Les Luthiers: "El primer empresario que nos trajo a España tuvo que vender su coche para pagar deudas"

Jorge Maronna y Horacio Turano, de Les Luthiers.
Jorge Maronna y Horacio Turano, de Les Luthiers.
Guillermo Mendo
Jorge Maronna y Horacio Turano, de Les Luthiers.

Un luthier es un artesano que se dedica a crear o reparar instrumentos. Y eso es lo que hacen Les Luthiers, no sólo porque crean y tocan instrumentos imposibles, si no porque son artesanos del humor, de una comedia que, como los violines buenos, lejos de caducar mejora con el paso de los años

Ahora regresan a España con Viejos Hazmerreíres un recopilatorio que reúne algunas de las obras más celebradas del grupo argentino, además de una pieza nueva y muchas fechas por toda la península (las más próximas 3, 4 y 5 de febrero, Palacio Municipal de Congresos de Madrid).

Hacer un espectáculo con números antiguos ¿es melancolía o vaguería? Jorge Maronna: Tal vez haya habido algo de vaguería (risas) y mucho del placer de reencontrarnos con piezas que nos gustan mucho y que han sido vistas y probadas y pulidas a lo largo de muchos años. El resultado final es de una gran fuerza y terminan formando un espectáculo muy sólido y muy divertido. Y además hay una pieza que no es antológica, que es nueva, La receta postrera, con un instrumento gigantesco de ollas y sartenes.

Horacio Turano: El espectáculo se fue conformando con piezas antológicas, pero tiene un hilo conductor que es un magacín de radio de dos periodistas y que es lo que aglutina la esencia del show y le da paso a las canciones. Ese hilo conductor realza los números, los instrumentos y a los artistas. Ya no nos suena a una antología, sino a un espectáculo en sí mismo. La gente tiene responsabilidad en que busquemos temas en el arcón, porque nos las van pidiendo.

¿Ha cambiado mucho el humor desde que esos números se estrenaron? J. M.: No hemos tenido que modificar nada de estas piezas, a pesar de la necesidad imperiosa de corrección política que impone la actualidad. Siempre hicimos un humor familiar y nunca Les Luthiers se divirtió irritando a su público, todo lo contrario, siempre quisimos que un público grande disfrutara de estas piezas, desde niños en adelante.

H. T.: Puede que haya algún chiste que hayamos revisado para no herir ninguna sensibilidad porque también hay reclamos de organizaciones que antes no estaban y que son válidos, así que eso siempre lo ponemos a consideración. Pero no sobre una pieza, quizá sobre un chiste que si vemos que está ofendiendo o puede irritar, lo moderamos o lo cambiamos. Eso es todo.

¿Qué tiene el humor de Les Luthiers para que siga vigente? J. M: La búsqueda de un humor atemporal, universal, que no está ligado a la actualidad, que tenga una gran calidad, que es lo que tratamos de hacer. Calidad de escritura, interpretación… esa es la parte que ponemos nosotros, pero hay otra parte que pone el público y que no podemos explicar.

H. T.: Nuestro público ahora lo componen tres generaciones y muchas veces nos pasa que en el teatro vemos a abuelos con sus hijos y sus nietos, en la misma sala, en el mismo espectáculo. El siguiente espectáculo después de Hazmerreíres, que va a llegar a España tiene un hilo conductor que son dos políticos que intentan convencer a un músico de que cambie un himno. Eso fue escrito en los años 90 y no se ha cambiado el texto y sigue funcionando y funcionó en todas partes y todo el mundo se rió porque todos sabemos cómo es la política.

¿Nos reímos de lo mismo argentinos, españoles y otros hispanohablantes? J.M.: Sí, pero cabe aclarar que hemos aprendido a hacer un humor que puede ser disfrutado en todos los países, pero al principio de la carrera incluíamos parodias del folklore argentino que en nuestro país eran muy bien recibidas pero que cuando empezamos a hacer giras nos dimos cuenta de que no se comprendían, no se conocía el código, ni el original de la parodia. Así que se entendían las palabras pero las piezas fracasaban. Aprendimos que había que descartar temas de humor local. Nosotros trabajamos con prueba y error. Lo nuestro no es una ciencia, sino una artesanía que necesita probarse con el público, así que antes de su estreno tratamos de colarla en medio de otra función y vemos el resultado y raramente queda tal cual, o la descartamos o es modificada. Hacemos lo mismo cuando viajamos a otros países, hacemos la prueba para ver si se comprende fuera de Argentina.

