OPINIÓN

No hace falta mirar

Registro en la casa de Óscar S, uno de los investigados por la muerte de Esther López.
Registro en la casa de Óscar S, uno de los investigados por la muerte de Esther López.
CLAUDIA ALBA / EUROPA PRESS
Registro en la casa de Óscar S, uno de los investigados por la muerte de Esther López.

Este es un país que muestra serios problemas con la ficción, que produce novelas realistas, series costumbristas, acostumbrado a interpretar la realidad como si fuera ficción (ojalá viviéramos, en realidad, una delirante novela que ya dura dos años largos) y a recrear la realidad, sobre la que genera chistes, memes y dichos.

Esa forma de sobrevivir a generaciones de violencia, miseria, desigualdades y corrupción genera un particular aire cínico frente al dolor ajeno, un juicio rápido que convierte a los sufrientes en personajes y los hechos terribles en naderías. Se toquetean los peores crímenes, se manosea la intimidad de quienes ya no están. El lector de novela negra cree saber un punto más de lo que el investigador conoce. Los juicios paralelos nos hacen sentir en el lugar correcto y seguro, el espacio del que sabe.

Ahora ese ejercicio de cinismo recae sobre Esther López: en otras ocasiones fueron Toñi, Desirée, Miriam, Rocío, Diana

Con las mujeres que han sufrido violencia se trasluce de manera perversa la idea de que podrían haber evitado lo que les ocurrió, que hay alguna lógica (retorcida, pero aplastante) en que fueran ellas y no otras. Ahora ese ejercicio de cinismo recae sobre Esther López: en otras ocasiones fueron Toñi, Desirée, Miriam, Rocío, Diana. Nombres que proceden de un pasado ya remoto, diseccionados con saña: qué hacían, cómo vestían, cómo se atrevieron. Cómo aparecieron. Nadie nos manda que miremos cuando conducimos junto a un accidente. Hay elección y maneras de tratar a las víctimas y sus familias con respeto y dignidad. Y si buscan el morbo, el escalofrío del horror, tienen suficientes novelas para leer.

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