Franco, indultos, presupuestos... las misiones imposibles de 'superBolaños', el 'solucionador' de Sánchez

El ministro de la Presidencia y secretario para la reforma constitucional del PSOE, Félix Bolaños.
El ministro de la Presidencia y secretario para la reforma constitucional del PSOE, Félix Bolaños.
Flickr PSOE
El ministro de la Presidencia y secretario para la reforma constitucional del PSOE, Félix Bolaños.

¿Qué tienen en común la exhumación de Franco y la evacuación de Afganistán? ¿Los indultos y la Ley de Vivienda? ¿El volcán de La Palma y el estado de alarma? Que en todos estos asuntos ha intervenido el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, el solucionador al que recurre el presidente Sánchez cada vez que se le presenta una misión imposible. Las últimas tareas de Bolaños –recién incluido, además, en la dirección del PSOE– han sido cerrar un método de coordinación con Unidas Podemos para la reforma laboral y negociar para que los presupuestos superen su primera prueba de fuego: las enmiendas a la totalidad.

'SuperBolaños' –así lo llamó Zapatero en el Congreso Federal socialista, hace un par de semanas– nació en Madrid en 1975. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense y fue el número uno de su promoción en el Curso General de Abogacía. Después de trabajar en despachos privados, en las generales de 2015 fue el número 25 en la lista del PSOE –una posición condenada a no lograr escaño–. En 2018, tras la moción de censura, Sánchez lo nombró secretario general de la Presidencia del Gobierno.

Para entonces, Bolaños ya había destacado en Ferraz. En 2014 se había incorporado a la Comisión de Ética y Garantías del PSOE y, después de ganarle las primarias a Susana Díaz, el hoy presidente le encargó confeccionar un nuevo reglamento federal de desarrollo de los estatutos del partido, es decir, rehacer las leyes internas del partido. Poco después, en 2017, Bolaños fue nombrado secretario y patrono de la Fundación Pablo Iglesias. En el pasado Congreso, Sánchez le pidió que coordinara la ponencia 'PSOE 2030, un partido de futuro'.

Un negociador hábil

Con esa hoja de servicios, Bolaños recaló en Moncloa tras la moción de censura de 2018 como secretario general de la Presidencia, y fue a él a quien Sánchez le encargó coordinar una de las operaciones más simbólicas –y complejas– de su primer mandato: la exhumación de los restos del Franco Franco del Valle de los Caídos. El hoy ministro tuvo que negociar con la familia del dictador e informó minuto a minuto al presidente durante la jornada clave, en la que acompañó a la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado, en Cuelgamuros.

El ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero (c) y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Diaz, su llegada a la XXIV Conferencia de Presidentes.
Bolaños, junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y a la vicepresidenta Yolanda Díaz (Unidas Podemos).
EFE /JUANJO MARTIN

Tras la repetición de las elecciones generales de 2019, cuando el PSOE asumió que no podría gobernar en solitario y que tendría que hacerlo en coalición con Unidas Podemos, Bolaños fue uno de los muñidores del pacto con los morados, entonces liderados por Pablo Iglesias. Cerrar el reparto de carteras y competencias fue sólo la primera de sus grandes negociaciones con el socio menor del Gobierno, con el que las tensiones han sido habituales a lo largo de estos casi dos años.

Fue Bolaños, por ejemplo, quien desatascó la negociación de la Ley de Vivienda, que primero el ministro Ábalos y después su sustituta, Raquel Sánchez, fueron incapaces de cerrar con Unidas Podemos. Aunque el presidente intervino para sellar el acuerdo final con la secretaria general de Podemos y ministra Ione Belarra, Sánchez pidió a Bolaños que se pusiera al frente de las conversaciones al comprobar que el asunto estaba enquistado y que no había avances.

También fue Bolaños quien esta semana contactó con Unidas Podemos para pactar el nuevo mecanismo de coordinación de cara a la reforma laboral, después de que el intento de Calviño –con apoyo de Sánchez– de ponerse al frente de unas conversaciones que la vicepresidenta Yolanda Díaz llevaba pilotando desde la primavera desatara un profundo malestar en la pata morada del Gobierno y provocara una de las mayores crisis de la coalición. Aunque todavía hay discrepancias sobre el fondo de la reforma, fue Bolaños quien logró, al menos, pactar cómo se abordarán los trabajos a partir de ahora.

De la Moncloa al Parlamento

Pero a Bolaños no sólo ha tenido que 'bailar' con Unidas Podemos, sino que también le ha tocado cerrar acuerdos con otros grupos. Es el caso de la renovación de los órganos constitucionales, pactada con el PP apenas 24 horas después de que Casado se abriera a desbloquearlos y tras reanudar Bolaños y el secretario general del PP, Teodoro García Egea, las conversaciones que habían quedado suspendidas meses atrás por la negativa de los populares a dar el 'sí, quiero' definitivo. Con este paso, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia Española de Protección de Datos dejan de estar en funciones, y Bolaños ya piensa en la siguiente meta: renovar el Consejo General del Poder Judicial.

El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, inicia hoy con el PP una ronda de contactos parlamentarios en los que buscará consensos para aprobar, no solo, los Presupuestos de 2022, sino también para sacar adelante leyes pendientes en este nuevo curso político, como la de Memoria Democrática o el nuevo proceso de renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Bolaños, en el Congreso de los Diputados.

También es él, que actúa como vicepresidente político de facto, quien ha liderado las conversaciones con otros grupos de cara a la aprobación de los presupuestos –vitales para que la coalición pueda agotar la legislatura– y quien ha estado presente, por ejemplo, en la negociación de la Ley Audiovisual con ERC, una de las reclamaciones de los republicanos de cara a la aprobación de las cuentas. Con los independentistas catalanes también se ha visto las caras en otro de los asuntos clave de la legislatura: la mesa de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat, a la que asiste como miembro destacado de la delegación de Moncloa.

Indultos, alarma, memoria, Afganistán... y un volcán

Trabajador, organizado y discreto, Bolaños hace gala de un estilo calmado y didáctico ante los medios. Además de innumerables negociaciones, por su mesa han pasado algunos de los asuntos clave de esta legislatura como, por ejemplo, el ordenamiento jurídico del estado de alarma que dio cobertura legal a las medidas contra el coronavirus –posteriormente tumbado por el TC– o los informes del Gobierno para justificar los indultos a los líderes independentistas, que preparó junto a Carmen Calvo y Juan Carlos Campo. Bolaños es el único de los tres que aún sigue en el Ejecutivo. Precisamente con su ascenso a ministro, heredó de Calvo uno de los proyectos estrella de la hasta entonces vicepresidenta: la Ley de Memoria, a la que tuvo que hacer algunos retoques antes de su aprobación definitiva. 

Pero, si en algo se advierte la confianza de Sánchez en su ministro para las misiones imposibles, es en que el presidente recurre a Bolaños cada vez que hay una emergencia. Así sucedió, por ejemplo, con el plan de evacuación de Afganistán, que tuvo que precipitarse ante el rápido avance de los talibanes y que coordinó el ministro. O con las ayudas por el volcán de La Palma, otro suceso que requirió de una respuesta urgente y de una gran coordinación entre múltiples ministerios, y que Sánchez dejó, una vez más, bajo la batuta de su Bolaños. Dice una canción de Astrud que "hay un hombre en España que lo hace todo". Y Bolaños no lo hace todo en el Gobierno, claro está, pero para Sánchez sería difícil que el Gobierno funcionara sin Bolaños.

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