OPINIÓN

Infelices

A veces, a pesar de la tristeza, el bloqueo emocional puede provocar una incapacidad para llorar.
A veces, a pesar de la tristeza, el bloqueo emocional puede provocar una incapacidad para llorar.
PIXABAY
A veces, a pesar de la tristeza, el bloqueo emocional puede provocar una incapacidad para llorar.

Nos enteramos por la encuesta anual Global Happiness de que España se considera el segundo país más infeliz de Europa; nos supera únicamente Hungría, hundida en el ensimismamiento. Los españoles, incluso con doce puntos por debajo de la media europea, hemos subido diecisiete respecto a cómo nos sentíamos en 2020: un esfuerzo importante, una muestra de ese carácter correoso (ahora prefieren llamarlo resiliente) que ha permitido que esta sociedad saliera adelante cuando quien la limitaba, por lo general sus gobernantes, le da la más mínima oportunidad.

No es así como nos quieren ver, no es cómo nos queremos ver: la publicidad exterior destinada al turismo insiste en la luz, en el color, en la diversión continua, punteada con alguna siesta, que el viajero puede obtener aquí: en lo que a algunos mensajes se refieren, continuamos en 1964, con el clavel reventón entre los dientes. No nos veían así los primeros viajeros, aunque igualmente estereotipados, les impresionaba la sensación de dignidad, la facilidad para la violencia y la austera belleza del paisaje y las ciudades. La paleta y la mirada de Zurbarán, Velázquez o el Greco observaban y fijaban esos colores y esos rostros.

En realidad, la literatura siempre ha sabido que este era un país con veleidades melancólicas

En realidad, la literatura siempre ha sabido que este era un país con veleidades melancólicas, ocultas bajo la resignación ante lo inevitable y la lucha constante aunque todo esté perdido. Segismundo no sabe por qué sufre. Fuenteovejuna, sí. Lo importante es continuar, con todo, pese a todo. La felicidad, por puntos o por días, es esa lucha. 

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