ENTREVISTA | Alberto Herrera: "Limitar las personas en los funerales fue la medida que más me costó escribir"

  • Fue subsecretario de Sanidad en el primer año de la pandemia y uno de los artífices jurídicos del primer estado de alarma y el confinamiento.
  • Dirigió el reducido grupo de juristas que hace dos años redactaron la normativa que restringió movimientos, aforos o actividades.
  • "La sensación de que el confinamiento tenía su eficacia en la calle era impactante", recuerda.
  • ESPECIAL | Dos años de la pandemia que nos cambió la vida.
Alberto Herrera, en su despacho del Ministerio de la Presidencia.
Alberto Herrera, en su despacho del Ministerio de la Presidencia.
José González
Alberto Herrera, en su despacho del Ministerio de la Presidencia.

Hace dos años, el 14 de marzo de 2020, entró en vigor el primer estado de alarma, que por primera vez confinó a todo un país para intentar frenar los contagios por coronavirus, que saturaban ya los hospitales españoles. Hasta dos meses y medio después no se empezó a poder salir para pasear y en ese tiempo solo algunos trabajadores, considerados esenciales, tenían permitido andar por la calle. Uno de ellos fue Alberto Herrera (Madrid, 1983), actual subsecretario del Ministerio de Presidencia, pero que entonces -hasta febrero de 2021- lo era del Ministerio de Sanidad.

Si los españoles estaban confinados en sus casas, él prácticamente lo estuvo en el Ministerio, donde formó parte del equipo más estrecho del exministro Salvador llla que gestó, junto con Moncloa, la declaración del primer estado de alarma y el confinamiento. En el Ministerio dirigió el reducido grupo de juristas que redactó todas las normas y órdenes que derivaron del decreto-ley. En tres meses, escribieron "más de 2.000 páginas de BOE" donde quedaron plasmadas medidas como la reincorporación de médicos jubilados, el cierre de hoteles y establecimientos turísticos o cómo había que aislar a los enfermos en las residencias de mayores. O desde un cambio legal para poder enterrar a quienes fallecían por Covid en un plazo menor a las 24 horas o la 'dolorosa' orden para prohibir a los familiares velar a sus muertos a habilitar la "declaración responsable" que debían llevar consigo quienes tuvieran que salir de casa para trabajar.

Dos años después de aquello y uno después de dejar Sanidad, Herrera recibe a 20Minutos en su despacho en el Ministerio que dirige Félix Bolaños, para recordar cómo fueron los momentos y sus impresiones durante los días en los que sus textos publicados en el BOE confinaron a la población en sus casas y pusieron a mínimo la actividad del país para tratar de frenar la pandemia por Covid, que ahora parece que llega a su fin.

Funcionario del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, Herrera estuvo a la cabeza del principal órgano directivo del Ministerio de Sanidad, respondiendo directamente al ministro, entonces Salvador Illa. Echando la vista atrás y a pesar de que el Constitucional declaró inconstitucional el recurso al estado de alarma para decretar el confinamiento y también el segundo, de octubre de 2020, la hoy mano derecha de Bolaños mantiene que hicieron lo que en ese momento creyeron que era lo mejor. "Teníamos la sensación de que estábamos haciendo lo que debíamos hacer y que era la mejor herramienta", asegura.

¿Cómo recuerda aquellos días, cuando preparaban el primer decreto de alarma?

Me acuerdo de que barajamos diferentes escenarios, veíamos cómo empezaba a ser la respuesta también en otros países de nuestro entorno y hubo un momento, no teniendo otra manera de afrontar el virus porque todavía no teníamos las vacunas, en el que vimos que la mejor manera de contenerlo era con medidas que implicaban limitaciones. Ya veníamos trabajando con las comunidades autónomas en limitaciones que se podían adoptar desde sus competencias, pero llegó un momento en el que vimos que aquello claramente necesitaba de un poquito más y fue cuando se puso sobre la mesa la posibilidad de activar el estado de alarma, porque muchas limitaciones no eran las ordinarias y queríamos hacerlo con las máximas garantías. Y lo que nos aseguraba que íbamos a tener garantías suficientes era hacer del estado de alarma que estaba previsto precisamente en la propia ley orgánica para este tipo de situaciones de crisis.

El estado de alarma ya se había decretado años antes por la huelga de controladores aéreos, pero en esta ocasión por primera vez suponía confinar a la población. ¿Cómo y cuándo empezó a plantearse?

