Concha Velasco no olvida a Paco Marsó

Concha Velasco, en una imagen de archivo.
Concha Velasco, en una imagen de archivo.
Jesus Briones / GTRES
Concha Velasco, en una imagen de archivo.

La actriz Concha Velasco acaba de cumplir 82 otoños. Retirada de los escenarios por expresa petición de sus hijos, Manuel y Paco, afronta una etapa plácida, sin deudas importantes y con la satisfacción de haber recorrido los teatros, las salas de cines, las televisiones y las radios de toda España.

Una diva, una celebridad que ha escrito su vida con letras mayúsculas y que ha aceptado el paso del tiempo sin cursilerías ni exceso de bótox. Concha se mantiene espléndida, barrunto que inmortal, no por esa cirugía que insufla pieles porcelánicas, sino por la avalancha de los premios conseguidos, de los aplausos recibidos y el amor casi incondicional de todas las generaciones que la recuerdan como una dama de la interpretación a la que solo le faltó tiempo para ser amada. Porque si amores tuvo no fueron todo lo espléndidos que ella hubiera deseado.

Entre los prohibidos, los confesos, los no sabidos y aquellos que duraron un amanecer, Concha no ha perdido comba. Sin embargo, en este momento de serena introspección, recuerda con la nostalgia pesada que solo arrastra un amor roto a Paco Marsó.

Junto a él vivió los momentos más importantes y dice que daría cualquier cosa por volverle a ver. Le echa de menos, conversa con él, lagrimea al ver sus fotos y le pide perdón por haber sido tan crítica o inoportuna en algunas entrevistas. También por haberle señalado como responsable de sus ruinas económicas, ya que, a pesar de los pesares, su buena gestión le hizo ganar dinero a espuertas.

Aunque algunos le dicen que su nueva visión es pura idealización, ella se mantiene firme y no deja, ni por asomo, que alguien alargue las sombras de una relación en la que no siempre fueron dos. Dice no y es que no. Concha perdona, olvida y hasta justifica.

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