El gran triunfador de las elecciones autonómicas de este domingo en Castilla y León es Vox. El partido dirigido a nivel nacional por Santiago Abascal ha pasado de tener un procurador en el parlamento autonómico a nada menos que trece.
Con este resultado, Vox se podrá permitir ser el socio prioritario del ganador de las elecciones, el PP, y su fuerza le permitirá negociar con cartas ganadoras ante la composición de gobierno.
Juan García-Gallardo, el candidato de Vox, se ha postulado ya como vicepresidente del nuevo gobierno autonómico (al menos lo planteó así Santiago Abascal este domingo), si bien las negociaciones no serán cortas.
En clave más global, Vox se convierte en un socio necesario en futuros comicios electorales. Andalucía, donde el rumor del anticipo electoral no deja de sonar, podría ser un futuro y nuevo ejemplo de lo que parece que va a ser el destino de Castilla y León.
Alfonso Fernández Mañueco no ha podido emular a Isabel Díaz Ayuso, que ganó en mayo de 2021 en Madrid con una mayoría si no absoluta, suficiente como para poder gobernar en solitario con apoyos puntuales de Vox.
En Castilla y León, la potente subida de Vox y la menor fuerza en la victoria del PP, hace pensar que el partido de Abascal tocará poder, un escenario al que quizá haya que acostumbrarse en breve, en más lugares.
Tras este resultado y después de que el PP haya intentado recientemente marcar distancias con Vox y desmarcarse de las posiciones del partido de extrema derecha, las dos formaciones están ahora condenadas a entenderse, ya que esta coalición parece ahora la única manera de que los de Fernández Mañueco consigan gobernar.
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