Aunque sepamos que hay algunas razas, tanto felinas como caninas, asombrosamente antiguas, suele ser difícil e improbable que exista documentación escrita y conservada sobre sus orígenes.

Con el gato del bosque de Noruega tenemos la suerte de mantener a buen resguardo los documentos que escribió un sacerdote danés que vivió en Noruega llamado Peter Friis y que en 1599 habló de lo que denominaba “norsk skogkatt”, literalmente gato del bosque noruego, con una terminología diferente de la que dedicaba a los linces o gatos salvajes de la región. Se cree, aunque no se puede afirmar con una certeza absoluta, que estos fueron los antepasados de la raza moderna que hoy nos ocupa.

Aparentemente, vivieron durante siglos adaptados a los fríos bosques del norte, con una utilidad orientada a mantener libres de ratas los poblados y viajando con los comerciantes escandinavos germanos en sus tradicionales barcos, y no fue hasta bien entrado el siglo XX que se comenzó un programa de cría y registro al reparar que estos bellísimos felinos domésticos tenían un aspecto que les hacía especiales.

Pero con esta raza en particular su historia es aún más fascinante. Como me leeréis a menudo, las dos guerras mundiales causaron verdaderos estragos en un buen número de razas domésticas que estuvieron al borde de la extinción.

Tanto fue así, que el club noruego de la raza, creado en 1938, prohibió la exportación de cualquier ejemplar fuera de sus fronteras para enfocarse en la recuperación y conservación a través de un programa de reproducción oficial.

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Habría que llegar hasta 1970, cuando la raza estaba finalmente recuperada y se disponía de un patrimonio genético adecuado, que se permitió, y bajo estrictas condiciones, que los gatos del bosque de Noruega pudieran ser adquiridos y enviados fuera de su país de origen.

Debido a esta singularidad, las organizaciones internacionales de registro de razas felinas no tuvieron acceso a ellos hasta hace relativamente poco.

Pinceles en las orejas y un perfil triangular sin stop en la nariz

Este gato, considerado entre las razas grandes, puede alcanzar los ocho kilos de espeso pelo semilargo y una anatomía musculosa y robusta, sin que afecte a su agilidad u otras habilidades felinas como trepar a cualquier altura que represente un divertido desafío. Comparte con el maine coon el desarrollo lento, alcanzando la madurez alrededor de los tres años.

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Las tonalidades de manto admitidas para el gato del bosque de Noruega son muy variadas y apenas tiene unas pocas excepciones. Y lo mismo sucede con los patrones, o combinaciones de colores, que cuentan con una amplia gama admitida en el estándar oficial.

Es un gato apto para la convivencia con otros animales y con niños, con facilidad para adaptarse a todos los estilos de vida siempre que disponga de una estimulación ambiental adecuada para su carácter curioso y audaz.

Por supuesto, debido a su abundancia de pelo, exige un cuidado más concienzudo de cepillado e higiene, especialmente durante la muda estacional de primavera, donde se desprende del denso subpelo que le ayuda a sobrellevar el gélido invierno con lluvia y nieve de su zona originaria y es otra de las particularidades únicas de esta raza. Esta doble capa, de hecho, es tan espesa que hace que el agua tenga dificultad para penetrar y lo hace casi impermeable y un excelente aislante.

Por ser una raza, también, con una creciente popularidad, vuelvo a recordar lo importante que es acudir a un criador especializado y que garantice que sus gatos están libres de cualquier enfermedad hereditaria como trastornos cardíacos y degeneración muscular. Para localizar a los criadores en activo de gatos del bosque de Noruega, recomendamos acudir a la Asociación Felina Española.

Y como conocer y querer las razas saludables no está reñido ni es incompatible con sentir adoración por cualquier gato sin raza, queremos fomentar la adopción de aquellos que han tenido una vida dura o pasan ahora por un momento incierto sin hogar estable y necesitan que les hagamos un hueco en nuestra vida, como Rosco, este pirata rojo tabby que el mismísimo dios Odín, El Tuerto, aprobaría desde su trono en Asgard.

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