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Las Kellys denuncian haber sido "olvidadas" en la reforma laboral: "La precariedad sigue igual para nosotras"

Camareras de piso miembros del sindicato 'Las Kellys' de Cataluña durante una protesta en Barcelona.
Miquel Taverna

Aguardaban con esperanza a que la prometida reforma laboral del actual Gobierno integrase sus reivindicaciones. Esperaban, tras años de protestas, que su llamada de auxilio contra la precariedad no tuviese que ser proclamada de nuevo. Pero las kellys han visto impotentes cómo el acuerdo con sindicatos y patronal las ha vuelto a dejar, una vez más, al margen de una posible mejora de las condiciones. La nueva reforma laboral aprobada este martes por el Consejo de Ministros deroga muchos de los cambios introducidos por el PP en 2012; pero la regulación de las externalizaciones ha quedado prácticamente intacta, por lo que así han quedado también las condiciones de las camareras de piso, cuya contratación se suele gestionar a través de una empresa externa.

Las kellys llevan tiempo abanderando una exigencia principal: la limitación de las externalizaciones. Denuncian que, al depender del convenio de la empresa multiservicios, sus condiciones laborales no van acorde con la empresa a la que acuden a trabajar, en este caso un hotel. Lo que pedían era, o bien equiparar los mínimos de los convenios, o que sus contratos se elaborasen según el convenio de la empresa que encarga la externalización de este servicio (el hotel, en este caso), y no conforme al de las empresas multiservicios. Ninguna de las dos reivindicaciones se ha llevado a cabo. 

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En la reforma laboral que entrará en vigor a principios de 2022, sí que se han añadido algunos cambios sobre este tipo de contratos. Se fija que, de tenerlo, las empresas subcontratadas podrán atenerse a su propio convenio colectivo, siempre y cuando las condiciones salariales no sean peores que las del convenio sectorial de la actividad (que en este caso se guían por el de la limpieza). Pero las kellys no han visto enmendado el empeoramiento en sus condiciones que se apuntaló con la reforma de 2012, cuando se eliminaron las trabas en los procesos de externalización y numerosos hoteles sustituyeron a su personal de limpieza por el de otras empresas para abaratar costes. 

Y es que, antes de la reforma del PP, no se podían subcontratar servicios estructurales o esenciales para el desarrollo de la empresa. Es algo a lo que pretendían volver las limpiadoras de piso externalizadas, sin embargo, no se han añadido modificaciones en ese aspecto, pues no se limita la capacidad de las compañías de recurrir a la subcontratación cuando lo estimen oportuno; algo que celebraron los empresarios. "La subcontratación mantiene vigente el actual modelo de colaboración empresaria, clave para asegurar la actividad económica de pymes y autónomos, fijando, como hasta ahora, que el convenio colectivo de aplicación para las empresas contratistas y subcontratistas será el del sector de la actividad desarrollada", elogiaron CEOE y CEPYME en un comunicado conjunto.

"Si no limpias una habitación, no tienes un producto que vender"

"Pedíamos que se echara para atrás el artículo 42 del Estatuto de Trabajadores, pero no se ha tocado", lamenta la portavoz de 'Las Kellys', María del Mar Jiménez. La sensación, según cuenta a 20minutos, es de absoluta decepción: "Estamos enfadadas. Lo único que pedíamos era que nos contratase el hotel directamente, y no a través de una ETT ni con una subcontrata. Parece que se les olvida que si no limpias una habitación de un hotel, no tienes un producto que vender".

La esencia de la problemática reside en el propio funcionamiento de contratación de las empresas de multiservicios. Las contratan por horas, en función de los picos de productividad o por servicio. "Lo que quiere decir que lo mismo te pueden hacer un contrato de dos días, que de cinco o de 15", explica Jiménez. Esto, en definitiva, desemboca en una incertidumbre constante entre las propias trabajadoras, que no saben ni cuándo será la próxima vez que trabajen ni si las horas serán suficientes para pagar las facturas.

