Internacional

Un primer ministro en manos de la Policía: Johnson gana tiempo a la espera de las conclusiones de Scotland Yard

Boris Johnson se ha convertido en un líder muy escurridizo al que las polémicas parecen no afectar, por muy grandes que sean. Es difícil encontrar una mayor que el partygate, que se refiere a las fiestas que se hicieron durante el confinamiento y que involucran teóricamente al primer ministro británico y a miembros del partido conservador. Él no lo niega como tal, pero esquiva el centro de la polémica. 

La publicación del informe de Sue Gray sobre estos eventos dejó claro que hubo una "falta de liderazgo" y que las fiestas fueron "inapropiadas", además de hablar de una estructura "fallida" en Downing Street. En todo caso, falta la segunda parte de la investigación, en la entra en juego Scotland Yard. Y es que la Policía está investigando doce celebraciones, que son solo una fracción de todas las que, en teoría, tuvieron lugar.

Johnson queda a la espera, por tanto, de las conclusiones policiales. Está en manos de los agentes, pero mientras ha conseguido ganar tiempo. "Primero quiero pedir perdón por las cosas que no hicimos bien, también por la forma en que este asunto se ha gestionado. Pero no es suficiente con pedir perdón. Es un momento para mirarse en el espejo y debemos aprender", dijo ante una enfadada Cámara de los Comunes, al tiempo que anunciaba una reforma de la estructura de Downing Street con la creación de una Oficina Permanente del primer ministro.

El informe de Gray es solo el principio

El documento redactado por Gray no es el final. De hecho, más bien al contrario, pues se guarda muchos elementos clave. Supone el inicio de una batalla de Johnson contra casi todos, pues se ha quedado con cada vez menos apoyos, como se pudo ver en el Parlamento. La responsable de la investigación reconoce que su labor es "limitada" y que ha "omitido detalles" para no entorpecer la labor policial. Mientras, la oposición laborista acusa a Johnson de no estar "a la altura del cargo" y su predecesora en el poder, Theresa May, se preguntó si el Gobierno pensaba que "las normas [para hacer frente a la pandemia] no eran aplicables a ellos mismos".

Desde Downing Street insisten en que el premier tory "se toma muy en serio" las conclusiones alcanzadas por Gray, pero no las considera definitivas. Y por eso quiere esperar a que avance la indagación policial, que por cierto está todavía en sus primeros pasos. "Es un primer ministro que está siendo investigado por la Policía", repiten los laboristas para elevar el tono del debate. El líder 'rojo', Keir Starmer, llegó a parafrasear incluso a Margaret Thatcher para decir que no hay "nadie por encima del Gobierno" del Reino Unido.

"Mucha gente está preocupada por asuntos como las facturas de la luz y el primer ministro pasa todo el tiempo intentando salvar el pellejo", dijo a este respecto Starmer, al que Johnson acusa de "perder el tiempo" atacando al Gobierno. Mientras, las últimas encuestas determinan que más de un 60% de los británicos creen que el premier debería dimitir y aunque en los sondeos electorales los conservadores parecen haber recuperado terreno, los laboristas siguen por delante. Y eso es algo que no sucedía desde la dimisión de Theresa May.

Johnson se escuda en que los ciudadanos "pueden confiar" en su Ejecutivo y recurre al efecto brexit. "Dijimos que lo finalizaríamos y así lo hicimos, y ahora el Reino Unido es un país más independiente, más fuerte", esgrimió el mandatario, buscando desviar el debate. En ese escenario tan delicado, aún así, la sombra de la destitución por parte de su propio partido parece haberse ido aplacando. La Comisión 1922 tiene la capacidad de presentar una moción de censura contra el líder conservador siempre que se alcance un 15% de los votos, pero esas firmas, de momento, están en el aire. Esa fue la puerta de salida que se le enseñó en su momento a las propias Thatcher y May.

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Mayo será un mes clave para Johnson... si llega como primer ministro

En mayo se celebran elecciones locales, que pueden suponer la puntilla para Boris Johnson si los resultados electorales de los conservadores son malos. Hace solo unos meses, de hecho, perdieron el escaño en el condado de North Shropshire después de ocuparlo durante más de 200 años. Asimismo, más a medio plazo tendrá que volver a afrontar el ya permanente choque con Escocia, pues Edimburgo ya plantea repetir el referéndum de independencia. 

Los conflictos territoriales son otra china en el zapato de Johnson, porque también tendrá que manejar las elecciones en Irlanda del Norte, todavía parte del Reino Unido pero que puede tener, como Escocia, ínfulas de independencia, sobre todo atendiendo a los efectos del brexit. Mientras tanto, el futuro de Boris Johnson depende casi de una sola cosa: lo que diga la policía.

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