Nos gustan los restaurantes donde, además de disfrutar y comer bien, uno aprende cosas. Y en China Crown (Casp, 48) hemos descubierto un par: la Casa Calvet, edificio que fue diseñado por Gaudí entre 1889 y 1900, y el concepto de cocina imperial china.
Un espacio realmente singular que combina el diseño modernista de las oficinas de la industria textil de los Calvet que se ubicaba en esta zona del edificio -con un suelo, cristaleras y mamparas de madera realmente espectaculares- y jarrones, porcelana y textiles chinos.
Una visita más que recomendable para cualquier apasionado de la obra de Antoni Gaudi -es la única zona de acceso público del edificio, de hecho- pero donde, además, se puede disfrutar de esta alta gastronomía china, siempre adaptada a paladares y gustos occidentales.
No tanto en las recetas, sino en la selección de platos. Por ejemplo, las texturas gelatinosas que tanto se estilan en la cocina china -también en los momentos de fiesta- aquí quedan relegadas por platos más asumibles para nuestros paladares.
El pato Pekin -pato imperial Beijing, según leemos en la carta- es, claro, el protagonista de todo festín que se precie. Piel con un crocante maravilloso, tortitas finas para no restar protagonismo a la carne y, por supuesto, una gran puesta en escena para su trinchado, servicio y preparación del primer bocado.
Y es que el espacio se presta a cierta elegancia, con un servicio de sala bien cuidado y la apuesta por la preparación de algunos platos frente al comensal. Resulta muy vistoso, por ejemplo, la corvina ahumada con soplete bajo una hoja de loto y servida con un excelente arroz.
Muy bonito también el menaje para los entrantes -la vieira siempre nos parece prescindible, aunque es muy apreciada en la cocina asiática y en otros países- y también el joyero en el que llegan los últimos postres del menú.
Abre todos los días excepto domingos noche. No hay menú degustación pero la carta es muy manejable, tanto si buscamos platos que nos resulten muy familiares -recomendable pasarse por la sección de gyozas, por cierto- como si se busca algo más especial.
Y todo, como suele decirse pero en este caso con mucha razón, en un marco incomparable.
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