Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

'Catalangate', propaganda para tensionar

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, comparece tras valorar el supuesto caso de espionaje a independentistas.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, comparece tras valorar el supuesto caso de espionaje a independentistas.
EUROPA PRESS
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, comparece tras valorar el supuesto caso de espionaje a independentistas.

Los partidos, medios y entidades independentistas llevan unos días subidos a la parra de la indignación por unas supuestas escuchas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a una sesentena de personas relevantes del mundo separatista a través del programa de ciberespionaje Pegasus. Solo hay informaciones promovidas por una plataforma de ciberseguiridad llamada CitizenLab, pero ninguna prueba de ello, y tampoco ninguna evidencia de que ese espionaje, en caso de ser cierto, se hubiera efectuado sin la preceptiva autorización judicial. Solo entonces se habría cometido un delito por el que habría que dar explicaciones y asumir responsabilidades dentro del CNI y por parte del Gobierno. Ahora bien, hay una pregunta previa, ¿es lícito que los servicios de inteligencia de una democracia investiguen y, llegado el caso, escuchen las conversaciones de personalidades relevantes que trabajan con el objetivo de romper el marco constitucional y la unidad territorial?

La misión del CNI es saber cuáles son los peligros a los que se enfrenta nuestra democracia constitucional, y por ello no es escandaloso que dicho organismo hubiera podido espiar a los independentistas antes de 2017. En realidad, esa era su obligación cuando desde 2015 esos dirigentes y sus colaboradores reiteraban que tenían el propósito de imponer la secesión en 18 meses. Si ha habido escuchas posteriores, siempre avaladas por un juez, insisto, tampoco sería reprobable porque en algunos casos se refiere a personas condenadas por la comisión de un delito de sedición, que afirmaban que volverían a hacerlo, u a otras que se fugaron de la acción de la justicia. Por otro lado, tras la sentencia judicial del procés, en octubre de 2019, hubo una plataforma clandestina llamada Tsunami Democràtic que promovió acciones como la ocupación del aeropuerto del Prat, la ocupación ilegal de calles y una protesta que acabó en disturbios públicos con quema de mobiliario urbano y ataques a la policía.

Finalmente, todo esto de las escuchas no es nuevo. El republicano Roger Torrent ya publicó una novela de espías en 2021 sobre su presunto caso de espionaje a través de Pegasus. El semanario catalán El Triangle ha explicado que el Catalangate es en realidad un montaje propagandístico preparado desde hace meses, con una web que se registró ya en enero. Y El Confidencial ha descubierto que una de las supuestas víctimas de las escuchas promovió el informe de CitinzenLab solo sobre los activistas catalanes. El independentismo carece de estrategia, pero necesita munición para entretener a su parroquia y seguir con el victimismo. ¿Peligra de verdad el apoyo de ERC a Pedro Sánchez? No es probable. Es solo propaganda para tensionar la aburrida situación. 

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