Vía diplomática a tres bandas: Macron, Scholz y Borrell ocupan el papel de mediadores con Putin, Biden y Blinken

Macron y Putin, en Moscú.
Macron y Putin, en Moscú.
EFE
Macron y Putin, en Moscú.
Nuestro periodista de política internacional, Emilio Ordiz, nos explica la situación actual del conflicto entre Rusia y Ucrania. Además, cuenta las reuniones entre importantes líderes de los países implicados.
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Separados, muy separados, cada uno en un extremo de una larga mesa. A una distancia sideral. Así estuvieron este lunes Vladimir Putin y Emmanuel Macron en su encuentro presencial en Moscú. Parece haber voluntad después de cuatro llamadas telefónicas, pero no hay acercamiento, al menos de momento. En tonos blancos, solos, y con los traductores en cabinas, los presidentes ruso y francés insistieron en una vía diplomática para desescalar la crisis en torno a Ucrania, pero no fueron los únicos. 

La jornada fue intensa: al cara a cara (casi literal) entre Putin y Macron se unieron los encuentros entre el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente de EE UU, Joe Biden, en la Casa Blanca, y también la reunión -mucho más distendida- entre los representantes de la diplomacia de la UE y de Estados Unidos, Josep Borrell y Anthony Blinken, también en Washington. Es la vía diplomática a tres bandas a la que se podría añadir, además, la visita a Ucrania de la ministra de Exteriores germana, Annalena Baerbock.

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Bienvenida tensa, reunión larga

Pero no hay dos reuniones iguales y esta fue una muestra más de ello. El encuentro más relevante fue el Macron-Putin, en el que el presidente galo -que afronta elecciones en abril- ha defendido la necesidad de recurrir al diálogo para abordar las cuestiones de seguridad. "Este diálogo es necesario porque es el único que permite una verdadera estabilidad y seguridad para el continente europeo", sostuvo Macron, que aunque sigue empeñado en la opción diplomática calificó la situación de "preocupante". La reunión se alargó durante cinco horas y Macron reclamó a Putin una "solución responsable que evite la guerra". El presidente galo cree que "todavía es posible una solución pacífica".

El líder francés llegó a la capital rusa sin ser recibido por nadie del equipo de Putin, y tuvo que caminar solo por la pista de aterrizaje en una imagen sintomática de que la apertura a seguir hablando no equivale a que Rusia se pliegue a otros líderes. Putin solo da rango de líder a Biden, y mantiene la distancia de seguridad con otros homólogos como el propio Macron o como el premier húngaro, Viktor Orbán, supuesto aliado de Moscú y con quien se vio hace solo unos días.

Con todo, el discurso de Putin tras verse con Macron fue bastante amable y agradeció que Francia "siempre esté dispuesta a buscar soluciones". Comparte con Macron la "preocupación" por la crisis y ve con buenos ojos que París siga dispuesto al diálogo. "Veo cuántos esfuerzos está haciendo el actual Gobierno francés y personalmente el presidente de Francia para resolver la crisis relacionada con las garantías de una seguridad igualitaria en Europa desde una perspectiva histórica seria", expresó el presidente ruso, soltando también una especie de píldora para dejar claro que sus reclamos de ideario soviético son pertinentes. Pero para tantas palabras, hubo pocos hechos, y los avances fueron nulos o, como mucho, imperceptibles para el gran público.

Otro de los encuentros tuvo lugar a 7.822 kilómetros de Moscú: en Washington. "Alemania es uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos. Estamos trabajando como un frente unido para disuadir a Rusia de una agresión en Europa", explicó Biden al recibir a Scholz. Y es que Alemania asume en la crisis ucraniana una de las posiciones más delicadas: quiere endurecer su mensaje frente a Putin pero depende muchísimo de Moscú en cuestiones energéticas y de hecho sigue pendiente de que se ponga en marcha el gasoducto Nord Stream 2, que tiene como objetivo nutrir a Alemania desde Rusia 'saltándose' a Ucrania.

Scholz coincidió en la cercanía de Berlín con Washington y ambos anunciaron que habían acordado un paquete de "fuertes sanciones" que impondrán a Rusia si ataca Ucrania, pero Scholz se resistió a citar el gasoducto entre las consecuencias económicas preparadas para Moscú, a pesar de las preguntas de los medios. Sí que insistió en que la respuesta de los miembros de la OTAN será "unánime" en cuanto a las sanciones.

La energía se cuela en el debate

En un segundo nivel, pero también en Estados Unidos, se vieron Josep Borrell y Anthony Blinken. El papel de la UE en esta crisis es de actor secundario, y así se volvió a ver en una nueva reunión entre los jefes de la diplomacia de ambos lados, centrada también en el asunto energético, clave para el bloque de los 27. "Actuamos unidos para defender los principios que son el corazón de la estabilidad y la prosperidad", expresó Blinken, que, eso sí, aseguró igual que Borrell que están "preparados para lo peor". El objetivo prioritario ahora para la UE es encontrar alternativas energéticas ante la dependencia de Rusia, y ahí EEUU puede ser un actor clave, precisamente ofreciendo una salida a través del gas natural, sobre todo después del acuerdo firmado entre Ursula von der Leyen y Joe Biden.

Blinken, que ha indicado que Estados Unidos, Europa y el resto de aliados trabajan para garantizar el suministro energético en el caso de que Rusia decidiera invadir Ucrania, ha insistido en los "costes masivos" que una intervención de Moscú en su país vecino para su economía, donde ha incluido la imposición de sanciones o controles a las exportaciones. Las medidas restrictivas siguen siendo también la herramienta más rotunda que tiene la Unión Europea frente a los movimientos de Moscú.

"Es lo que estamos viendo y es a lo que estamos respondiendo"

Blinken no quiso dejar pasar la oportunidad de responder a Putin y negó que Estados Unidos y sus aliados estimulen el "alarmismo" en torno a la situación en la frontera ucraniana y volvió a culpar al Kremlin de la acumulación de efectivos rusos en la frontera. Washington tiene claro que "esos son los hechos". Blinken no dio lugar a la duda: "Es lo que estamos viendo y es a lo que estamos respondiendo".

A todo esto hay que añadir, a una escala menor, el viaje de Annalena Baerbock a Ucrania. Dmytro Kuleba, el ministro de Exteriores ucraniano, agradeció a Alemania su disposición al diálogo, pero al mismo tiempo le afeó que suponga un "bloqueo" para que Ucrania se prepare en el caso de que la escalada vaya a más. Y es que Berlín insiste: no se van a entregar armas a Ucrania ni se van a enviar tropas. De nuevo, Alemania en una encrucijada y, mientras, la diplomacia parece avanzar. A paso lento, pero avanza.

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