente optimista porque eso te permite ajustar mejor el presupuesto al objetivo de déficit", explica Antonio Sanabria, profesor en el departamento de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "Un año te puedes equivocar y no pasa nada, pero cuando es una tendencia general en una legislatura… eso te permite ver que igual hay un optimismo más allá de lo razonable", añade este experto. 

"En España el problema es electoralista, se trabaja en el corto plazo", apunta, por su parte, Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, que cree que el optimismo en las previsiones es algo frecuente en las democracias europeas.

En este último aspecto coincide, José Emilio Boscá, catedrático de Análisis Económico en la Universidad de Valencia (UV) e investigador en Fedea, quien recuerda que esa positividad tiene que estar dentro de unos límites para resultar creíble. "Predecir es muy difícil en una ciencia social. Aunque uno piense que el Gobierno tiene un sesgo -y a veces lo tiene, es indudable- tampoco puede hacer una previsión demasiado optimista. Porque cuanto peor sea el resultado un año después, peor vas a quedar", cuenta Boscá.

En todo caso los desaciertos no se pueden atribuir solo al optimismo relativo de los gobiernos. Especialmente en dos décadas en las que se han producido dos importantes crisis económicas. "La magnitud de los errores en las previsiones tienen mucho que ver con el carácter de los shocks que afectan a la economía. Por eso, en épocas de estabilidad, como los años 2014, 2015, 2016, 2017... los errores de predicción son más bajos que en plena crisis financiera o cuando estalla la burbuja", explica Boscá. 

Otro factor que hay que tener en cuenta más allá de la estabilización posterior a la crisis es la implantación de la Airef en España, un organismo independiente de vigilancia fiscal fundado en 2013 que debe dar el visto bueno a los cálculos del Gobierno. "El cuadro macroeconómico lo revisa la Airef, que le da validez. Dentro del optimismo o pesimismo hay un margen que la Airef considera razonable. Eso impide ser espectacularmente optimista", concluye Sanabria.

Jorge Millán
Redactor '20minutos'

Redactor de Economía y Datos desde 2021. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. En 20minutos desde 2019. Antes pasé por la sección de Internacional del diario El Mundo. Adicto al Excel y a la web del INE. En lucha constante por acercar el obtuso lenguaje de la economía a la realidad de las personas.

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