Fue una semana antes, en torno a cuando se decretó, cuando empezaron a aparecer los datos de transmisión comunitaria de una manera muy ostensible. Los confinamientos que en nuestro país se venían produciendo eran muy limitados, por ejemplo, cuando había un escape de gas o cuando había un incendio forestal. Las autoridades de Protección Civil eran las que venían haciendo uso de esta figura, pero en el ámbito sanitario no habíamos tenido que utilizar ni los confinamientos ni tampoco del estado de alarma. Y vimos también, en contacto con nuestros socios europeos, que los países teníamos todos una situación parecida y las medidas no farmacológicas estaban sobre la mesa, en estudio. Con la información se empezó a ver que era la solución que había tomar.

¿Siempre estuvieron seguros de que la gente iba a quedarse en casa?

Es verdad que tenemos la suerte de tener una ciudadanía que ha sido una de las grandes cosas positivas de todo esto, el compromiso ciudadano con el cumplimiento de las medidas. Han sobrepasado cualquier expectativa en nuestro país la aceptación social y el compromiso con la sanidad pública, con la salud pública, ha sido muy importante. La sociedad española siempre te sorprende ante situaciones muy críticas, responde de manera muy solidaria y esto ha sido un ejemplo.

"Cuando semanas después salí del ministerio en horario comercial dije: 'pero si está todo cerrado'"

¿Cuál fue su sensación al ver aquel 14 de marzo [de 2020] que, efectivamente, no había gente por la calle, por la ley que usted había contribuido a elaborar?

Las sensaciones han ido y van cambiando con el paso del tiempo. El 14, cuando se declaró el estado de alarma, no recuerdo cuándo salí del Ministerio porque pasamos toda la noche allí [del 13 al 14] con el decreto que aprobaría el día siguiente del Consejo de Ministros. Yo creo que me fui por la mañana después de una reunión de coordinación a primera hora, donde estamos explicando cómo era el resultado de lo que iba a llevar al Consejo de Ministros, con el resto del equipo del Ministerio. Bueno, la sensación de algo que acaba de ocurrir. La verdad que teníamos la sensación de que estábamos haciendo lo que debíamos hacer y que era la la mejor herramienta y lo mejor que podíamos hacer para parar el virus. Pero sí, la sensación de que las normas que estábamos aprobando tenían su eficacia en la calle era impactante. Para todos, y cuando he tenido ocasión de participar directamente en los equipos, pues un poquito más todavía, ¿no?

¿Qué pensó cuando comprobó que, efectivamente, la gente estaba  en casa?

Si te soy sincero, salíamos tan, tan tarde del Ministerio y luego entraba tan pronto que casi tuvieron que pasar bastantes semanas hasta que pude ver la calle en horario comercial. Cuando sales a las dos de la mañana y luego vuelves a las siete, pues lo normal es ver la calle vacía. Había controles policiales, te paraban, tenías que explicar que venías de trabajar… Tuvieron que pasar bastantes semanas hasta que yo salí del Ministerio a la hora de comer y di una vuelta y me di cuenta de que efectivamente estaba todo cerrado, pues el país estaba confinado. Estaba con un compañero y le dije: ‘pero está todo cerrado’. Fue una sensación muy curiosa, sí, pero en aquel momento en lo que piensas es en el siguiente paso, en la siguiente medida, en cómo podemos seguir intentando que el virus no avance, en cómo van los datos, y es verdad que tienes poco tiempo para pensar en otras cosas.

Nada más aprobarse el primer decreto de alarma es cuando empezó la sucesión de órdenes ministeriales, instrucciones, aclaraciones por parte del Ministerio de Sanidad… ¿Cuántos actos normativos pudo escribir?

Hay una publicación del BOE que recopila todas las normativas y alguien me dijo que eran más de dos mil y pico páginas de BOE. Cuando terminó el primer estado de alarma hicimos un balance de cuál había sido la actividad del Ministerio, también para un poco amoldar el Ministerio a lo que pudiera venir y aprender de lo que había ocurrido en términos de recursos y sacamos algunos datos. Y vimos que el número de órdenes y de normativa que se había aprobado en el Ministerio en tres meses equivalía aproximadamente a un lustro, a entre 5 y 10 años de producción normativa del Ministerio de Sanidad. Nunca antes había habido algo parecido.

"Fueron más de dos mil páginas de BOE. La normativa que aprobó el Ministerio [de Sanidad] en tres meses equivale aproximadamente a un lustro de producción"

¿Cuántas personas trabajaban en ello con usted?

Las órdenes del Ministerio de Sanidad no eran estrictamente sanitarias, era una normativa que regulaba todos los ámbitos de la vida económica, social, cultural, educativa. Teníamos colaboración de otros ministerios, pero el equipo dentro de la casa era reducido. Al final el equipo jurídico, pues cinco o seis personas las que estábamos directamente relacionadas con la redacción de las órdenes y con el encaje jurídico. Y luego, lógicamente, los equipos de Salud Pública, que eran quienes nos daban los criterios sanitarios de por dónde tenían que ir las medidas que adoptáramos.

