Mariah, de 'latin queen' a investigadora de bandas: "Se puede separar al grupo de la violencia y que haga una labor social"

Mariah Oliver fue miembro de los Latin Kings y ahora trabaja en Transgang, un proyecto de investigación de bandas juveniles.
Mariah Oliver fue miembro de los Latin Kings y ahora trabaja en Transgang, un proyecto de investigación de bandas juveniles.
Jorge París
Mariah Oliver fue miembro de los Latin Kings y ahora trabaja en Transgang, un proyecto de investigación de bandas juveniles.
Testimonio bandas juveniles

Cuando Mariah Oliver entra en una clase de Secundaria les relata a los chavales una historia. Es una historia real, pero con un protagonista anónimo. La historia de alguien que entra en una banda juvenil y su trayectoria a partir de entonces. Mariah trata de que los alumnos se pongan en la piel de ese joven y en muchas de las etapas por las que pasa se ven identificados. No es su propia historia, pero se le asemeja. Porque Mariah fue miembro de los Latin Kings.

"Al final sí les cuento mi caso y les permito que pregunten pero no lo hago desde el principio porque entonces no me dejan hablar. Tienen muchas preguntas y es normal", apunta esta madrileña. "Trabajamos mucho sobre los sentimientos, sobre cómo se sentirían ellos en cada una de las circunstancias por las que atraviesa el sujeto seleccionado: si se ve solo, si ha migrado, si ha sufrido bullyingEl acoso escolar es un factor que comparten bastantes jóvenes. Pasar de víctima a victimario es un ciclo que se da mucho", continúa.

Con el objetivo de prevenir conductas violentas, Mariah trata de mostrarles a los chicos cómo se construyen esas espirales, el enfrentamiento entre los grupos y la forma en la que cada uno interviene o no en los conflictos. "El mensaje les llega porque les hago participar mucho y funciona muy bien porque empatizan", comenta. Que lo trasmita alguien que ha estado dentro y que lo haga desde la comprensión influyen en el éxito.

Porque esta profesora de formación, hoy con 40 años, no le suelta a su audiencia un discurso moralista pero sí deja claro que "todo tiene consecuencias y un recorrido en el futuro": "A veces les pinto una línea en la pizarra para que lo vean con perspectiva. A los adolescentes les resulta muy complicado mirar a largo plazo".

Dos décadas arrastrando consecuencias

Mariah entró en los Latin King en el año 2000, cuando el grupo se estaba creando. Recién cumplida la mayoría de edad, le llamó la atención que sus miembros eran diferentes, llegados de otros países, con otra música, otro estilo… También la atrajo su discurso antirracista y de protección. Entró en lo que inicialmente era una panda de amigos pero dejó de estudiar, se marchó de casa y se le fue "complicando la vida".

Aquel colectivo, que había nacido en un pueblo de la sierra de Madrid, migró a la capital donde empezaban a gestarse grupos similares. Lejos de convivir en paz comenzaron a enfrentarse. La mayoría de los componentes de aquella familia de la calle que ella había contribuido a formar no participaban en acciones violentas, pero el comportamiento de unos pocos empujó al grupo a la ilegalidad.

qué es transgang

  • Se basa en el estudio de las bandas transnacionales como agentes de mediación, entendida esta como el conjunto de técnicas y procedimientos para resolver conflictos dentro del grupo, entre los distintos grupos o entre estos y el entorno social. Pretende rebatir la idea persistente de que son "problemáticos” y las políticas basadas en la premisa de que la solución es su supresión. "Nuestra perspectiva se basa en estudios realizados desde hace más de un siglo que demuestran que las bandas no desaparecen, sino que se transforman para seguir respondiendo a necesidades no cubiertas. Por tanto, entendemos que el camino a seguir pasa por implicar a sus miembros en la búsqueda de alternativas a la violencia”, explica Carles Feixa. Transgang cuenta con la colaboración de jóvenes que han pertenecido o pertenecen a colectivos juveniles callejeros, en doce ciudades del mundo: Barcelona, Madrid, Marsella y Milán en el sur de Europa; Rabat, Túnez, Argel y Djendel en el norte de África, Medellín, San Salvador, Santiago de Cuba y Chicago en América.

