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Las "distintas realidades" de las violaciones por sumisión química: "A mis 70 años podrían haberme matado"

Varias mujeres sostienen diferentes pancartas en una manifestación contra la sumisión química, a 20 de noviembre de 2021, en Madrid (España).
Isabel Infantes / Europa Press

"Mi historia es la historia de muchas mujeres. Lo mío sucedió con una expareja cuando todavía estaba con él. Pero lo que estamos queriendo visibilizar es que no hay una única forma de hacerlo. Hay muchas realidades diferentes". Esas realidades particulares de las que habla Marta Asensio con 20minutos son las de mujeres de todas las edades que han sido víctimas de agresiones sexuales por sumisión química. Esto es, que fueron drogadas para ser violadas en contextos muy distintos; en diferentes ciudades, a distintas horas del día y por agresores que tenían o no algún tipo de relación con ellas.

Este miércoles, Gloria Martínez -víctima también de este tipo de agresión- y Asensio entregaron en el Ministerio de Justicia más de 100.000 firmas exigiendo "un protocolo unificado médico y judicial para casos de sumisión química". Junto a la petición, incluyeron el testimonio de más de 50 víctimas que contactaron con Martínez cuando impulsó la campaña "StopSumisionQuimica" en Change.org. El objetivo no es otro que el de "mostrar lo comunes que son estos casos" para que el Gobierno tome cartas en el asunto e impulse medidas efectivas para paliar con esta lacra y facilitar el proceso a las víctimas que acuden a los hospitales.

La sumisión química es una realidad que parece ir en aumento en España, o por lo menos así lo reflejan los datos y las denuncias registradas en los últimos años. El temor a que un desconocido pudiese verter algún tipo de droga en, por ejemplo, una discoteca siempre ha estado presente. Recientemente, e influida por el movimiento feminista belga #BalanceTonBar, se puso en marcha en España la plataforma #DenunciaTuBar, que anima a todas las víctimas a alzar la voz y denunciar el local en el que fueron drogadas.

De hecho, se llegó a convocar una manifestación en noviembre a raíz de que la denuncia de una mujer que alegó haber sido drogada en un bar del barrio madrileño de Ópera. El suceso se hizo viral, y salieron a la luz decenas de testimonios con la misma historia y en el mismo local. Bajo insignias como "no es un caso aislado" o "la noche también es nuestra", las manifestantes reclamaron un ocio nocturno seguro para las mujeres. Y es que, según la Fiscalía de Madrid, de los delitos registrados en la capital en 2021, los delitos por agresión sexual mediante el uso de cualquier tipo de sustancia química pasaron de suponer el 14% en 2019 al 35% el año pasado. 

A nivel nacional, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses constató que, de las 2.054 agresiones sexuales registradas en España en 2020, el 76% (520 casos) se cometieron con la víctima bajo sumisión química. Esto es, en uno de cada cuatro casos de agresión sexual la voluntad de la mujer había sido anulada con fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química.

"A mis 70 años podrían haberme matado"

Gloria Martínez fue drogada a sus 70 años por personas de su entorno que le invitaron a una comida con la intención de agredirla sexualmente. "Apenas tomé dos copas de vino suave y caí inconsciente durante horas", relata. Sin embargo, lo "peor", dice, vino después. "No recibí prácticamente atención y tuve que pagar yo misma para hacerme la prueba en la que salió positivo en barbitúricos y cocaína, sustancias que yo no he visto en mi vida y que a mis 70 años podrían haberme matado", explica la impulsora de la iniciativa que entregó las firmas al Gobierno. 

Cuenta su experiencia con la esperanza de que la dureza de los hechos contribuya a impulsar medidas que ya no solo prevengan estos crímenes, sino que mejoren la atención a las víctimas. Martínez llegó a gastarse más de 3.000 euros en informarse y denunciar, ya que, pese a sus reclamaciones, no recibió ningún tipo de apoyo. "Por eso decidí lanzar mi petición y pedirle al Ministerio de Justicia un protocolo para el personal sanitario y jueces unificado para tratar este tipo de casos y que nadie tenga que pasar por lo mismo que yo", explica. 

