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Francesc Miró, autor de un libro sobre 'El castillo ambulante': "El Studio Ghibli se acabará cuando Miyazaki diga basta"

El escritor y periodista Francesc Miró,
Jose Antonio Luna

Para alguien nacido en los 90, escuchar en su adolescencia la frase: "Lo único que no quiero aquí son falsas apariencias: o te quedas tal y como eres, o te vas" quizá tuviese algo de epifanía fílmica. Una apertura a otro tipo de cine, la animación japonesa utópica y filosófica, que venía acompañada de "una estética europeísta con rémoras steampunk, magos y brujas". Era El castillo ambulante, la cinta de Hayao Miyazaki que, junto con El viaje de Chihiro o La princesa Mononoke, supuso que "el anime sea hoy un lenguaje mainstream consolidado".

Quien habla es Francesc Miró, escritor y periodista valenciano que acaba de escribir el libro Biblioteca Studio Ghibli: El castillo ambulante (Héroes de papel, 2021) sobre la intrahistoria, los prolegómenos y la estela de aquella película que embelesó a toda una generación, que o bien les introdujo o bien les aferró aún más a los universos creados por Miyazaki, Takahata y compañía y que, sobre todo, sigue haciéndolo hoy en día.

"Creo que ese es su mayor legado: haber hecho avanzar el lenguaje en su compleja fusión de técnicas de animación tradicional y digital, al tiempo que ha hecho llegar ese lenguaje a la cultura occidental como una rama del cine más, merecedora de la misma atención mediática y respeto académico que otros muchos géneros", opina Miró, quien destaca de la cinta "el mundo que propone" y recuerda: "Sigue siendo la cuarta película anime más taquillera de la historia, que no es moco de pavo".

"El éxito de Chihiro facilitó su amplia distribución en Europa, que además conectó con la propuesta, aunque fuese a nivel estético. Y años después aún es una de las películas más queridas de Studio Ghibli", explica, y responde a quienes siempre le han achacado a la cinta que no sea 100% de Miyazaki (dado que está basada en una obra homónima de la escritora Diana Wynne Jones).

"Es una obra muy suya: que adaptes un material ajeno no significa que no traslades tu universo creativo a ese material", puntualiza. "Nadie diría que El Resplandor no es de Kubrick, que Perdida no es de Fincher o que El Padrino no es de Coppola porque estén basadas en novelas ajenas. Con el universo creado por Wynne Jones pasa lo mismo: Miyazaki se lo trae a su terreno para abordar los temas que le interesan, algunos de los cuales ni siquiera están en la novela original", defiende Miró.

De hecho, hay dos tótems de la filmografía del veterano realizador que se entrelazan en El castillo ambulante. Por un lado "un férreo compromiso antibelicista, tan suyo que en la cinta el conflicto bélico ocupa una parte central mientras que en la novela original apenas se menciona" y que conecta la película "con Nausicaä del Valle del Viento, El castillo en el cielo, Porco Rosso o El viento se levanta". Y por otro, lo que a la postre más resalta Miró de la película y que considera parte de su legado, es que "todos sus protagonistas realizan un viaje interior cuyo destino es un autodescubrimiento íntimo y personal de fortalezas y debilidades, bondades, errores y voluntades".

Precisamente hablando del legado surge uno de los nombres más desconocidos del estudio, Toshio Suzuki, a quien la historia del cine debe bastante más de lo que dice. "Sin él, Studio Ghibli no habría existido jamás, y no es una afirmación mía sino del propio Miyazaki. Es un pilar fundamental. El productor, y actual mánager general de la compañía, ha actuado a lo largo de los años como dique de contención del carácter de Miyazaki para con sus trabajadores, de limar asperezas con distribuidoras y establecer acuerdos. De hecho, él es la persona que ha luchado por el reciente acuerdo con Netflix para poder costear la película en la que Miyazaki trabaja actualmente: How do you live?".

El futuro de Studio Ghibli

Lo cual nos lleva, inevitablemente, a que Miyazaki tiene 80 años y ha amenazado varias veces con retirarse. ¿Qué será de Ghibli? "El legado del estudio son sus películas, ampliamente difundidas, estudiadas y respetadas. Aunque en lo que se refiere a su futuro, la cosa no pinta especialmente bien", opina Miró, que pone el foco en que "el fallecimiento de Isao Takahata en 2018 dejó al estudio huérfano del creativo más importante de la factoría junto a Miyazaki", dado que él fue el responsable de cintas como La tumba de las luciérnagas o El cuento de la princesa Kaguya.

A todo ello le suma la muerte del animador Yoshifumi Kondô y las salidas del también animador Hiroyuki Morita y la posterior marcha del director Hiromasa Yonebayashi, realizador de éxitos de la compañía como Arrietty y el mundo de los diminutos y que incluso ha fundado un estudio propio con extrabajadores de Ghibli llamado Studio Ponoc. 

"Estas cosas pintan un futuro negro porque son muchos años de infructuosos intentos por encontrar un heredero digno del trono que tenían Takahata y Miyazaki. La producción de una película de animación tradicional requiere un esfuerzo y una implicación enorme, que ahora pesa sobre los hombros de Miyazaki y su actual película en desarrollo. Así que el reino podría quedar sin rey en cualquier momento. A mi parecer, Studio Ghibli acabará cuando Miyazaki diga basta", argumenta.

Eso sí, la esperanza está en otro Miyazaki, Gorō, hijo de Hayao y que estrenaba este mismo año en nuestras pantallas Earwig y la bruja, la primera peli cien por cien 3D de Ghibli, la cual, sin embargo, no recibió muy buenas críticas. Francesc le da un voto de confianza: "Es posible que las únicas críticas que le importen sean las de su padre. Hace años, Toshio Suzuki apostó por él en contra del criterio de Hayao y tras el rechazo frontal de su padre a su carrera, Gorō Miyazaki ha seguido haciendo películas y series buscando su propio lugar".

De entre su producción, Francesc Miró destaca "un slice of life tan solvente como La colina de las amapolas y una entrañable serie animada, Ronja, la hija del bandolero", aunque "es evidente que el resultado dista de la calidad habitual del estudio". "El objetivo de Gorō Miyazaki -puntualiza finalmente el escritor y periodista- no parece ser hacer películas tan importantes como las de su padre sino diversificar la producción del estudio y abrirlo a otras sensibilidades estéticas que puedan asegurar su pervivencia en pleno siglo XXI. Y en ello está, aunque no sea tarea fácil" .

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