¿Cómo surge un número de Les Luthiers? ¿Están sobrios cuando lo hacen? H. T.: (Risas) Sí. Alguno tiene una idea, la escribe y la trae, se prueba, se discute mínimamente y si se decide ir adelante la probamos en algún espectáculo, a veces sin la urgencia de que sea para un espectáculo nuevo, si nos convence, en algún momento la usaremos.

Si alguien que acaban de conocer les pregunta a qué se dedican, ¿qué le responden? J.M.: Yo le digo que soy músico. H. T.: Sí, yo también. En Les Luthiers hay dos vertientes, están los actores y los músicos. Tratamos de que todos toquemos algún instrumentos y tengamos alguna cualidad histriónica, pero Jorge y yo venimos del lado de la música.

¿Cómo se toman en un banco por ejemplo una profesión así? ¿Desconfían para darte una hipoteca? H. T.: Sí, siempre fue así en el caso del músico. No sé cómo es el caso del actor, porque quizá tiene una exposición por la televisión y es más fácil. En mi caso ha sido difícil hasta Les Luthiers, cuando les dices que eres uno de ellos dicen “ah, entonces ahí cambia”.

J. M.: Ahí ya no te echan del banco (risas).

H. T.; Les Luthiers es una institución… Un músico a lo mejor tiene que explicar muchas cosas que nosotros no tenemos que explicar.

Les Luthiers hacen un humor que no ofende, pero lo que sí hay siempre es una cierta crítica, de los absurdos de la vida… J. M.: Sin duda, es intencional. Va por distintos carriles, depende del autor y de la posibilidad que de el tema para ser criticado o parodiado. Puede ser un tema político o un tema de amor, con distintos juegos humorísticos. Pueden ser ciertas personalidades, o maneras…

H. T.: Una de las pocas piezas que descartamos de nuestro repertorio era una serenata que daba un enamorado violento que a través de la violencia quería conseguir el amor de su chica. La hicimos muchos años y funcionó muy bien, pero cuando la llevamos a España nos dijeron que se entendía como una apología del violento y no como una crítica.

Llevan desde 1967 (desde 2000 Horacio), ¿qué les hace seguir, que no sea algo rutinario? J. M.: Es una actividad hermosa poder escribir textos humorísticos, hacer bonitas músicas, tocar instrumentos raros, recibir el aplauso del público, escuchar las risas… nos da un placer muy grande, siempre fue así. Empezamos como aficionados, no pensábamos en Les Luthiers como una profesión, era un lindo juego que años después se convirtió en una profesión, cuando no podíamos mantener nuestras actividades paralelas simultáneamente. Yo estoy desde que tengo 19 años y siempre fue un placer enorme y es una parte enorme de mi vida.

¿Cómo nació el maestro Mastropiero? J. M.: Eso fue una creación de Marcos Mundstock, que ya antes había inventado un personaje que se llamaba Freedy Mastropiero, para un texto. Y cuando nació Les Luthiers, con música escrita por Gerardo Masana en las presentaciones Marcos hablaba de Johann Sebastian Masana, pero cuando empezamos a componer varios se quitó el Masana y se le juntó el Mastropiero, y se quedó Johann Sebastian Mastropiero, de gran éxito.

Horacio, usted se incorporó después, ¿cómo es entrar en una leyenda así? H. T.: Fue sorpresivo, bastante difícil de asimilar y cuando tomé la decisión y me aceptaron lo hice con enorme placer, pero también con miedo, porque estaba entrando a las grandes ligas y con artistas ya consagrados. Por eso permanecí tantos años en condición de reemplazante, siempre me pareció algo muy importante y ahora soy titular. Es algo completamente distinto a todo. Tuve que aprender a tocar otros instrumentos, a actuar en salas y teatros muy grandes… muy feliz desde el año 2.000.