La activista Marta Asensio hace entrega este miércoles de las más de 100.000 firmas en el Ministerio de Justicia pidiendo un protocolo para los casos de "sumisión química".
EFE/Rodrigo Jiménez

"Me decía que debía estar feliz por desearme tanto"

A esa petición se unió Marta Asensio, otra víctima que se adentró en el activismo para luchar contra la sumisión química. También a ella le drogó en varias ocasiones alguien conocido; en este caso su pareja y en su propia casa. "Sentía una gran culpabilidad, porque cuando él lo hacía, yo no me despertaba. Entonces mi sensación era que la culpa era mía por no despertarme", relata. "A la mañana siguiente era horrible, porque me sentía totalmente utilizada, sucia y mal conmigo misma. Cuando lo hablaba con él para decirle que no lo hiciese más, me decía que debería estar feliz porque me deseara tanto. Como si el que me violase fuese algo que yo encima le tuviera que agradecer", añade. 

Tuvo que superar muchos miedos, como el de ser juzgada, el de no ser tomada en serio o el que todavía a día de hoy sufre su propio cuerpo manifestándose en una profunda aversión sexual; pero finalmente consiguió salir de esa situación. No obstante, el agresor continuó haciendo lo mismo con las parejas que tuvo posteriormente. Se reabrió el caso por denuncias de otras mujeres a la misma persona, pero lo volvieron a archivar. "Lamentablemente, estamos teniendo que vivir con indignación algunos resultados que nos dejan los pelos de punta. Al menos, si este tipo vuelve a agredir a alguien, podré decir: 'yo avisé'".

Con, todo, defiende lo crucial que es contarlo. "Es importante que no nos callemos y le demos visibilidad para que la sociedad empiece a creernos y a juntar voces para poder cambiar algo". 

Más protocolos para evitar la revictimización

Lo que ahora piden al Ministerio de Justicia es la difusión de protocolos claros para que cualquier víctima sepa qué hacer en caso de una violación por sumisión química. "Porque si vas a urgencias a decir que te han violado para que te tomen muestras de sangre y orina porque tienes sospecha de que te han drogado, lo primero que te dicen es que tienes que presentar la denuncia. El tema es que hay tóxicos que solo se mantienen ciertas horas en el cuerpo, por lo que al tener que ir a denunciar estamos perdiendo un tiempo valiosísimo y, probablemente, también las pruebas para luego presentar en los juicios", afirma Martínez. 

Otro asunto que considera primordial es tener conocimiento de dónde y cómo hay que tramitar esa denuncia. En su caso, ella fue a denunciar por violencia sexual, pero no sabía que lo que le sucedió a ella se considera violencia de género, ya que no hay signos de forcejeo. "Hay una serie de cosas que te zarandean de un sitio para otro, lo que al final también nos revictimiza, porque nos hace contar muchas veces la misma cosa", asevera a este periódico. 

"Cada vez que no nos creen, ponemos a otras mujeres en peligro"

Recriminan también otra cuestión que califican de intolerable, y es el hecho de que 'caduquen' los delitos o el tiempo en el que se permite denunciar. "Eso es estar también a favor de los agresores y de taparles, porque al final de nuestros cuerpos no prescribe ¿Por qué tiene que prescribir a los 15 años y que no podamos denunciarlo?", se pregunta Martínez. 

En definitiva, piden, imploran un acompañamiento más "empático", que juzgue menos a las víctimas y se base en unos protocolos más humanos. "Como sociedad debe preocuparnos a todos. Tendríamos que tomar medidas y formar a médicos y a juristas en materia de violaciones, y especialmente en sumisión química. Yo lo que espero es que podamos parar esto para que no haya más víctimas, porque cada vez que no nos creen, ponemos a otras mujeres en peligro", concluye.

Redactora '20minutos'

Como redactora de Sociedad, sigo de cerca las informaciones de Igualdad, Educación, Sanidad y Derechos Sociales en la sección de Nacional de 20minutos desde 2021. Antes, me curtí durante dos años en la sección de Última Hora y Cierre. Me crié en Barcelona, pasé por Teruel, aunque Madrid es mi casa desde 2013, donde me gradué en Periodismo en la Complutense. Algo melómana y muy feminista, también cuento las historias de quienes tienen menos voz.

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