Cristina Barreiro y las hijas de la reina castiza, Isabel II

Isabel II y Francisco de Asís en 1859. Les acompañan el infante Sebastián y su esposa, la infanta Cristina de Borbón. Con ellos también sus hijos, Isabel, Alfonso y la pequeña Concepción en brazos de su nodriza.

La historia coral de estas cuatro mujeres se desarrolla entre la segunda mitad del siglo XIX, fecha marcada por el nacimiento en 1851 de la primogénita, Isabel de Borbón y Borbón, hasta la segunda mitad del siglo XX, en 1958, cuando fallece la menor de las infantas, Eulalia. Aproximadamente un siglo recogido en Las hijas de Isabel II (La Esfera de los libros, 2022), narración novelada en la que Cristina Barreiro, profesora titular de Historia Contemporánea en la Universidad CEU San Pablo y doctora en Periodismo, evoca con maestría los ambientes románticos y decadentes de la realeza europea de antaño.

Cuatro vidas marcadas por hechos históricos que cambiarán el rumbo de sus destinos. La revolución Gloriosa de 1868 y el consiguiente destronamiento y destierro de su madre, la reina Isabell II, supusieron una nueva vida en Francia. Atrás quedaba el derroche en Samper, famoso joyero de Madrid; en las zapaterías de la calle Desengaño o en los mueblecitos de madera para sus casas de muñecas hechas a mano de La Loba Marina, tienda de la calle Montera.

Sin embargo, a pesar de que las finanzas se habían resentido y la corte se había reducido considerablemente, la reina, conocida en París como "la extranjera de mayor rango y condición", continuaba con su tendencia al despilfarro. Cuando por fin pudieron regresar a España, ella, sintiéndose fuera de lugar, decidió separarse de sus hijas e instalarse definitivamente en Francia. A Isabel, la mayor de sus hijas, le pidió por escrito que cuidara de sus hermanas pequeñas. "Haz de ellas unas honorables infantas españolas. Ofréceles la disciplina de conducta que yo no he sabido darles".

Isabel, "La chata"

Isabel de Borbón y Borbón, princesa de Asturias, conocida como “La chata”, representaba la continuidad de la monarquía liberal y puso todo su empeño para que Pilar, Paz y Eulalia llevaran una vida decente y ordenada. "Era la firme guardiana de las instituciones y del protocolo", cuenta Cristina Barreiro a 20 minutos. "Mujer de carácter, bastante autoritaria con sus hermanas y en la familia y siempre al servicio de la Monarquía. Adoraba a su sobrino y ahijado, el Rey Alfonso XIII, al que consentía todo. Era deportista, aficionada a los toros, la moda y todo lo español. Mecenas cultural, animadora de tertulias literarias y amante de la música. Su palacete de Quintana era el centro de la vida social en el primer tercio del siglo XIX".

Aunque Isabel supo ganarse el cariño de su país, en lo personal no tuvo tanta suerte, pues su joven marido, Cayetano de Borbón dos Sicilias, tras solo dos años de matrimonio, se quitó la vida por fuertes depresiones. "Una horrible desgracia ha venido a privarme de mi amado Cayetano. El hecho ha sido voluntario. Rogad por él", escribió la infanta a sus hermanas. A pesar de su juventud -19 años tenía cuando enviudó- no quiso casarse de nuevo.

Isabel y Eulalia en 1884 con los trajes que lucieron en la fiesta.
de disfraces de los duquesde Fernán Núñez.
Eulalia viste de Colombina, Isabel de Coralina. — Isabel y Eulalia en 1884 con los trajes que lucieron en la fiesta.de disfraces de los duquesde Fernán Núñez.Eulalia viste de Colombina, Isabel de Coralina.