J. M.: Tato reemplazó a cada uno de los Luthiers en su momento, es una hazaña increíble, porque hay que aprender lo que cada uno específicamente sabe hacer y Tato cumplió con eso de una manera admirable.

H. T.: Tuve la rara oportunidad de ser Mastropiero, cuando casi nunca aparece, sólo se le menciona, pero en una obra en concreto era Mastropiero el que cantaba en Latín, un tango, ante el Vaticano y justo Marcos enfermó y tuve que hacerlo yo. Y también pude ser Rodrigo Díaz de Carreras, son mis dos perlas.

¿Por qué la música y el humor casan tan bien? J. M.: Es una pregunta interesante, pero no tengo una respuesta. Hay todo un mundo de canciones parodiables y es todo un filón que siempre hemos explotado. Por otra parte usamos mucho la música sin que sean canciones, a veces es un fondo musical para un texto que alguien dice.

Van a Albacete por primera vez en 27 años, ¿se han asegurado de que sigue ahí? H. T.: Tenemos dos funciones allí en marzo, creo que sí.

¿Cambia mucho el público de un lugar pequeño a una gran ciudad? H. T.: Depende de las zonas de España. El público de Andalucía es más fervoroso tal vez que el público Vasco o el Catalán, son diferentes, pero todos nos han recibido muy bien y creemos conocerles. Nosotros hacemos siempre los mismo y la respuesta es buena. Muchas personas de pueblos se trasladan a las ciudades porque normalmente hacemos giras más cortas, y cuando vamos a un pueblo es una fiesta.

¿Cuál fue la vez que actuaron ante menos gente? J. M.: En los inicios… y cuando llegamos a España por primera vez, en 1974, en el Teatro Marquina, la gente no sabía nada de Les Luthiers, no nos conocían y recuerdo que había funciones con muy poca gente, también en Barcelona. El empresario español, Pepe Caturla decidió terminarla antes de lo previsto y tuvo que vender su coche para pagar deudas. Entonces pensamos que no regresaríamos a España, pero ocho años después Pepe lo intentó de nuevo, en el teatro Alcalá y ahí la gente ya nos conocía por los discos y los casettes y hubo un público más nutrido.

Les han dado muchos premios en Argentina y también el Princesa de Asturias en España, ¿son una excepción porque haciendo humor reciben premios? J. M.: Es cierto que no es habitual, no es algo corriente y fue un enorme honor para nosotros.

H. T.: Aunque fue un honor y nos sentimos orgullosos, cabe destacar que no fue un premio humorístico, sino por Comunicación y Humanidades, por el uso del idioma. Creo que los premios llegan por la seriedad con que Les Luthiers lleva trabajando 50 años, por no parar nunca de hacer espectáculos y de recibir mensajes de la gente.

¿El público es el premio? H. T.: Yo cuando digo mi bocadillo, mi chiste y la gente responde con risas es un placer enorme. Yo no sabía que hacer reír era tan gratificante. Siempre lo hice de forma casera y si eres el gracioso del grupo los de alrededor se van a reír, pero en una sala con 2.000 personas que no conoces que se rían es un premio.

J.M.: Es cierto que el humor siempre está en una categoría inferior a lo serio, por ejemplo en las librerías. Los libros de humor están en otra zona y los libros de temas serios en mejores estanterías.

¿Cuál es el futuro de Les Luthiers? J.M.: Nunca nos pusimos meta. Siempre fue seguir adelante con esto que nos gusta tanto, queremos seguir. En lo inmediato después de esta gira a fin de año regresaremos a España con otra antología que se llama Gran Reserva y en noviembre vamos a estrenar un espectáculo nuevo en Argentina.

Redactor '20minutos'

Redactor especializado en Televisión, Cultura y Espectáculos, con 19 años de experiencia. Locutor, colaborador televisivo y actor. Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la CEU. He escrito guiones de cómic de humor, así como blogs sobre realities, además de en otros campos como la Historia y Fuerzas Armadas.

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