Cómo es el galgo español, el representante de las tropelías más inhumanas de algunos cazadores y un conquistador de sofás

  • No está reconocida como raza por el American Kennel Club (AKC), pese a ser más antigua que el galgo inglés.
  • Puro músculo, fibra y ausencia de grasa, es un excelente modelo para estudiar anatomía canina.​
Galgo español.
Galgo español.
20minutos
Galgo español.

El galgo es una de las razas españolas más antiguas y con constancia por escrito de que ya recorrían nuestros campos cazando liebres y conejos desde el siglo XI, como así se conserva en una escritura de donación de heredad del año 1081, dónde aparece mencionado un galgo en el inventario de la propiedad y da idea del altísimo valor que se proporcionaba a la posesión de uno de ellos.

Lo que no está tan claro es cómo llegaron o quiénes los trajeron a esa Hispania, o Iberia, pretérita. El grupo de lebreles cazadores, que incluye a galgos españoles e ingleses, los afganos, los saluki, los borzoi, y azawakh entre otros, es una rama de los perros domesticados que se pierde en el tiempo, con pinturas rupestres del centro del Sáhara de los que serían sus ascendientes. 

Hay escasa evidencia escrita de los galgos antes de la Edad Media, por lo que no sabemos si fueron traídos por los fenicios, e incluso algunos aportan la hipótesis de que acompañaron a los pueblos celtas que se asentaron en la península provenientes de las Galias.

Galga
La galga Elsa
Vanessa M. Clavijo

Cuerpo de atleta y un carácter agradecido y profundamente sensible

Puede que asociemos a los galgos a una conducta hiperactiva, pero nada más lejos de la realidad. Podríamos comparar su necesidad de ejercicio a la de un guepardo: concentran su energía en una media hora de actividad diaria enloquecida, con carreras extraordinariamente rápidas, y eso les agota para el resto de la jornada.

Precisamente debido a esta tendencia suya de lanzarse a correr —serán los reyes y las reinas del corre-pilla en el parque junto a los demás perros, que no lograrán alcanzarlos nunca—, se recomienda tanto a los adoptantes de galgos que eviten soltarlos en zonas urbanas con tráfico cercano de vehículos o una escasa visibilidad en el entorno abierto, ya que pueden perderse de vista en un par de parpadeos con el riesgo que conlleva para ellos y el consiguiente momento de pánico que eso nos genera.

Esta recomendación también se sustenta en que no sería del todo apropiado indicar que son desobedientes, pues responden muy bien al refuerzo positivo si hay alimentos de por medio, pero podríamos decir que se toman la respuesta a nuestras órdenes con parsimonia y que puede ser necesario repetirlas más de una vez. Si se encuentran en ese entusiasta y exaltado momento de juego descontrolado, suele ser habitual que nos quedemos afónicos antes de que nuestro galgo atienda a la orden.

No en vano, se ha registrado que los galgos españoles pueden alcanzar los 60 kilómetros a la hora en terreno llano y recto. De hecho, otra curiosidad relacionada con ellos es que utilizan su larga, fina y flexible cola como timón para realizar giros bruscos y recortes manteniendo el equilibrio y la dirección.

En su faceta como perro de compañía, se han ganado una merecida reputación de ser tranquilos en casa, muy cariñosos y dulces con su núcleo familiar, aunque pueden mostrarse desconfiados con personas ajenas, y son pacientes con niños, gatos u otros animales si se les sociabiliza adecuadamente. También son frioleros debido a su falta de grasa y escaso pelaje, y apenas se recordará que convivimos con un perro cuando se hacen una perfecta rosquilla en el sofá, si se les permite el uso, o en su colchón o cesta durante horas, —que debe ser mullida para que no se claven sus propios huesos— tras las salidas a la calle. En sus momentos de actividad, como ya hemos dicho, son enérgicos y muy reclamantes de atención.

Además del galgo de pelo corto, está admitido el galgo de pelo duro semilargo, si bien son mucho más infrecuentes y difíciles de ver. En cuanto a colores, admite todas las variedades.

Febrero, el mes maldito

Cuando concluye la temporada de caza en febrero, los cheniles de los albergues y los voluntarios particulares se ven desbordados por la aparición de galgos (y podencos) abandonados, cuando no maltratados o tristemente sacrificados de las formas más crueles que cabría imaginar. La Fundación Affinity, que publica cada año un riguroso reportaje sobre abandonos en España, recoge el fin de la temporada de caza como la tercera causa de esta lamentable lista que, por cierto, nos sitúa en la innoble primera posición en el conjunto de Europa en cuanto a abandonos de mascotas.

Para informarnos sobre criadores oficiales de galgo podemos contactar con el Club Nacional del Galgo Español, o bien acudir a una de las asociaciones que se encargan de la loable y nunca suficientemente agradecida labor de rescate, recuperación y búsqueda de nuevo hogar para galgos abandonados, como SOS Galgos, y darle a Calima una segunda oportunidad para conocer lo que es una familia:

Divulgadora

Empecé Antropología Social y Cultural, tengo el certificado profesional del curso de técnica en gestión medioambiental, el curso “The Truth about Dogs and Cats” de la universidad de Edimburgo y el curso “Capacitación social en educación canina, tenencia responsable y gestión del bienestar animal” de la UNED. Colaboro escribiendo sobre animales en '20minutos', 'Etología Canina' y para la Cátedra de Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos. He criado con responsabilidad gatos y perros, he sido asistente de tiendas de animales y auxiliar de peluquería canina y felina y me he dedicado a la gestión, atención y mantenimiento de especies animales e instalaciones en núcleos zoológicos.

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