Nueva etapa, nuevo nombre, nuevos propietarios. Pese a ello, seguramente harán falta unos meses para que dejemos de llamar Tickets al recién abierto Teatro Kitchen Bar. El nuevo restaurante toma el relevo de aquel proyecto con muchos cambios, algunos guiños pero, sobre todo, la misma filosofía que lo aupó a lo más alto del mapa gastronómico de la ciudad.
Técnicamente no es una reapertura, sino una inauguración. Pero se nota las ganas de los clientes por volver a dónde seguramente fueron muy felices. Visitamos Teatro (Av. del Paral·lel, 164) un miércoles lluvioso por la noche. Frente a la conocida dinámica de Barcelona entre semana, la sala está llena.
Hace apenas dos semanas que está en marcha y, nos explican, todavía no han abierto todas las reservas para asegurar el buen rodaje de la cocina y sala. Pero basta un vistazo alrededor para comprobar que todo funciona ya perfectamente -o al menos lo parece- perfectamente en las cuatro cocinas a la vista que, como escenarios, se reparten por el local.
En realidad la mayoría del equipo en cocina es nuevo, nos cuenta Oliver Peña (Enigma), al mando de los fogones. Joan Romans, director de sala en Tickets sigue aquí, controlando que todo salga perfecto en esta función.
Por cierto, nos alegra ver que en la carta -organizada a modo de un programa de teatro- se ha reservado un espacio para mencionar con nombre y apellido a los protagonistas de esta obra.
Los clásicos del Paralelo
Sigue sin haber -tampoco lo había en Tickets- menú degustación, y no hay planes de ofrecerlo. Algo que cuadra con la apuesta por mantener cierto aire informal, pero sin renunciar a la excelencia en cocina y sala. Un detalle que quizás explica bien esta idea: las servilletas son de papel, pero siempre hay alguien atento para renovarla cuando toca.
Aunque se ha renovado la mayoría de la carta, se mantienen cinco tapas bajo el epígrafe de "Los clásicos del Paralelo": pizzeta crujiente, corte helado de parmesano, olivas esferificadas, milhojas de alga nori y atún, y el maravilloso airbaguette de panceta ibérica.
La carta, muy pensada para picar y compartir, se estructura en snacks, tapas frías, los citados clásicos, tapas calientes, un apartado de molletes -delicioso el de trufa- y ostras, y otro de productos del mar con ortigillas, fritura de pescado y gamba roja sobre el escenario.
Destacable el arroz negro, y la caballa con vinagre, jamón y piparras. También los garbanzos con tripa que, rematados en la mesa con una picada de tomate, nos recuerdan que en esta función también hay hueco para el cuchareo serio.
Como platos principales, dos que dan mucho juego. Pesca del día embarrada -adobada y a la brasa- que se sirve para que el cliente monte sus propios bocados sobre una hoja de lechuga. Y para los que prefieran carne, un banh mi de pluma ibérica.
La fiesta continúa en Backstage, la coctelería del restaurante. Además de plantearse como parte de la experiencia Teatro también cuenta con su propio acceso desde la calle, y prepara ya una pequeña carta de platillos que le otorguen cierta independencia. Y, seguro que pronto, nombre propio en la pujante escena de la alta coctelería de la ciudad.
¿Ticket medio? Unos 50 o 60 euros. Por ahora abren de martes a viernes por la noche, y sábados y domingo mediodía y noche, pero pronto el horario se irá ampliando así que mejor consultar antes. Y reservar, porque conseguir mesa se complicará pronto.
Y es que había muchas ganas de que Tickets volviera. Porque incluso con diferente nombre y propiedad, el espíritu, la alegría y la buena cocina se mantienen. Y eso es, al fin y al cabo, lo único que importa.
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