El Museo Balenciaga exhibe 87 tocados y sombreros de la firma creados durante casi cuatro décadas en París y Madrid

  • La exposición internacional se podrá ver en el recinto de Getaria (Gipuzkoa) hasta el  8 de mayo de 2022.
Detalle de unos bocetos que se exhiben en la exposición sobre sombreros y tocados.
Detalle de unos bocetos que se exhiben en la exposición.
EFE / Juan Herrero
Detalle de unos bocetos que se exhiben en la exposición sobre sombreros y tocados.

Elegancia, minimalismo, exuberancia, tradición y vanguardia son algunos de los calificativos que sintetizan la primera exposición dedicada en exclusiva a los sombreros de Cristóbal Balenciaga, que se ha inaugurado en Getaria (Gipuzkoa) con la vocación de homenajear el oficio, casi extinguido, de las sombrereras.

Balenciaga. La elegancia del sombrero, fruto de la investigación conjunta con el Museu del Disseny de Barcelona, recala en Euskadi tras haber sido presentada en la capital catalana el pasado junio, donde fue visitada por 30.000 personas.

La exposición exhibe 87 sombreros y tocados, 78 de los cuales se presentan individualmente y nueve acompañados por conjunto completo de traje o vestido, procedentes casi a partes iguales del museo catalán y el guipuzcoano. Fueron creados para los departamentos de sombrerería de las casas de alta costura de París y Madrid desde finales de los años treinta hasta su cierre en 1968.

Comisariada por el director de Colecciones del Museo Balenciaga, Igor Uria, y la conservadora de tejidos e indumentaria del Museu del Disseny, Silvia Ventosa, las vitrinas muestran también otros objetos, como una factura de 187 dólares de una monumental pamela de paja del año 1966, adornos florales, tijeras y moldes de madera entre otros.

En Balenciaga, los diseñadores de tocados fueron Wladzio d’Attainville, desde 1941 hasta su fallecimiento en 1948, Janine Seignon, Hélène Morny y Mme. Ginette. En Madrid, la responsable de sombrerería que trabajaba para la tienda Eisa era María Ozcariz. Todas ellas, junto a las vendedoras, figuras clave para trasladar los postulados de Cristóbal Balenciaga a sus clientes. 

Una visitante contempla algunas de las piezas de la muestra 'La elegancia del sombrero'.
Una visitante contempla algunas de las piezas de la muestra 'La elegancia del sombrero'.
EFE / Juan Herrero

Reivindicar el trabajo "invisible" de las mujeres que realizaban el "oficio artesano" de la sombrerería es otro de los propósitos de la muestra, en la que fluyen "la diversión, la experimentación y el atrevimiento" con el que Balenciaga acometía sus diseños, ha indicado Uria. El sombrero era un elemento de uso cotidiano hasta los años 60, cuando cayó en desuso; la muestra trata de resaltar la importancia que los departamentos dedicados a estas piezas tuvieron en los talleres del maestro de la alta costura, ha explicado.

"Creatividad y extravagancia" definen el trabajo de Balenciaga, caracterizado al mismo tiempo por su "carácter abstracto y atemporal", ha destacado Uria. Además, era un gran conocedor de la tradición española y trasladó a sus diseños las referencias a la indumentaria religiosa, popular, taurina o de los majos y madroños. Para ello se valió de materiales diversos como el azabache, la paja, el fieltro, el tul, las sedas, las pieles de visón o armiño. Incluso de mono, como se aprecia en un pequeño casquete elaborado en 1958.

Entre los adornos que rematan los sombreros destacan las flores y plumas, desde plumas de marabú, faisán o gallo hasta plumón de cisne, unos ingredientes fundamentales en sombrerería que contaba con su propio oficio, el de plumassier o de fleuriste. En la exposición, que permanecerá abierta hasta el 8 de mayo de 2022, subyace también un efecto pedagógico y arranca con una muestra de los cinco modelos básicos de sombreros: pillbox, casquete, pamela, boina y turbante.

Aunque en la actualidad el sombrero es un accesorio más y cada persona se lo pone a su gusto, hasta mediados del siglo XX, y sobre todo los de Balenciaga, constituían un signo de "prestigio y distinción"; debía llevarse tal como lo había dispuesto el maestro, ha explicado Uria. "El sombrero es una cuestión de equilibrio arquitectónico que corona el edificio del vestido", aseguraba el propio Balenciaga, según ha recordado Uria.

"Las vendedoras de las casas" insistían a las clientas en que para completar el conjunto debían adquirir ese complemento que completaba la silueta, ha señalado la comisaria Silvia Ventosa, que ha indicado que la puesta en escena de la muestra trata de evocar los salones en los que desfilaban las maniquíes y resalta los sombreros, que se colocan sobre unos maniquíes tras un fondo de cuerdas.

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