Internacional

El curioso caso de Erdogan: de intentar mediar para frenar el ataque de Putin... a 'taponar' la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN

Putin y Erdogan se estrechan la mano en una reunión.
EFE

Ni China, ni la UE, ni, evidentemente, Estados Unidos. Los tres quedan descartados como mediadores entre Rusia y Ucrania para que la guerra cese, pero alguien tiene que ocupar ese lugar y el país que más papeletas ha comprado para ello es Turquía. Se trata, eso sí, de un caso bastante paradójico porque el país otomano es miembro de la OTAN -y ocupa además un lugar importante- al mismo tiempo que no impone sanciones a Moscú y Recep Tayyip Erdogan tiene algunas similitudes con Vladimir Putin en cuanto a su concepto del escenario global. Al mismo tiempo es el único país de la Alianza que ha anunciado abiertamente su veto al acceso de Finlandia y Suecia.

El curioso caso de Ankara empieza por una suerte de equidistancia 'comprada' por todas las partes. Eduard Soler, investigador del CIDOB, explica a 20minutos que "mediar es una palabra un poco excesiva, más bien podríamos decir que Turquía es el facilitador" porque es el actor que vehicula digamos los contactos entre Rusia y Ucrania. "Seguramente lo que está haciendo es ofrecer un espacio que ninguno de los dos lo perciba como sesgado", continúa Soler. "Lo que es importante es que Turquía está aceptada como tal tanto por Moscú como por Kiev". Y es que lleva años "presentándose al mundo como una potencia mediadora", no solo en su 'vecindario' sino también hacia el mundo. "Esto es parte de lo que llamamos poder blando", concluye Soler.

"Un beneficio inmediato para Turquía es que tiene un argumento para no romper completamente con Rusia", dice Soler, que avisa de que en realidad Ankara "no quiere hacerlo" porque es un socio muy importante. "Turquía tiene dos especifidades: es un país de la OTAN y a la vez un país rivereño del mar Negro", y en el año 2015 "ya experimentó lo que es tener al Kremlin a malas, con sanciones, acusaciones por parte de Moscú, campañas de desprestigio, apoyo a los kurdos en Siria". Esto añade "un componente de miedo que le tiene Turquía a Rusia" y al mismo tiempo es "un eslabón débil dentro de la Alianza Atlántica" porque las relaciones con el resto de socios no han sido buenas en los tiempos recientes. "Turquía intenta guardarse las espaldas y a la vez es una apuesta que les está saliendo bien, porque te proteges y a la vez te reivindicas como un aliado útil".

Por su parte, Álvaro de Argüelles, analista de geopolítica en EOM sostiene que Turquía "tiene la ventaja de que es un miembro especial de la OTAN que además tiene experiencia en resolver conflictos con Rusia, y aquí lo que es interesante es retrotraerse a la última década". En la antesala de la Primavera Árabe y con la decisión EE UU de preocuparse en China, Turquía pasó a ser "un actor internacional por su cuenta". De esta forma, dice, "en la guerra civil de Siria el papel de Erdogan fue importante a cuenta del Kurdistán", pero "también lo hemos visto en Libia o cuando intervino en Nagorno Karabag".

"Turquía ha sabido llenar ese vacío incluso pese a haber sido maltratada por otros países en otros momentos"

En cuanto a la mediación en la guerra en Ucrania, añade, "Turquía ha sabido llenar ese vacío incluso pese a haber sido maltratada por otros países en otros momentos". Y es que incluso el país otomano "ha llegado a rivalizar con Francia y con Grecia" en el Mediterráneo. "Con Rusia tiene una especie de relación de amor-odio, porque Rusia sí ha reconocido ese papel de Turquía y aunque sus intereses son contrarios en casi todos los casos, se tienen un respeto mutuo", concluye el analista.

La 'validez' de Turquía como mediador es para De Argüelles importante, puesto que en cuanto a Rusia "tienen experiencia en cerrar acuerdos (Libia, Siria...) que pueden ser controvertidos, pero en los que hay una dinámica en la que los dos se entienden con relativa facilidad". Además, tener a Erdogan en el centro del tablero para Rusia "es incluso beneficioso al ser Turquía miembro de la OTAN". Moscú, al fin y al cabo, "se beneficia de que [el país] tenga ese estatus".

Además, otra particularidad de Turquía es que Erdogan guarda muchos parecidos (políticos) con Vladimir Putin. El régimen turco y el ruso conviven en una mezcla de autocracia y represión hacia la disidencia, pero también cuentan con elementos clave que sirven para presionar a la Unión Europea. Lo que para Moscú es la energía, para Ankara es la migración, como se puede comprobar el acuerdo del año 2015 por el que la Unión paga directamente a Turquía para que controle los flujos de llegada de refugiados. 

Una "neutralidad activa"

En el caso de la guerra en Ucrania, muchos hablan de "neutralidad activa" por parte de Turquía. ¿Por qué? Porque se trata de una neutralidad que no consiste en desmarcarse del conflicto o en no posicionarse, sino en hacer un equilibrio entre la condena a la invasión y el mantenimiento de los contactos con Rusia. Ningún país del estatus de Turquía lo ha conseguido de forma tan convincente (aunque otros como Hungría lo estén intentando).

Los vínculos turcos con Ucrania, por otro lado, son cada vez más fuertes. En 2021, Turquía fue incluso el mayor inversor extranjero en territorio ucraniano con un total de alrededor de unos 4.100 millones de euros y el volumen del comercio bilateral alcanzó los casi 6.800 millones de euros en 2021 durante todo el año pasado. Asimismo, solo un mes y medio antes de la invasión los dos presidentes, Erdogan y Volodimir Zelenski, firmaron un acuerdo de libre comercio entre ambos países.

El último papel que ha asumido Turquía en la crisis ha sido el del malo de la película dentro de la OTAN. ¿Por qué? Porque Erdogan ya ha avisado de que no está a favor de la entrada de Suecia y Finlandia en la Alianza Atlántica, alegando que ambos países son "refugio para terroristas" al, según él, respaldar la actividad de las milicias kurdo-sirias de las Unidades de Protección Popular, afines a las fuerzas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado por el Gobierno como una organización terrorista.

En cambio, ni Finlandia ni Suecia tienen constancia que vaya a haber bloqueos a su acceso a la OTAN. Helsinki ha pedido a Turquía que "aclare su posición" pero mientras Erdogan juega la que quizás sea la baza más llamativa de toda esta crisis. Es miembro de la OTAN pero veta la entrada de nuevos miembros, se mantiene cerca de Rusia para intentar mediar dese dentro de la propia Alianza y busca ser un verso suelto entre sanciones que no respalda y una condena de la guerra que nunca se ha puesto en duda pese a todo.

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