Javier Moreno Presidente de la delegación socialista española en el Parlamento Europeo
OPINIÓN

Una infancia libre de guerra

Dos niños ucranianos juegan, este domingo, en un centro comercial de Polonia habilitado para acoger a refugiados que huyen de la invasión rusa.
Dos niños ucranianos juegan en un centro comercial de Polonia habilitado para acoger a refugiados que huyen de la invasión rusa.
Alejandro Martínez Vélez / EP
Dos niños ucranianos juegan, este domingo, en un centro comercial de Polonia habilitado para acoger a refugiados que huyen de la invasión rusa.

La agresión de Putin a Ucrania ha llevado a nuestros hogares las terribles imágenes de la guerra, las casas destruidas por los bombardeos, los muertos abandonados en las calles, el dolor y la desesperación en los rostros de los supervivientes. Desde los primeros días de la guerra también hemos sido testigos a través de los medios de comunicación de como miles de personas se agolpan en trenes y autobuses para escapar de la destrucción y encontrar un lugar seguro.

Más de 10 millones de ucranianos y ucranianas han dejado sus hogares. En la mayoría de los casos mujeres, llevando a sus hijos e hijas de la mano y cargando con las pocas cosas que caben en una maleta.

Hasta el momento, más de 4 millones han cruzado la frontera de países de la Unión Europea, la mayor afluencia de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Esta vez podemos estar orgullosos de cómo han respondido las instituciones europeas y los Estados miembros, pero también y sobre todo orgullosos de la respuesta de tantos ciudadanos y ciudadanas que han mostrado su solidaridad y generosidad enviando ropa, alimentos, dinero y abriendo la puerta y el calor de sus hogares a familias ucranianas.

En pocos días, y por primera vez, se activó la directiva europea de protección temporal, una herramienta que permite acoger rápidamente a los refugiados, brindándoles de inmediato alojamiento y los cuidados que necesitan, así como la oportunidad de trabajar y escolarizarse.

Pero si el dolor de una guerra afecta a toda la población que la sufre, hay que decir que la tragedia adquiere una dimensión más atroz cuando las víctimas son niñas y niños.

La tragedia adquiere una dimensión más atroz cuando las víctimas son niñas y niños

Aunque pasará tiempo hasta saber el número de vidas que se cobra esta guerra, se estima que hasta ahora, han muerto más de 170 menores bajo los escombros de los bombardeos en sus casas e incluso en hospitales infantiles, que no se salvaron de la ferocidad de la agresión.

De lo que sí tenemos cifras es de personas que han salido de Ucrania. Según el último informe de Unicef, las mujeres y niños representan el 90% de todos los refugiados, y casi la mitad de ellos está en edad escolar. Niños y jóvenes que llegan con sus madres, algún familiar o amigo de la familia; pero también muchos llegan solos, subidos a un tren por sus padres con la esperanza de que estén a salvo en la Unión Europea. Niños y jóvenes asustados y traumatizados que vivieron durante días en los sótanos de sus casas, desvelados por sirenas antiaéreas y las explosiones, que de la noche a la mañana dejaron sus juegos y sus sueños atrás y tuvieron que despedirse de sus papás, que se quedaron luchando, sin la certeza de volver a abrazarlos.

La urgencia es protegerlos, acogerlos y poner a su alcance todos los medios para superar estos momentos de miedo y confusión para que recuperen lo antes posible la vida que deben vivir todos los niños. En este sentido, la Unión Europea está actuando con diligencia. En el Parlamento Europeo acabamos de aprobar una resolución que establece todos los pasos que se deben dar para alcanzar este objetivo.

En primer lugar, abrir corredores humanitarios seguros para rescatar a los niños y niñas más vulnerables, en particular a quienes se encuentran en orfanatos u hospitales. Se estima que más de 100.000 menores viven en centros de acogidas e internados en Ucrania y que la mitad de ellos tienen discapacidad.

Se estima que más de 100.000 menores viven en centros de acogidas e internados

Con la misma urgencia, debemos poner todos los medios a nuestro alcance para evitar que caigan en las redes de tráfico de personas y se conviertan en víctimas de abuso y explotación. Ello exige la máxima colaboración entre las agencias europeas como Europol, Frontex y la nueva Agencia por el Asilo y los Estados de acogida. Es imperante establecer un sistema de registro coordinado a nivel europeo que permita identificar e integrarlos rápidamente en los sistemas nacionales de protección, evitando perderles el rastro. A los menores no acompañados, que son los que corren un mayor riesgo de sufrir violencia, abusos y explotación, se les debe asignar inmediatamente un tutor legal, una figura que los acompañe hasta que encuentren una solución de acogida definitiva. Algo que nos recuerda que en suelo europeo hay miles de menores no acompañados que vienen de otros conflictos bélicos.

Esta es la urgencia. Pero tenemos que ser conscientes de que esta guerra puede durar mucho tiempo y que luego tocará una labor ingente de reconstrucción, por eso es importante planificar desde ya la integración de estos menores en nuestras comunidades. Porque su sufrimiento no termina cuando salen de Ucrania y ponen a salvo sus vidas. ¿Podemos imaginar lo que supone para un niño llegar, en muchos casos solo, a un país nuevo, con gente que no conoce y cuyo idioma no entiende?

Los niños tienen el derecho y la necesidad innata de sentirse protegidos por sus padres, por familiares o por un cuidador o cuidadora permanente, de ahí que acoger a los menores no acompañados en familias y comunidades debe ser la prioridad.

Necesitan cuidados, ropa y alimentación. Pero también encontrar cuanto antes lo más parecido a la normalidad, volver a jugar y a sonreír. Para ello, debemos dedicar atención y recursos que garanticen asistencia psicológica, ayudándoles a superar sus experiencias traumáticas.

La escolarización es una de las mejores vías para su integración. Que retomen los estudios lo antes posible, que se matriculen en los cursos correspondientes a sus edades y que vuelvan a sentir la cercanía de los compañeros y compañeras de clase es un gran desafío para nuestros sistemas educativos.

La Unión Europea tiene las herramientas económicas y las habilidades para ayudar a los Estados de acogida, comenzando por la Garantía Infantil, un fondo diseñado específicamente para apoyar a los menores en dificultades, para prevenir la pobreza y la exclusión social garantizando el acceso a servicios sociales como la educación, la asistencia sanitaria, así como a una vivienda adecuada.

Al mismo tiempo, la Comisión Europea ha permitido el uso de los Fondos de Cohesión y del Fondo de Asilo e Inmigración para hacer frente a esta nueva emergencia; y el Parlamento ha decidido aumentar aún más el presupuesto de los fondos dedicados a la Ayuda de Emergencia.

Y no debemos olvidar a las familias ucranianas que se han quedado en su país, bien por decisión propia o porque no han podido huir. Tenemos que seguir trabajando sin descanso en nuestro apoyo al pueblo ucraniano, que solo quiere que esta guerra termine ya y recuperar sus vidas.

Los niños y niñas de cualquier parte del planeta se merecen amor, cuidados, protección, educación, atención sanitaria… todo lo que necesitan para crecer y desarrollarse como personas, todo menos una guerra.

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