Desde el pasado 26 de diciembre no veíamos públicamente a Rafael Amargo. Ese día, pletórico, el bailarín representaba su espectáculo, Yerma, en Aranjuez. Nada hacía presagiar que, horas después, la Fiscalía pediría 9 años de prisión para el bailarín por un presunto delito de tráfico de drogas.
El artista ha estado totalmente desaparecido en las últimas semanas, intentando digerir la noticia de su posible entrada en la cárcel si es declarado culpable. Ahora, intentando sobreponerse a este inesperado mazazo, Amargo reaparece en las que son sus primeras imágenes en público.
Captado por los periodistas dando un paseo junto a Luciana, su pareja, Amargo se muestra parco en palabras. Sin embargo, sí contesta cuando, según el vídeo de Europa Press, le preguntan por su posible entrada a prisión. "Dios quiera, claro que sí", dice el bailarín.
De lo que sí habla es de su nuevo abogado, noticia por la que se ha mostrado contento. "Por fin. Después de un año".
Solicitan 9 años de cárcel
La Fiscalía Provincial de Madrid solicita nueve años de prisión para el bailaor por un delito contra la salud pública, a quien acusa de vender en su propio domicilio sustancias estupefacientes a terceras personas de manera "persistente" a cambio de dinero.
El representante del Ministerio Público solicita la misma pena para Juan Eduardo S.B., asistente de producción de Amargo, porque actuaba de forma "conjunta" con el otro acusado en la compra y posterior distribución de dichas sustancias, han informado este lunes fuentes fiscales.
El escrito de acusación sostiene que, durante los meses de abril y diciembre de 2020, ambos "se venían dedicando de manera concertada y persistente a la distribución de sustancias estupefacientes, entre otras metanfetamina, a terceras personas a cambio de dinero". A tal fin, los dos acusados adquirían la sustancia de manera "conjunta" a los distintos suministradores, para posteriormente repartirla entre ambos y venderla a terceras personas.
Así, el bailarín supuestamente vendía las sustancias estupefacientes a las personas que acudían a su domicilio de Madrid y en otras "hacía llegar la sustancia al lugar donde el cliente indicaba para lo cual se valía de su hombre de confianza, el también acusado Manuel Ángel B.L., otro de los socios de Amargo, a sabiendas de lo que portaba, después de hacer la entrega correspondiente, regresaba al domicilio para entregarle el dinero obtenido con la venta".
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