Ante un viraje con el que no estaba de acuerdo, en 2004 empezó a distanciarse de la banda y retomó los estudios pero no se desvinculó completamente y en 2006 fue arrestada junto a otros trece compañeros. Tras pasar seis meses en la cárcel fueron juzgados y condenados por asociación ilícita. La Audiencia Provincial determinó que, "si bien la organización Latin King en un primer momento pudo tener unos objetivos más acordes con la convivencia social y la defensa de los valores latinos y de ayuda a emigrantes de países latinoamericanos, enseguida derivó hacia conductas violentas”. “Pensaba que a mí no me podrían detener porque no estaba cometiendo ningún delito pero la sentencia determinó que solo el hecho de pertenecer al grupo ya lo era”, señala esta mujer.

El fallo quedó anulado en 2008, el año en el que nació su primer hijo, y en 2010 la Audiencia repitió el juicio obligada por el Tribunal Supremo. En 2013 Mariah aceptó la condena y dejó de recurrir. En 2015 firmó empezar a cumplir los dos años de libertad condicional, que finalizaron en febrero de 2017, y ahora acaba de cumplirse el lustro que tenía que pasar sin meterse en líos para poder pedir la limpieza de su historial.

Este resumen de sus últimos 22 años, en los que la llegaron a despedir de un colegio al conocerse sus antecedentes penales, queda recogido en esa línea que suele dibujar en la pizarra durante sus charlas. Es su forma de lograr que los adolescentes se den cuenta de que aún es algo que arrastra y que la ha incapacitado “para muchas cosas”.

Grupos sociales

Pero Mariah también les cuenta a los estudiantes "todo lo positivo" que el grupo le aporta al protagonista de su historia. Porque realmente son entidades que pueden mejorar la vida del colectivo, trabajar por la comunidad, llevar a cabo actividades... "Se puede separar al grupo de la violencia y lograr que haga una labor social", defiende. Eso es lo que pretende poner en valor el proyecto Transgang en el que trabaja desde hace tres años y del que forman parte esas exposiciones en los institutos. Liderado por el catedrático de Antropología Social de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Carles Feixa, cuenta con la prestigiosa beca Advanced Grant de la UE.  

Este profesor apareció en la vida de Mariah después de su etapa entre rejas. Cuando entró en prisión ella ya tenía claro que definitivamente quería darle un vuelco a su vida. La detención terminó de ayudarla a soltar lastre y a centrarse en el nuevo camino a seguir. Ese proceso ya lo había abordado cuando conoció al antropólogo pero lo que él sí le aportó fue otra visión de aquellos grupos juveniles: “Me enseñó que hay otras experiencias que están funcionando, que hay otros lugares en los que se comportan de manera diferente, como agentes sociales. Ver que había personas a nivel académico que apostaban por ello me ayudó a recomponerme conmigo misma”.

Este equipo de investigadores analiza qué sucede cuando se trabaja con los grupos desde la perspectiva de la mediación, la integración y el trabajo comunitario frente a lo que ocurre cuando solo se aplican políticas correctivas. "Nuestro objetivo es trabajar por el fin de la violencia entre ellos y eso se consigue mejor en los lugares en los que se aboga por la mediación. Por supuesto la vía punitiva está ahí para quien cometa un delito, pero criminalizar incluso la pertenencia te incapacita para trabajar con ellos porque se vuelven clandestinos al sentirse amenazados", alerta.

En este caso Mariah destaca el ejemplo de Barcelona, que apostó por trabajar para que las bandas se reconvirtiesen en asociaciones. Lo hizo tras el asesinato de Ronny Tapias en 2003. Por un lado los Mossos d'Esquadra se ocuparon de esclarecer el crimen pero por otro se inició un proceso para determinar qué se podía hacer con aquellas bandas. El mismo Carles Feixa fue el encargado de desarrollar una iniciativa que ha evitado desde entonces que el conflicto escale.

En contraposición, Transgang sitúa a Madrid, donde se viene aplicando "mano dura". "Desde 2018 tocamos muchas puertas pero nadie nos quiso escuchar. La respuesta era que no se trataba de un tema importante, que en ese momento no tocaba. Ahora sí nos han llegado algunos contactos a nivel institucional para saber qué proponemos. Es una desgracia que tenga que pasar algo así para que alguien haga caso", lamenta esta investigadora, que "con algo así" se refiere al asesinato de dos jóvenes el primer fin de semana de febrero. La idea era prevenir pero para ellos fue demasiado tarde.

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