"Las empresas de servicio cobran un dinero y luego pagan una miseria. Si se hubiera quitado el artículo 42, cotizarían como camareras de piso en hostelería, y no como limpieza. Además, otra cosa que pedimos es que si somos una parte fundamental, que nos contrate el hotel. No es nada imposible, simplemente exigimos trabajar nuestras ocho horas con un convenio de hostelería", destaca.

Ni mejor, ni peor. Según subraya la portavoz de 'Las Kellys', su situación es la misma. "La precariedad sigue igual, para nosotras no ha cambiado absolutamente nada. Nos han pasado por alto en la reforma laboral. El convenio sectorial sirve si tienes un contrato de ocho horas, pero si es de cuatro o cinco, o por obra y servicio, no tiene nada que ver, porque te tienen como limpieza de un hotel y no como camarera de piso", explica. 

¿La diferencia? Hasta de 200 a 400 euros menos al mes. Una precariedad a la que se ven sumidas la gran mayoría de las kellys, pues lo habitual es que los hoteles contraten sus servicios a través de una tercera empresa y no cuentan con un servicio fijo en plantilla. "Hay algunos que han externalizado completamente el trabajo de pisos y no tienen personal fijo. Ni siquiera las supervisoras son del hotel, sino de la empresa de servicio", asevera Jiménez.

"Como las esclavas del hotel"

La portavoz cuenta que una de los métodos de trabajo se basa en los picos de productividad. Esto es, en contratar a más o menos personal en función de las reservas del día. También, detalla, hay muchos contratos que se hacen por productividad. "Tienes que hacer, por ejemplo, 400 habitaciones al mes. Y si no las haces no cobras tu sueldo porque no has llegado, incluso aunque haya sido debido a que la ocupación ha sido menor", lamenta.

"Una de cada tres kellys está tomando medicación para el estrés"

De media, suelen hacerse entre 20 y 30 habitaciones al día, y las jornadas pueden ser o de cinco días o de tres o de 20 días seguidos, explica Jiménez. Los contratos, por su parte, acostumbran a ser de 4 a 6 horas, "pero si te tienes que quedar cuatro horas más para terminar, te quedas, y no te lo pagan porque no hay nadie que controle eso", denuncia. "Ahora lo moderno es que te dan un móvil con una aplicación que te dice la habitación que tienes que hacer en unos 10 a 15 minutos. Desde que abres el móvil te estás estresando, porque cuentan por igual todas las habitaciones, cuando una 'suite', por ejemplo, es mucho más grande que una habitación normal", añade.

De hecho, el estrés es una de las mayores afectaciones de estas profesionales. Consideran que su trabajo -básico en una economía que se sustenta en el turismo- acarrea una serie de problemas para la salud física (dolores musculares, de los huesos, inhalación de productos químicos, etc.); pero también para la mental: "Ahora, a las pastillas que ya tomaban para los dolores, hay que añadir la de la ansiedad, que antes no tomaban. Aproximadamente una de cada tres kellys está tomando medicación para el estrés, en parte por la incertidumbre que causa no tener un trabajo estable. La cosa cambiaría si, por lo menos, obligaran a las empresas de servicios a hacer un contrato mínimo de seis meses. Pero no; a las camareras siempre se nos tratan como si fuéramos las esclavas del hotel".

Lo único que piden es lo mismo que llevan cinco años reclamando: una mejora de las condiciones mediante el veto a las externalizaciones. Tenían la esperanza puesta en la reforma laboral, pues confiaban en que se aprovecharía la oportunidad para cambiar desde la base la problemática. Se sienten "olvidadas" y "decepcionadas" con un cambio que no ha supuesto ninguna mejora para su situación. "Solo pedimos que se nos escuche de una vez", concluye la portavoz de Las Kellys.

Redactora '20minutos'

Como redactora de Sociedad, sigo de cerca las informaciones de Igualdad, Educación, Sanidad y Derechos Sociales en la sección de Nacional de 20minutos desde 2021. Antes, me curtí durante dos años en la sección de Última Hora y Cierre. Me crié en Barcelona, pasé por Teruel, aunque Madrid es mi casa desde 2013, donde me gradué en Periodismo en la Complutense. Algo melómana y muy feminista, también cuento las historias de quienes tienen menos voz.

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