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Así vive España el primer día sin mascarilla: "Siento presión, quiero quitármela pero luego veo a gente con ella... y me la vuelvo a poner"

Desde primera hora de este miércoles -poco después de las 7.30 horas ha salido publicada la nueva norma en el Boletín Oficial del Estado (BOE)- el uso de la mascarilla ya no es una obligación en espacios interiores. Salvo en medios de transporte públicos, en centros sanitarios y en residencias de mayores, donde sí hay que seguir cubriéndose boca y nariz, en el resto de espacios interiores como tiendas, museos, gimnasios, supermercados, cines, centros comerciales o empresas (si así lo determinan los departamentos de riesgos laborales de estas) llevar mascarilla para protegerse del covid o de cualquier otra enfermedad respiratoria pasa a ser una opción personal.

Un equipo de 20minutos ha salido a la calle este miércoles por la mañana para comprobar la acogida de la nueva norma entre la ciudadanía. Quizá tras dos semanas de convivencia con la nueva norma, y con los datos de la transmisión del coronavirus que deje la Semana Santa ya publicados, las respuestas de los vecinos consultados hubieran sido diferentes. Así como la estampa vista en la calle. Pero a día de hoy, con la medida recién estrenada, son más las personas que siguen llevando la mascarilla en interiores que las que optan por librarse de ella ya.

Es un aditamento común y, salvo que haga mucho calor, la soporto bien"

Marisa tiene 61 años. Trabaja en un colegio y se dispone a coger el metro en Madrid. Aunque en los andenes y las estaciones de tren ya es posible quitarse la mascarilla -norma que aplica Metro de Madrid-, ella prefiere seguir "una semana o quince días" más con la mascarilla puesta "hasta ver cómo evoluciona" la pandemia. "No hay casi ventilación, o yo no la percibo, y hay mucha gente", añade a pie de andén, con el vagón ya asomando en la estación, para explicar por qué se siente más segura manteniendo este hábito que hemos adquirido durante los últimos dos años. Lo mismo hará en el centro escolar en el que trabaja, pues aún necesita un tiempo para habituarse: "En un principio no me la voy a quitar", asegura.

Lo mismo piensa Irene, una joven de 18 años que espera a que llegue el siguiente metro. "La voy a seguir llevando puesta por precaución y por la gente que todavía quiere llevarla", afirma. Lo mismo hará cuando vaya a las tiendas o a la biblioteca a estudiar, porque se siente más segura y por respeto y solidaridad con las personas que optan por seguir cubriéndose boca y nariz. "Hasta que se normalice, por si acaso", asiente. 

Prácticamente todas las personas que bajan al metro lo hacen con la mascarilla puesta, a pesar de que el nuevo decreto ya lo deja en una recomendación. Solo una persona vemos sin mascarilla. Está comiendo una chocolatina. Se la sube en cuanto nos acercamos. "Me la voy a quitar", afirma con rotundidad Noemí, de 25 años, al ser preguntada por la nueva normativa. 

"Pero es verdad que se siente un poco de presión, porque sales a la calle con la idea de quitártela y luego ves que la gente no se la quita y me la pongo por vergüenza. Eso es lo que me pasa a mí, si no, me ha habría quitado ya". En la universidad, cuenta, tiene pensado no ponérsela, pero de nuevo cita a las personas que le rodean: "Si veo que todos mis compañeros la llevan, por respeto [la seguiré llevando]", termina la joven estudiante.

¿Te parece bien que no se obligue a llevar mascarilla en andenes y estaciones?

En el Mercado de Santa María de la Cabeza la foto es similar, la mayoría de las personas siguen tapándose media cara. Ángeles tiene 65 años, sale con la mascarilla puesta del recinto, en cuya puerta hay ahora un cartel en el que se recomienda el uso de la mascarilla al acceder al interior. Hasta este martes, el anuncio era diferente e incluía la palabra "obligatoria". "En el mercado, por respeto a los demás y porque hay un cartel que así lo aconseja, voy a seguir utilizando la mascarilla. En la calle me la quito. Iré haciéndolo con sentido común, si veo que hay mucha gente, de momento no me la quitaré. Para mí la mascarilla es un aditamento común y, salvo que haga mucho calor, la soporto bien", comenta.

