La contracrónica de la sesión de control: el 23-F en el que se despidió Casado

  • Diputados críticos celebran "la entrada de un adulto a la habitación", en referencia a un posible aterrizaje de Feijóo.
El presidente del PP, Pablo Casado, sale del hemiciclo del Congreso
El presidente del PP, Pablo Casado, sale del hemiciclo del Congreso.
EUROPA PRESS
El presidente del PP, Pablo Casado, sale del hemiciclo del Congreso
El presidente del PP, Pablo Casado, sale del hemiciclo del Congreso.
EUROPA PRESS

Pablo Casado entró al filo de las nueve en el patio del Congreso, convertido en el chaval de Nuevas Generaciones al que nunca le cuajó la barba. Sucede cada 23 de febrero que los tiros en el yeso del Congreso vuelven a estar frescos, como las muescas en los muros del Berlín oriental. El todavía presidente del PP, con la herida también húmeda, entró al hemiciclo amparado por Cuca Gamarra, Ana Pastor, Ana Beltrán y Pablo Montesinos, el único que junto a él se ató al mástil de "un barco que se hundía", la metáfora y justificación favorita para quienes saltaron.

Nadie esperaba que Casado llegara y le preguntara al presidente del Gobierno "cuánto más está dispuesto a ceder a sus socios independentistas para seguir en La Moncloa". Puede que no tenga la fascinación literaria de los débiles llenos de fortaleza interior, que escribió Umbral sobre Gutiérrez Mellado aquel día, pero en su discurso con sabor a despedida expuso brevemente el credo del PP. Aquel con el que atrajo a la militancia el verano de 2018, cuando su liderazgo efervescente y renovado convenció a los afiliados, inédita la democracia interna en un partido cosido a base de dedazos.

"Fuimos capaces de superar las enemistades y fracturas con un pacto constitucional ejemplar, con lealtad y gratitud a los que nos han precedido". Así reivindicó la Transición. "Hoy le reitero lo que le dije en su debate de investidura: que nuestra responsabilidad era ensanchar el espacio de la centralidad para que tanto el Partido Popular como el Partido Socialista pudiéramos ganar en él". Así, la nostalgia filoamericana de dos grandes partidos. "Entiendo la política desde la defensa de los más nobles principios y valores, desde el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros". Y así intentó entrar en el terreno de los grandes discursos, esos a los que siempre aspiró un hombre cuya oposición interna fue la de ser eso que llaman 'un hombre de Estado'. 

"En esta época tan difícil, nuestro deber es devolver la tranquilidad", ha dicho Casado en el Congreso de los Diputados. (EP)

El líder de la oposición se fue tras la respuesta de Sánchez, que prometió que no habrá adelanto electoral, y tras él salieron atropelladamente Beltrán y Montesinos. Antes se desmonteró de mascarilla y saludó a la bancada. Eran las 9:07. Se abrazó con alguien en el pasillo y subió a su despacho. 

"No nos podemos alegrar de que esto suceda"

Se hablaba en tono bajo hoy en el patio del Congreso. Una diputada 'popular' se mostraba apenada por el final abrupto de su líder. Era Ana Beltrán. “Estoy atónita y dolida. Lo han abandonado uno a uno”, decía "con profundo dolor" sobre una parte de la política que le "desagrada".

Otra de las más críticas celebraba "la entrada de un adulto a la habitación", en referencia al inminente desembarco de Alberto Núñez Feijóo. "Se ha acabado la Teodorocracia", bautizaba sobre las prácticas de un ya ex secretario general que consideraba nefasto por estrecho de miras.

"No nos podemos alegrar de que esto suceda. Si queremos sacar a este Gobierno, tenemos que tener diferentes sensibilidades". Era la reflexión de una diputada de Ciudadanos, que en la línea del líder de Vox, Santiago Abascal, reivindican un espacio amplio con diferentes papeletas para expulsar a Sánchez, el objetivo común. Lo sucedido esta semana, consideraba, perjudica sus intereses. "Me da mucha pena por Pablo".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento