La cocina de Ignacio Echapresto se acerca a Barcelona para celebrar el primer año de Adobo

Enrique Valentí y
Enrique Valentí e Ignacio Echapresto
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Enrique Valentí y

Si las cifras no han cambiado, Daroca puede presumir de ser la localidad más pequeña del país con un restaurante con Estrella Michelin. Apenas 50 habitantes, pero punto de parada obligada para muchos viajeros gastronómicos gracias a Venta Moncalvillo. Desde su cocina y bien surtida bodega los hermanos Echapestro han conseguido colocar este pueblo riojano en el mapa culinario de España.

Una cocina de producto y apegada al territorio que enlaza perfectamente con la filosofía del cocinero Enrique Valentí y su restaurante Adobo (Milanesat 19). Así que un cuatro manos entre él e Ignacio Echapresto no sólo es algo que suena muy natural, sino que también se convierte en una gran manera de celebrar el primer aniversario de esta sobria y recomendable casa de comidas en la zona alta de Barcelona.

El cocinero Enrique Valentó en pleno servicio del cuatro manos.
El cocinero Enrique Valentó en pleno servicio del cuatro manos.
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Señalada por muchos -incluidos nosotros- como una de las aperturas más interesantes y valientes de 2021, pese a las restricciones iniciales por la pandemia en estos doce meses ha sabido consolidarse como uno de esos restaurantes que más allá de guías, reconocimientos y titulares es una apuesta segura. 

La fórmula es sencilla: cocina honesta y una sala impecable dirigida por Nerea Arriola. La maitre que cualquiera querría en su equipo, como diría el crítico gastronómico Philippe Regol. Así que motivos hay para celebrar ese primer aniversario.

Cuatro manos

Fue hace ya unas semanas y una única noche. Pero nos cuentan que la idea es organizar más encuentros de este tipo tras la buena acogida de la cita. Era martes noche y estaba lleno algo que, como todo el mundo sabe, no es fácil en Barcelona. 

Dos cocinas unidas durante unas horas en uno de esos ejercicios que no siempre salen bien -la suma de dos buenos cocineros no es necesariamente un mejor menú- pero que esta vez funcionó y resultó muy interesante.

Juntos pero no revueltos, Valentí y Echapresto desarrollaron un menú de una docena de pases intercalando platos de uno y otro. De Venta Mocalvillo llegaron, entro otros, habas, huevo y trufa -delicioso-, una borraja con anchoa de la que se esperaba más, o una reivindicación de la cocina de caza en forma de un ciervo con apio-nabo y castañas.

Echapresto remata en sala su plato con habas, huevo y trufa.
Echapresto remata en sala su plato con habas, huevo y trufa.
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Valentí jugaba en casa: aguacate "michelada" que siempre anima el comienzo del menú, el reconfortante "pollo y sus manzanillas", o un erizo con salicornia y callos que concentra umami y untuosidad. Para comer a cucharadas y untar bien el plato.

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