Nos trasladamos a un gimnasio del centro de la capital. Por la mañana estos centros suelen estar menos concurridos y los clientes que vemos aprovechan para hacer su dosis de ejercicio sin mascarilla. Así lo cuenta Claudia, de 18 años, que acaba de terminar de hacer deporte sin el "agobio" que dice sentir al correr con el 'tapabocas'. "Ahora sin mascarilla te sientes más libre. Casi nadie la llevaba", cuenta, al tiempo que explica que está vacunada y no tiene miedo al virus. En cambio, al pensar en museos, cines o supermercados, sí dice que la llevará a mano por si considera que hay mucha gente.

El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado este miércoles el Real Decreto 286/2022, de 19 de abril, que, más de dos años después del inicio de la pandemia del coronavirus, elimina la obligación de llevar mascarilla en espacios cerrados.

Al mismo gimnasio que Claudia acude Manuel, de 62 años. Él sí opta por hacer ejercicio con mascarilla. Está acostumbrado, dice con ella en la mano. De momento, es otra de las personas que va a seguir llevándola en interiores porque "además, quitamos gripes". Sin embargo, también muestra ganas de olvidarse de esta etapa: "En cuanto pueda, me la quito entera", exclama.

Juan Manuel conduce un taxi. Tiene 48 años. Como medio de transporte de viajeros, la mascarilla sigue siendo obligatoria para él y para los clientes. No ha cambiado nada en su caso. Sin embargo, asegura que "muchos clientes que se saltan la ley y hay que llamarles la atención", pues él agradece seguir con las mascarillas, pues un taxi "es un espacio muy reducido". Como ciudadano, al ir a hacer la compra, cuenta que seguirá llevando mascarilla, no porque tenga miedo sino porque se trata de una medida que busca "el bien de todos" y "no cuesta trabajo".

Se trata de una medida que busca "el bien de todos" y "no cuesta trabajo"

Por su parte, Álvaro, de 20 años, es de las pocas personas que vemos entrando en un comercio sin mascarilla. Se trata de un estanco, donde la trabajadora, tras una mampara de protección prepandemia, tampoco lleva mascarilla. Al salir después de comprar tabaco, explica que el primer día en clase sin mascarilla ha sido un "alivio" porque "no tienes ese agobio de estar con la mascarilla todo el rato". En su caso, él echaba de menos ir con la cara descubierta y ha recibido la nueva normativa "con muchas ganas". En su grupo de amigos, prosigue, hay alguno que prefiere llevar la mascarilla, pero por "presión social acaba quitándosela".

Lourdes, de 49 años, trabaja en una floristería. Esta mañana ha seguido atendiendo con mascarilla a sus clientes, la mayoría de los cuales también la han mantenido al entrar. Considera que ha habido "poca" información sobre el cambio de norma y, tras hablar con su jefe y acordar que cada uno hiciera lo que considerara oportuno, ella ha optado por seguir con la mascarilla.

A las puertas de un edificio de oficinas municipales del Ayuntamiento de Madrid nos encontramos con Ana, de 48 años, que vuelve del descanso para almorzar sin mascarilla junto a otra compañera que sí la sigue llevando. Ella es otra de las personas que se muestra "contenta" con la relajación de esta restricción frente al coronavirus que el Gobierno ha justificado con la actual situación epidemiológica -los indicadores principales de vigilancia en nivel de riesgo bajo y el 92% de la población mayor de 12 años ya tiene pauta completa de vacunación, y más del 92% de los mayores de 60 años también han recibido ya la dosis de refuerzo

Esta trabajadora relata que esta mañana ha salido de su casa sin mascarilla. No piensa usarla en su puesto de trabajo ni al ir al supermercado. "Estoy encantada. En el trabajo he estado hoy fenomenal, pues estábamos asfixiados. Y en el bar donde hemos estado el camarero ya nos ha atendido sin mascarilla", celebra.

Redactora '20minutos'

Periodista y portadista en 20minutos desde 2012. Empecé en la sección de Multimedia y de ahí he pasado por Redes, Cultura, Cierre y Mi Bolsillo. Desde hace cuatro años formo parte del equipo de Última Hora lidiando sobre todo con el coronavirus. Me gusta escribir de salud, ciencia, medio ambiente, educación y temas sociales.

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