Al final, en estas cosas lo que sí que aprendes es que al final las decisiones y la preparación de todo esto no es un equipo demasiado grande. Luego tuvimos también apoyo importante desde la Secretaría General de Presidencia [del ahora ministro Félix Bolaños] y nuestro ministro [Salvador Illa] y su equipo también nos apoyó.

Alberto Herrera, durante la entrevista.
Alberto Herrera, durante la entrevista en su actual despacho en el Ministerio de la Presidencia.
José González

¿Cómo era el proceso que daba lugar a una orden ministerial. Por ejemplo, ¿las indicaciones venían del ministro, de Moncloa…?

El proceso siempre, siempre, todas las decisiones tenían en cuenta el criterio técnico, fueron decisivos los criterios de expertos, de los equipos científicos, de los técnicos de Salud Pública, que creo que en todo este tiempo han hecho un trabajo extraordinario .Escuchábamos a los expertos y, en última instancia, pues el Gobierno tomaba las decisiones. Pero era el ministro Illa quien jurídicamente las vinculaba a través de las órdenes. Básicamente, el proceso era estar muy pendiente de cómo evolucionaba el virus y de la mano de las comunidades autónomas, a través del Consejo Interterritorial [de Sanidad], consultando con ellos cuáles pensaban que eran las mejores medidas. Muy de la mano, tanto en el Consejo Interterritorial como en la Ponencia de Alertas, que son los técnicos de todas las comunidades. Y ahí van saliendo las propuestas de medidas, ahí se sometían también a su valoración. Todo esto en tiempos muy cortos, casi sobre la marcha y en el momento en el que había una decisión de Salud Pública es cuando entrábamos los servicios jurídicos.

Sobre todo en aquellos primeros días las decisiones se tomaban a toda velocidad, ¿cuánto se tardaba en plasmar en una norma? ¿Se decidía un día y al día siguiente ya estaba en el BOE?

Sí, sí, tan inmediato como eso. El decreto de alarma lo que permitía era que todos los trámites que habitualmente hay que hacer para tener una norma [pedir dictámenes, por ejemplo], que son muy largos en el tiempo se flexibilizaron, nos permitía hacer las órdenes en un tiempo más reducido. Pero claro, siempre con el rigor necesario, la seguridad jurídica. Para que fuera eficaz una medida, la gente tenía que entenderla, no tenía que haber dudas. Tuvimos muy, muy poquitas notificaciones de errores. Cuando hay una norma es una cosa bastante habitual y en este tiempo fue la la excepción, o sea, que hubo un rigor muy importante. Pero sí había que hacerlo en tiempo récord y conjugar las dos cosas, el rigor jurídico y técnico para que hubiese seguridad y todo el mundo conociera las normas y rapidez, porque el virus no esperaba.

Escribió también muchos criterios interpretativos que también se publicaron en el BOE para aclarar dudas, por ejemplo, de las comunidades autónomas.

Tienen que ver con cuestiones que aparecieron en el decreto y que en algún momento suscitaban alguna duda. Recuerdo el caso de las personas y los niños que tenían trastornos del espectro autista que se preguntaban si estaban incluidos dentro de las razones análogas a todas aquellas excepciones que había para poder salir a pasear. Y entendimos que sí, que sí lo era. Era muy importante que estas personas pudieran tener esa esa posibilidad y eso a través de un criterio interpretando lo que ahí decía, íbamos modulando la aplicación del decreto.

¿Cuál fue la medida que más le costó escribir?

Yo creo que la limitación de las personas en los funerales. Aquella medida fue especialmente dura. No porque no fuera necesaria, que era claramente una medida necesaria, sino por lo que implicaba emocionalmente. Esa medida fue muy complicada.

¿Y la más gratificante?

El día que tuvimos cero fallecimientos y pudimos poner fin a muchas medidas. Cuando terminó el estado de alarma, seguramente ese día [21 de junio de 2020]. Y luego más. Como se mantuvieron algunas medidas, porque tuvimos el decreto de nueva normalidad que pretendía transitar hacia ese espacio, pues cuando se acabó instalando una cierta sensación de avance en la lucha contra el virus y luego cuando a finales de junio por primera vez volvíamos a no tener fallecimientos.

Dice que pasó por distintas sensaciones en los primeros meses de la pandemia.  ¿Cómo se vivió todo lo que estaba ocurriendo dentro del Ministerio de Sanidad?

