Apagón no, pero precios disparados sí: por qué España va a sufrir los estragos de un mercado energético tensionado

Imagen de archivo de una torre de alta tensión en Bilbao.
Imagen de archivo de una torre de alta tensión en Bilbao.
LUIS TEJIDO / EFE
Imagen de archivo de una torre de alta tensión en Bilbao.

Se ha tratado de meter un nuevo miedo en el cuerpo de la gente: un posible gran apagón en toda Europa. Lo cierto es que las posibilidades de que esto suceda son muy reducidas, a pesar de que Austria -que encabeza este discurso- ya se está preparando por si todo se queda a oscuras. En todo caso, dentro de un mercado tan tensionado es poco probable que esto suceda, pero los precios sí que se pueden disparar (todavía más) y España sufriría los estragos.

La red eléctrica europea es el resultado de un proceso de varios sistemas aislados que han acabado generando un gran sistema interconectado. Su longitud abarca más de 307.503 kilómetros, por la cual se abastecen más de 532 millones de consumidores. Eso en realidad es una ventaja, pues provoca que sea realmente complicado un apagón global. Los problemas en un Estado miembro de la UE pueden paliarse con 'rescates' eléctricos por parte de los países vecinos, de tal manera que no haya nunca un parón generalizado. 

Además, Europa en materia de electricidad está dividida en regiones, de tal manera que no se gestiona todo en forma de un gran bloque, sino que se da una diversificación que, salvo caos total e improbable, asegura el suministro. Estas regiones son: la región Europea Continental, la Báltica, la Nórdica, la Británica y la Irlandesa, además de los sistemas aislados de Chipre e Islandia.

En ese escenario, si nos vamos al gas, Europa depende en gran parte de Rusia (no en el caso de España, que recibe la mayor parte desde Argelia), pero ya esa dependencia, con Putin con la sartén por el mango, dispararía el precio automáticamente. Otra opción es que Europa recurra a una reserva estratégica, que es una opción que ya está sobre la mesa de la Comisión. Una manera de reducir el impacto en los precios podría ser la compra conjunta de energía que propone el Gobierno español, pero que Bruselas ha aparcado "para el medio plazo". La Comisión, de momento, solo pide "soluciones inmediatas".

Pero esas soluciones no llegan y España depende de un mercado europeo cuyas cuerdas están a punto de romperse. Seguirá, en ese escenario, subiendo la luz, pero también la calefacción. Esto es especialmente preocupante si tenemos en cuenta que ya nos encontramos a las puertas del invierno. La problemática no está en si habrá o no suministro, porque todo hace indicar que sí; sino en cuánto va a costar.

El suministro a España llega en su inmensa mayoría desde Argelia, y a pesar de tensiones puntuales como las que se están viviendo en los últimos meses es casi imposible que el suministro baje a cero. En ese caso sí que podría haber problemas, porque la colaboración europea no paliaría el problema: nuestras conexiones con Francia solamente cubrirían un 10%. En España actualmente se puede cubrir una demanda de unos 30.000 megavatios por hora. "Pero somos prácticamente una isla en materia energética", cuentan los analistas consultados por 20minutos.

Asimismo, España tiene otra particularidad: el precio diario de la luz que pagan los clientes acogidos a la tarifa regulada o PVPC (casi 11 millones de consumidores) depende del mercado mayorista. En cambio, países como Portugal o Francia fijan las tarifas del mercado una o dos veces al año, por lo que los consumidores no sufren diariamente las variaciones de los precios. La conclusión es que España no se quedará a oscuras, pero los bolsillos sí notarán los estragos de una situación muy delicada en casi toda Europa.

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