La Guerra Fría 2.0 se encalla en la desconfianza: más tropas de la OTAN frente a la ¿falsa? retirada rusa

Tropas de la OTAN en Polonia.
Tropas de la OTAN en Polonia.
EFE
Tropas de la OTAN en Polonia.

La vía de la diplomacia, sobre el papel, sigue abierta. Pero las partes no se fían nada de quien se sienta en el otro lado de la mesa. Desde luego la OTAN no cree ni media palabra de lo que dice Rusia, que insiste en que su retirada de tropas es real. La Alianza, en cambio, ve lo contrario y así lo expresó este miércoles el secretario general, Jens Stoltenberg, que repitió algo que ya había dicho días atrás: el despliegue ruso es "el mayor desde la Guerra Fría". La crisis en torno a Ucrania, con ese escenario, sigue en niveles máximos de tensión.

El nuevo capítulo arrancó con Moscú 'celebrando' sus anuncios de retorno a sus cuarteles permanentes de unidades implicadas en los ejercicios en las circunscripciones Sur y Oeste, fronterizas con Ucrania, interpretados por Kiev y sus aliados como preparativos de una invasión. Pero se ha topado con muchísimos recelos, y Occidente no solo no ve repliegue, sino que asegura que se está dando un aumento de efectivos. La última cifra que manejaba Occidente era de 150.000 efectivos.

Más tropas aliadas

“Hemos oído señales de Moscú sobre su disposición a continuar los esfuerzos diplomáticos, pero por ahora no hemos visto ninguna desescalada sobre el terreno; al contrario, parece que Rusia continúa con el refuerzo militar”, sostuvo Stoltenberg tras la reunión de los ministros de Defensa de los países aliados, en la que además se alcanzó un acuerdo para desplegar nuevas tropas. El objetivo es reforzar la presencia en el flanco oriental, con nuevos batallones liderados por los efectivos franceses presentes en Rumanía.

En todo caso, ese plan ahora pasará a los mandos militares de la OTAN que decidirán el "alcance y potencial" del despliegue, siguiendo la ruta que se diseñó ya en 2014 en respuesta a la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. En esos movimientos participa España, pero el Gobierno de Sánchez descarta por ahora enviar más efectivos, tal como confirmó la propia ministra Margarita Robles después del encuentro en Bruselas. "Urgimos en los términos más firmes a que Rusia elija el camino de la diplomacia e inmediatamente revierta la concentración de fuerzas y retire tropas de Ucrania, de acuerdo a sus obligaciones internacionales", expresaron los ministros, que consideran que sus acciones "siguen siendo preventivas y proporcionadas".

El Kremlin, más allá de que ya acepta hablar con Occidente sobre los diferentes reclamos, no cede ni un milímetro de terreno. El portavoz del Gobierno de Putin, Dimitri Peskov, espetó que no van a cambiar su modus operandi. "Es nuestro derecho realizar maniobras ahí en nuestro territorio donde lo consideremos conveniente y eso no se discute con nadie", expresó. Moscú insiste además en una de sus peticiones más relevantes: que Ucrania no entre nunca a formar parte de la OTAN.

"Nosotros reaccionamos a la realidad"

Mientras, Kiev, como la Alianza, no se cree la retirada. "Nosotros reaccionamos a la realidad y, por ahora, no hemos visto todavía ninguna retirada, solo hemos oído hablar de ella", expresó a este respecto el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Ucrania, además, parece haber pasado la fecha marcada en el calendario por Estados Unidos para la (nueva) invasión, fijada para este miércoles, un día proclamado como la jornada de la "unidad" por el Gobierno ucraniano como respuesta a ese aviso. 

El cálculo de Washington falló o Moscú ha preferido esperar. "Las guerras nunca empiezan en miércoles", dijo sobre esto el representante de Rusia ante la UE. El tiempo corre y tanto la Casa Blanca como el Reino Unido siguen considerando "inminente" el conflicto militar, mientras que la OTAN se cura en salud. "No sabemos qué es lo que va a pasar", argumentó Stoltenberg, que parece asumir el nuevo orden mundial: "Lamento decir que esta es la nueva normalidad para Europa". EE UU y el Reino Unido repiten la misma parte de su tesis en la que ya insistieron este martes. "Desafortunadamente, hay una diferencia entre lo que Rusia dice y lo que hace, y lo que estamos viendo no es una retirada significativa", expresó la Casa Blanca, mientras que Londres dice que va a juzgar a Rusia "por sus acciones", mientras pide mantener "la cautela".

"Rusia ha demostrado que está lista para cuestionar los principios de seguridad, el derecho de la OTAN a proteger a sus aliados y de los países a elegir libremente"

Ese mensaje de calma tensa es el que mantiene la Unión Europea. En un debate en el Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, incidió en que esta es una crisis orquestada por Rusia y culpó a los "fantasmas del pasado" de Moscú, en la idea de Putin de recrear la URSS. La Unión defiende que la diplomacia "no ha dado su última palabra" pero reconoce que las tímidas retiradas rusas todavía no son nada definitivo. Von der Leyen, eso sí, se agarra a que pueden ser "acciones para la esperanza".

Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo tuvo bien claro. Considera que está en manos de Rusia iniciar una guerra "con sacrificios trágicos" o comprometerse políticamente "en un diálogo sobre la seguridad europea". Lo que sí dan por hecho los líderes comunitarios es que Kiev contará con el apoyo constante de la UE y ha anunciado una conferencia de donantes para respaldar financieramente al país. El Alto Representante, Josep Borrell, fue quien lanzó los avisos al Kremlin: el español resaltó que hay "unidad" frente a la amenaza rusa y repitió que las sanciones "están preparadas".

Sobre las medidas restrictivas precisamente los líderes de los grupos políticos de la Eurocámara pidieron que las sanciones europeas en caso de que Rusia invada Ucrania incluyan la exclusión de Moscú del sistema Swift de transacciones internacionales y detener el proyecto del gasoducto Nord Stream 2, diseñado para llevar gas desde el país euroasiático hasta Alemania por el mar Báltico, un elemento que de hecho deja al país germano en una posición muy delicada en esta crisis.

La crisis ahora es, sobre todo, de confianza. No existe tal cosa entre Rusia y Occidente, ni entre Kiev y Moscú. "Rusia ha demostrado que está lista para cuestionar los principios de seguridad, el derecho de la OTAN a proteger a sus aliados y de los países a elegir libremente sus alianzas". Esa es la posición de Occidente. "No habrá guerra", insiste Moscú. Dos versiones encontradas, y aunque la diplomacia siga vigente los recelos parecen cada vez mayores. Y la luz (todavía) no se ve al final del túnel.

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