Cuando estás en medio de la de esta situación, creo que sale lo mejor de las personas. Hay parte del equipo que luego me ha acompañado a otros destinos y siempre compartimos que lo que se generó en aquel momento en Sanidad fue muy especial porque al vivir situaciones de alta tensión, pues unen mucho y en situaciones tan dramáticas como las que teníamos. Trabajar en un contexto de víctimas de un virus que nos ha generado un daño social muy importante. Y eso, esa tensión en el trabajo, pues suponía también que saliera lo mejor de todos nosotros. En muy poco tiempo hicimos unos vínculos muy estrechos.

Algo muy personal es que su tercera hija nació en septiembre de 2020. Algo muy positivo, pero en un momento también raro, ¿no?

Sí. Como contaba antes, yo salía muy tarde de trabajar y tenía que salir de casa muy pronto y hubo varias semanas seguidas, porque también trabajamos lógicamente los fines de semana, no había descanso. Llegaba, dormía en el salón, porque, claro, yo no estaba confinado, no podía pasar mucho tiempo por el tema del riesgo. Y recuerdo que cuando pasaron varias semanas y me encontré a mi mujer, ya con la barriga mucho más grande, mucho más avanzado el embarazo, me produjo un estado de shock importante, pero bueno. Luego también lo recuerdo con mucho cariño, pues el día que nació el ministro mandó un peluche a casa muy grande y los compañeros del Ministerio. Dentro de un año tan malo como fue aquel 2020, tener una hija que naciera en septiembre.

"Cuando se iban a instaurar las mascarillas para todos en nuestra vida cotidiana teníamos dudas, claro"

Este segundo aniversario del confinamiento coincide con el momento en el que parece que se está poniendo el broche final a la fase aguda de la pandemia. De momento, van a quedar las mascarillas y usted también es en parte padre de aquel decreto que las hizo obligatorias en junio de 2020. ¿Qué balance hace de cómo ha cumplido la población con la obligación de ponérsela?

Los técnicos del Ministerio nos explicaron que era muy importante adoptar la medida de las mascarillas obligatorias para todo el mundo en un país como el nuestro, que nunca había tenido que utilizarlas. Todos recordaremos que veíamos sobre todo a las personas de los países asiáticos que llevaban mascarillas por unas razones o por otras y aquí siempre nos sorprendía mucho y cuando se iba a instaurar eso para todos en nuestra vida cotidiana teníamos dudas, claro. Pero, insisto, el compromiso de la ciudadanía, de la solidaridad, el uso de la mascarilla generalizado que tenemos en nuestro país, las altísimas tasas de vacunación... yo creo que la prudencia y el compromiso solidario de la gente ha sido el gran aliado para todos, para las administraciones, para las personas que han tenido que pasar la enfermedad. Ha sido clave.

Dejó Sanidad en febrero de 2021, fue durante unos meses subsecretario del Ministerio de Política Territorial y desde julio pasado lo es del Ministerio de Presidencia, donde ha vivido la erupción del volcán de La Palma y ahora la guerra en Ucrania y la llegada de personas de este país. No sé si tiene usted un ranking de crisis, si después de lo que vivió en Sanidad con la pandemia nada se le iguala...

Cada cosa es diferente. Lo que se ha vivido en La Palma de lo que ha sido la pandemia o lo que representa ahora la crisis humanitaria derivada del conflicto en Ucrania. Yo venía de Protección Civil y Emergencias y cuando pasé a Sanidad traía una percepción de lo que era la respuesta a la emergencia en un país con un Sistema Nacional de Protección Civil muy potente y muy bien coordinado. Y lo que cada crisis nueva te enseña es que todo lo que has hecho antes cuenta. Pero, seguramente, para una crisis de estas dimensiones como la pandemia hasta que no lo vives, seguramente no vas a aprender las lecciones que te permiten estar preparado para la siguiente y con el resto de situaciones que habíamos vivido. Lo que tenemos que hacer como país, como administraciones públicas, es ir sacando lecciones cuanto antes. Lo que hemos hecho ha sido un máster de lecciones aprendidas rápidas. Y en el caso de la pandemia, yo creo que la gran lección aprendida ha sido la importancia de nuestros profesionales sanitarios y de la sanidad pública en nuestro país.

Redactora '20minutos'

Actualmente cubro la información relacionada con energía, transición ecológica y transportes. Antes, también en 20 Minutos, me encargué de la cobertura sobre la crisis sanitaria por Covid y, previamente, de la información relacionada con Presidencia del Gobierno. Antes trabajé en la revista Tiempo y, en Bruselas, en las agencias Europa Press y Notimex y fui colaboradora de el periódico Levante-EMV, entre otros medios. Soy licenciada en Ciencias de la Información y postgrado en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense. En 2021 terminé un Máster sobre Museología y Gestión de Museos de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).

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