Francia, entre el yin y el yang: Macron y Le Pen se disputan la presidencia y el futuro de la UE

  • Macron se sabe desgastado y promete cambios en su gestión mientras Le Pen se reivindica como moderada.
  • Los comicios se acabarán decidiendo en función de lo que voten los electores de Mélenchon en primera vuelta.
Macron y Le Pen.
Macron y Le Pen.
Carlos Gámez
Macron y Le Pen.

Hubo un tiempo en el que Francia elegía entre Mitterrand o Giscard D'Estaing o entre Jospin y De Gaulle. Hubo un tiempo en el que Francia era el país de los grandes consensos. La última vez que el camino del centro fue el que agrupaba a las fuerzas políticas fue quizás cuando Hollande y Sarkozy se vieron las caras. Ahora el panorama es otro, de más ruptura, de dos opciones que representan dos modelos que no tienen casi nada que ver. Emmanuel Macron y Marine Le Pen se ven las caras este domingo en la segunda vuelta de las presidenciales, repitiendo el cara a cara de 2017 y poniendo a Francia en un brete: tiene que elegir entre el yin y el yang.

Macron se impuso en la primera vuelta con el 27,8% de los votos, mientras Le Pen alcanzó el 23,1%. La distancia es realista. Hace cinco años, en estos mismos lares, el 'referente' liberal se elevó en segunda vuelta al 66% mientras que la candidata, también lideresa pero de la derecha radical, se quedó en el 34%. El margen, entonces casi kilométrico, ahora será más estrecho. ¿Por qué? Por una mezcla de aceptación de ella y de errores de él. No es lo mismo ser la sabia nueva que un presidente que, como el propio Macron reconoce, se ha pasado media legislatura "gestionando crisis" y la otra media con algún error no forzado, como el que dio aire a los chalecos amarillos. Le Pen ya no da tanto miedo, Macron ya no genera tantas buenas vibraciones. Ahí elige Francia.

Daniel Gil, de Political Room, comenta a 20minutos que "aunque Le Pen haya cambiado su discurso sobre la UE y no quiera salir del euro lo que plantea es una enmienda a la totalidad a la Unión. Todo el programa de Le Pen es incompatible con la actual UE. No pueden ser dos modelos más distintos". Gil, además, va a los matices. "Lo que hay que entender es que Le Pen no tiene la fuerza suficiente para construir la UE que ella quiere, pero sí tendría la fuerza necesaria para frenar la que hay actualmente", y pone ejemplos. "En política exterior puede usar su veto a discreción" respecto a Rusia, la PESCO -la integración en materia de Defensa- "la puede dejar hecha añicos, porque Francia es el mayor poder militar".

"La UE seguirá existiendo con Le Pen, pero una victoria suya supondría un freno a la integración", añade Gil. Esta propuesta confronta con la de Macron. "Es cierto que es ambicioso y requeriría que la UE mostrara más ambición en muchos asuntos en los que hasta ahora ha pasado de puntillas", prosigue, "pero si gana se le abrirá una ventana de oportunidad porque en Alemania se encuentra un Gobierno más proclive a la integración europea de lo que la veía Merkel". Eso será una ventaja para la Francia (y para la Europa) de Macron. En este sentido, añade, "la debilidad del liderazgo de Scholz encumbra a Macron como líder europeo, y podrá marcar la agenda".

Por su parte, Víctor Déniz, analista internacional y politólogo, sostiene que Francia "está eligiendo entre dos sistemas de país irreconciliables en uno y con el otro", es, para él, "una suerte de lucha entre el internacionalismo y el nacionalismo, incluso habría ir mucho más allá". Sobre una posible victoria de Le Pen, Déniz cree que "no va a ganar, pero sí estará muy ajustado", aunque la clave para él está en que "su discurso se ha normalizado, en parte porque le han puesto unas condiciones inmejorables, tanto Eric Zemmour", que al ser más radical que ella le ha permitido quedarse con la imagen de moderada, "como Macron durante cinco años con bastantes medidas antisociales".

Ella ha tomado apuntes, ha aprendido de lo que pasó 2017 y está poniendo ese aprendizaje en práctica en 2022

"Ella ha tomado apuntes, ha aprendido de lo que pasó 2017 y está poniendo ese aprendizaje en práctica en 2022", añade, en referencia a que ha tratado (y en parte conseguido) llevarse voto tanto de la izquierda como de la derecha, aprovechando en cierta medida el declive de los partidos tradicionales. Eso sí, el caso francés es particular en cuanto al dibujo y al lenguaje político. "En España nos hemos quedado en la lógica derecha-izquierda, pero eso en Francia ya no es así. El sistema es otro. Cada cinco años el francés ya se ve obligado a elegir a la opción menos mala". 

Y aquí entran en juego los votantes que en primera vuelta eligieron a Francia Insumisa. "El 22% de votantes de Mélenchon si no aplicásemos ese esquema se abstendría como modo de castigo", continúa Déniz, que en cambio tiene "confianza en que entiendan que son responsables" a la hora de no elegir a la candidata de la derecha radical: "Pero Macron arrastra un quinquenio que fue muy complicado", sentencia.

Precisamente el peligro de una alta abstención es ahora menor que en la primera vuelta, pero eso no quiere decir que Francia no viva sumida en el descontento: los jóvenes no votan, Le Pen gana en las provincias y Macron aguanta en las ciudades porque, al fin y al cabo, es el candidato de aquellos ciudadanos "a los que les va bien". Poco se mueven las aguas. El presidente no ha logrado cambiar su discurso hacia el contenido más social, y la oponente de RN dice ser lo que no es: su programa no es de izquierdas, pero sí rupturista. Tiene, de hecho, bastantes propuestas que son contrarias a los actuales Tratados de la UE.

Alba Moreno, periodista, politóloga y directora del podcast Elegidoz explica que Le Pen ha conseguido lo que se había planteado desde el principio. "Ha hecho digamos una desintoxicación del partido, con una campaña más cercana, fotos con personas migrantes. Se ha centrado en dirigirse a las clases obreras. En presentarse como la candidata del pueblo", añade. Todo ello pese a que por ejemplo su programa económico esté orientado hacia la derecha, con bajadas (o la eliminación) de impuestos a las rentas altas.

Macron está en una situación diferente. "Él ahora tiene cinco años muy complicados a su espalda", reconoce Moreno. Uno de los puntos fuertes que tiene Macron, considera, "es que a pesar de esto tiene capacidad para debatir, para explicar y para defender su legado. Ya hemos visto que no ha hecho mucha campaña, pero creo que en parte es porque no la necesita". Su enfoque, en este sentido, ha sido muy particular: "Ha estado muy centrado en ser el líder europeo y eso también era parte de su campaña".

Ya hemos visto que Macron no ha hecho mucha campaña, pero creo que en parte es porque no la necesita

¿Y cómo se plantea el futuro? Moreno lo tiene claro: "Francia el domingo se juega muchas cosas. Estas elecciones son un referéndum entre Europa sí o Europa no. Pese a la desdiabolización de Le Pen, tiene el mismo mensaje sobre la Unión Europea que en 2017, pero lo vende de forma diferente. Francia se la juega en otros muchos aspectos, pero para Europa son fundamentales". Francia no es un país cualquiera. Francia no marca solo su propio paso, sino que influye directamente en el de los demás. Con Le Pen tenderá a correr en otra dirección; con Macron necesitará cambiar el ritmo si este quiere ser recordado como un digno ocupante del cotizado asiento de mando en el Elíseo.

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