Pilar Berenguela

Tampoco la fortuna sonrió a la joven Pilar en lo sentimental. Su amor de infancia, el príncipe imperial Napoleón Eugenio Luis, con quien fantaseaba desposarse, murió acribillado por las lanzas de guerrilleros zulúes en África del Sur. Enrolado como oficial en los ejércitos británicos y al servicio de la reina Victoria, fue víctima de una emboscada. Tras la desgracia, Pilar enfermó. Tan solo dos meses después de la pérdida, debido a una meningitis tuberculosa, fallecía en agosto de 1879 esta infanta conocida por ser “poco apegada a lo material y tímida”, comparte Barreiro.

Paz, princesa de Baviera

El dibujo, la escritura y la música fueron siempre las principales aficiones de Paz. Como princesa de Baviera dedicó su vida al fomento y promoción de las artes y la cultura. "Para mi gusto es la más completa de las hermanas y la que más feliz consiguió ser", cuenta la autora sobre la infanta conocida por su altruismo. "Era buenísima y muy religiosa. Colaboró con la prensa de la época y escribió durante varios años una sección en ABC que se llamaba Impresiones de mi vida". Entre sus logros destaca Pedagogium, centro de enseñanza católico destinado a la formación de jóvenes españoles a partir de las pedagogías alemanas modernas. Consiguió crear, junto a su primo y marido, Luis Fernando de Baviera, médico y violinista, una familia unida.

El matrimonio y sus hijos, Nando, Apata y Pilar, eran muy queridos en Múnich. Aunque "durante las dos Guerras Mundiales lo pasaron mal. Los nazis no la veían con buenos ojos", explica Barreiro. "Nos llamaban 'mujeres histéricas' y decían que éramos 'un griterío de hembras salvajes contra la guerra'", cuenta Paz en una carta dirigida a su hermana Eulalia. Sin embargo, aclara la autora, “ellos jamás fueron nazis; el fuerte paganismo del nacional-socialismo les impedía simpatizar con ese movimiento”.

Cubierta del libro 'Las hijas de Isabell II'.

Eulalia, la "infanta republicana"

"Era la más rebelde. Muy guapa. Siempre encabezaba las listas de sociedad de las ‘mejor vestidas’. Muy viajera. ‘Andariega’, como ella decía. La niña mimada de su hermano Alfonso XII", cuenta de ella Barreiro. Virtudes, no obstante, que no le aseguraron la dicha. Se vio obligada a casarse con su primo, Antonio de Orleans, hombre derrochador y adúltero. Con él tuvo tres hijos -Alfonso, Luis y Roberta, nacida muerta-, pero en cuanto le fue posible puso tierra de por medio y se marchó a vivir a París con su madre. Quizá dolida por el título de nobleza que el rey concedió a una de las amantes de su esposo escribió Au fil de la vie (Al filo de la vida), un libro en el que compartía su opinión sobre feminismo, socialismo, divorcio o igualdad de clases.

Su sobrino, Alfonso XIII, pidió leer el manuscrito antes de que fuera publicado: "Palacio de Madrid. 2 de diciembre. Te ordeno que lo suspendas hasta que yo conozca el libro y recibas mi autorización para publicarlo", le había escrito vía telegráfica. Pero ella no obedeció y el libro, publicado en 1911 en Francia, fue un éxito. El rey prohibió entonces su distribución en España y excluyó a Eulalia de la corte durante toda una década. Por este y otros textos irreverentes fue conocida como "la infanta republicana".

La historia de Eulalia y sus hermanas es, además, acertadamente aderezada por Cristina Barreiro con descripciones evocadoras del vestuario, la comida, la educación, la decoración, el protocolo, los viajes o los ambientes culturales y artísticos de la época. Crónica de un tiempo pasado por el que desfilan personajes como Napoleón III o Sissi, y en el que se suceden acontecimientos clave de nuestra historia reciente: la Restauración, el exilio de la reina y su familia, el desastre colonial o el nazismo. Aunque el mayor atractivo que ofrece este relato, sin duda, es la humanización de cuatro mujeres que vivieron penas y alegrías en una Europa agitada por la transformación y las revoluciones.