5 palabras del castellano que antiguamente se escribían de otra manera

  • La palabra toalla recibía antiguamente el nombre de ‘toballa’ y anteriormente se le llamó ‘tobaja’.
Un crucigrama.
Un crucigrama.
iStock.
Un crucigrama.

Nuestro idioma está muy vivo y somos los propios hablantes quienes vamos adaptando el lenguaje a nuestras necesidades. Por tal razón, en ocasiones nos encontramos con algunas palabras que, originalmente, se escribían de otra manera a como hoy las conocemos y que con el tiempo se han visto modificadas (añadiendo o quitando alguna consonante o vocal) con el fin de que nos resulte mucho más fácil utilizarlas. A continuación os traigo unos cuantos ejemplos:

El origen de la palabra 'toalla'

La palabra ‘toalla’, que comúnmente usamos para referirnos a la pieza de tela que sirve para secarnos el cuerpo, recibía antiguamente el nombre de ‘toballa’ y anteriormente se le llamó ‘tobaja’ (todavía siguen apareciendo de ese modo en el Diccionario de la RAE) e incluso, en el Diccionario de Autoridades de 1739, se recogió como ‘toaja’.

¿De dónde viene la palabra 'murciélago'?

La forma original en español para referirse al quiróptero nocturno que conocemos como ‘murciélago’ era en realidad ‘murciégalo’, habiéndose intercambiado de posición las consonantes ele y ge en lo que se conoce como metátesis (cambio de posición de algunas letras dentro de una palabra). Etimológicamente la palabra provenía del latín y estaba formado por los términos ‘mus’ (ratón) y ‘caeculus’ (ciego), debido a que los antiguos romanos estaban convencidos de que este animal era un ratón ciego.

Siesta y sestear

Muy arraigada en nuestra cultura está la ‘siesta’, ese corto periodo de tiempo que se destina a echar una cabezadita (normalmente después de comer). El acto de echar la siesta se conocía antiguamente como ‘sestear’ y hacía referencia a la ‘sesta’ hora del día, que las culturas antiguas estaba situada al mediodía (entre las doce y las tres de la tarde).

El origen de la palabra 'peligro'

La palabra ‘peligro’ proviene etimológicamente del latín 'pericŭlum', de exacto significado y que dio originalmente el término ‘periglo’, pero su dificultosa pronunciación hizo que el vocablo sufriera una metátesis intercambiándose de lugar las consolantes erre y ele.

De ‘exaquāre’ a 'enjuagar'

Algo similar ocurrió con el término latino ‘exaquāre’, el cual hacía referencia al acto de limpiar la boca y dentadura con algún líquido y que en su origen dio la palabra ‘enxaguar’, poco después se transformó en ‘enjaguar’ y que con el tiempo ha acabado en la forma ‘enjuagar’ que hoy en día utilizamos.

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