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Su exnovia, su novio, su cocinero, Elton John...: las claves del extraño testamento de Freddie Mercury

El líder de la mítica banda Queen, Freddie Mercury, en una imagen de archivo.
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Este pasado miércoles 24 de noviembre se cumplían 30 años de la muerte de uno de los artistas más admirados y queridos del siglo XX: Freddie Mercury. Lo hacía a los 45 años, sin descendencia, con una enorme fortuna y habiendo emitido el día anterior un comunicado en el que saldaba algunas deudas con sus seguidores y con el colectivo LGTBIQ, al que pertenecía. "Ha llegado el momento de que mis amigos y todos mis fans a lo largo y ancho del mundo conozcan la verdad: espero que se unan a mí, a mis médicos y a aquellos que están luchando contra esta terrible enfermedad", escribía para poner de manifiesto la pandemia del SIDA que por aquel entonces azotaba a multitud de personas, en especial a quienes no formaban parte de la hegemonía heterosexual. Por eso sorprende aún más su testamento y el reparto de su patrimonio, que ha sido objeto de estudio para entender su porqué durante años.

El líder de Queen sorprendió a todos cuando legó el grueso de su herencia, valorada actualmente en 37 millones de libras esterlinas (unos 44 millones de euros) entre inmuebles y activos líquidos a Mary Austin, quien fuera su novia entre 1970 y 1976 y con quien llegó a estar prometido. 

A ella le entregó la mayor parte del dinero, la mansión de Garden Lodge, en la que reside actualmente, y, además, la parte más codiciada: el 50% de su parte proporcional de los derechos de autor de todo su legado artístico como miembro de la afamada banda, mientras que la otra mitad la dividió a partes iguales entre sus padres (25%) y su hermana, Kashmira Bulsara, con otro 25%.

Para entender la importancia de los royalties hay que saber que casi tres cuartas partes de todos los discos vendidos por Queen en la historia han sido después de la muerte del músico. Además, hay que tener en cuenta el increíble éxito que fue la cinta Bohemian Rhapsody, que recaudó 903 millones de dólares en todo el mundo, 60 de los cuales (unos 54 millones de euros) fuero a parar a manos de Mary Austin. Hay que tener en cuenta que cada uno de los miembros vivos del grupo (el guitarrista Brian May, el batería Roger Taylor y el bajista John Deacon) ingresaron 90 millones de dólares cada uno.

De ahí que muchos hayan interpretado el hecho de que le dejara tamaña fortuna como el último gran acto de amor de Mercury a la mujer a la que dedicó Love of my Life, con la que había cortado 16 años antes pero que se convirtió en su mejor amiga y que lo acompañó siempre.

Pero siendo un icono LGTBIQ -la teoría más extendida es que era homosexual, pero desde dentro del colectivo se está buscando que sea un icono bisexual, dada la falta de representación de estos, aunque Mary Austin no está de acuerdo y cree que era gay-, asombra lo malparados que quedaron con el reparto los cuatro hombres con los que compartió sus últimos momentos y que habían estado cuidando y apoyando en aquellos duros meses.

El primero de ellos era Jim Hutton, peluquero irlandés con el que había comenzado una relación siete años antes y al que se refería como su esposo. Este recibió 500.000 libras (unos 600.000 euros) más un terreno en Irlanda, donde se construyó una casa. Nada de derechos. A él hay que sumar a un exnovio, que ahora le hacía de asistente y cocinero, Joe Fanelli, y a su relaciones públicas, Peter Freestone. Ambos recibieron también medio millón de libras, más el agravante de que, como vivían en la casa de Kensington con él, hubieron de ser desahuciados, junto con el chófer de Freddie, Terry Giddings, a quien dejó 100.000 libras (unos 120.000 euros).

"No teníamos otro sitio adonde ir y necesitábamos algo de tiempo para organizamos. Nos habríamos marchado cuanto antes, pero la conducta de Mary fue ciertamente desconcertante", aseguró Freestone a la periodista Lesley Ann Jones en un libro sobre el legado del cantante de Tanzania en el que también contaba antes de morir cogió en sus brazos a Mercury para que se despidiese de sus obras de arte.

Por su parte, Austin aseguró que, más que feliz, se ha sentido toda su vida verdaderamente agobiada, sobre todo en aquella época. Tanto que tardó dos años, debido a las presiones y ataques que sufría, en sacar las cenizas de Mercury con la casa para hacer con ellas la última voluntad del artista, de quien no se sabe con certeza dónde está enterrado (aunque hay quien asegura que su tumba está en el cementerio de Kensal Green, en Londres, con su verdadero nombre: Farrokh Bulsara).

Muchos han visto en la narrativa de todo lo que rodea al testamento del vocalista de Queen un espejo de lo que les ocurrió a multitud de homosexuales en los peores años del sida, quienes con tal de ocultar su condición eliminaban de sus herencias a sus parejas o amigos del colectivo para evitar habladurías o que, directamente, se supiera públicamente.

De hecho, es curioso que Elton John recibiera lo que le dejó antes de morir Mercury un mes después y de extranjis. "Freddie murió el 24 de noviembre de 1991. El día de Navidad me enteré de que Freddie me había dejado algo en su último testamento, muy propio de su preocupación por los demás. Ya me estaba lamentando cuando apareció un amigo común en la puerta de mi casa y me entregó una cosa envuelta en una funda de almohada. La abrí y dentro había un cuadro de uno de mis pintores británicos favoritos, Henry Scott Tuke. Y una nota de Freddie: 'Querida Sharon, he pensado que esto te gustaría. Con cariño, Melina. Feliz Navidad'", escribió John en su libro Love is the Cure: On Life, Loss, and the End of AIDS.

Sharon y Melina eran sus "nombres de drag queens". "Mientras estaba postrado en la cama, Freddie lo había visto en uno de sus catálogos de subastas y lo había comprado para mí. Se le ocurrieron regalos para una Navidad que, en el fondo, él sabía que no llegaría a ver, pensando en otras personas cuando estaba tan enfermo que no debería haber pensado en nadie más que en sí mismo. Freddie era magnífico", aseguró el autor de Rocket Man.

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