Tres comportamientos que no te gustan de tu perro pero que refuerzas sin saberlo: "Cuanto más tiempo pase, más trabajoso será modificarlos"

  • La educadora canina y técnica en terapia asistida de la escuela Educando Perros, Mar González de la Higuera, nos da una serie de pautas para corregir estas conductas.
  • "Decirle al propietario que ignore estos comportamientos es muy complicado porque inconscientemente se acaban haciendo cosas que no se deben".
El ladrido aprendido es uno de los comportamientos más habituales de los perros que los humanos reforzamos sin querer.
El ladrido aprendido es uno de los comportamientos más habituales de los perros que los humanos reforzamos sin querer.
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El ladrido aprendido es uno de los comportamientos más habituales de los perros que los humanos reforzamos sin querer.

¿Tu perro tiene la costumbre de saludar a cualquier persona poniéndole encima las dos piernas delanteras? ¿Consigue que le des sus juguetes favoritos a base de ladridos? ¿Tira demasiado de la correa cuando salís de paseo? ¿Te has parado a pensar que estos comportamientos que tanto te desagradan pueden estar siendo reforzados por ti sin darte cuenta de ello? Analizamos con Mar González de la Higuera, educadora canina y técnica en terapia asistida de la escuela Educando Perros de Pinto, tres comportamientos frecuentes en los perros que sus cuidadores tienden a reforzar sin querer así como las posibles soluciones para corregirlos.

Ladrido aprendido

Para la educadora canina de Educando Perros el ladrido aprendido es uno de los comportamientos más habituales en los perros reforzados de forma inconsciente por sus dueños. "Esto significa que ladrar le ha funcionado para obtener algo que quería: atención, objetos... Por ejemplo, hay un objeto que el perro reclama o quiere caricias o simplemente que le prestemos atención, entonces ladra y es correspondido por nosotros”. Según González de la Higuera, con solo una vez que este comportamiento haya obtenido un resultado de nosotros, el can tenderá a ladrar cada vez que desee algo como método para pedir las cosas.

La solución a este problema pasa por ignorarle: “Lo ideal es que desde cachorrito ignoremos ese comportamiento, identificando cuando el ladrido o lloriqueo no es generado por un malestar o miedos”.

¿Es posible corregir esta conducta cuando el perro ya lleva tiempo utilizándola para obtener lo que desea? “Cuanto más dejemos el comportamiento más trabajoso será modificarlo pero no imposible y se logra”. Curiosamente, la educadora señala que es más difícil cambiar los hábitos del propietario que los del perro. “Decirle al propietario que ignore ese comportamiento es muy complicado porque inconscientemente se acaban haciendo cosas que no se deben: como mirarle o decirle calla. Ahí entramos en su campo visual por lo que ya tomamos contacto”.

"Lo ideal es que desde cachorrito ignoremos ese comportamiento"

Poner las patas encima de la gente

Otro de los comportamientos más comunes en los perros que suelen alentar sin saberlo sus cuidadores es el de poner las patas encima de la gente para saludarla.

“Por norma general a la gente no le gusta que cuando un desconocido toca a su perro éste se suba encima. Sin embargo, luego, de forma inconsciente llegamos a casa, el perro viene a saludarnos, se sube encima y nosotros le dejamos y le tocamos”, explica González de la Higuera. El conflicto surge porque el perro no sabe discriminar que hay gente con la que puede hacerlo y gente con la que no. “Por lo tanto, hay que decidirse: o le dejamos siempre o no”.

Esta conducta, como aclara además la experta, es muy inherente en todos los perros por lo que la corrección pasa por “intentar tocarle solo cuando tenga las cuatro patas en el suelo”.

¿Por qué los perros son tan propensos a esta postura? “Por norma general hay ciertas razas que lo hacen más que otras. Sobre todo las que son más corporales, como los retriever o los labradores que son tremendamente sociales, tienden a poner mucho las patas”, indica. Sin embargo, la mayoría de los perros lo hacen porque desde que son cachorros los seres humanos lo hemos reforzado. “Nos parece divertido que se ponga sobre dos patitas o que cuando me tiro en el suelo se me ponga encima y, este tipo de cosas con los perros se refuerzan muy rápido. Desde que llegan a casa se les empieza a tocar en esa posición y ellos, por su parte, se suben para contactar con nosotros”.

La educadora aclara que “eso no quita que saludes a tu perro y le des todo el cariño del mundo pero tienes que ser consciente que si le dejas subirse encima puede derivar en una conducta perjudicial si lo repite con un niño o con una persona mayor a los que puede desestabilizar fácilmente”.

"Desde que llegan a casa se les empieza a tocar en esa posición y ellos, por su parte, se suben para contactar con nosotros"

Los tirones de correa

Para González de la Higuera éste es otro comportamiento que avivan sin querer los seres humanos: “Sobre todo los niños y las personas que no tenemos un buen manejo de la correa”. ¿En qué consiste? “El perro tira de la correa y por no generar tú otro tirón acabas por ir a su paso o se dan tirones continuamente pensando que así controlamos la trayectoria del animal”.

Resolver este problema no pasa por generar otro tirón o pararnos sino por enseñar desde cachorros a que vayan adecuadamente con nosotros paseando con la correa puesta gracias al refuerzo positivo y al propietario a hacer un buen uso de la misma: “Cada vez que me mire le premio, si gira conmigo también, si cambio de sentido y viene conmigo también le premio. Es decir, todo lo que requiera atención se lo voy premiando desde que es pequeñito”.

"Cada vez que me mire le premio, si gira conmigo también, todo lo que requiera atención"

La educadora canina insiste en que no tiene ningún sentido devolverle el tirón al perro ni pararse porque el can no sabe interpretar esas señales. “El perro que está tirando de la correa no piensa: ‘uy si mi dueño se para significa que es porque estoy tirando y lo que tengo que hacer es no tirar’. No, lo que hará será pararse contigo y una vez que inicies el paso volver a tirar y si tiramos simplemente escapa de la fuente de dolor que somos nosotros”.

¿Cuál es la mejor solución? “Acudir a un centro canino donde nos enseñen un buen manejo y no dejar que el problema se agrande cada vez más”.

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