Internacional

Quince años de la desaparición de Madeleine con varios sospechosos, un jefe policial apartado y varios bandazos en la investigación

Faltaba poco más de una semana para que Madeleine McCann celebrara su cuarto cumpleaños cuando desapareció del apartamento de Praia da Luz (Portugal) donde disfrutaba de las vacaciones de primavera con sus padres y sus hermanos gemelos. Era el 3 de mayo de 2007. Tras una década y media repleta de bandazos en las investigaciones de uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos, las autoridades policiales han dado por muerta a la pequeña, que ahora habría superado ya la mayoría de edad, aunque sus padres todavía mantienen la esperanza de que siga con vida.

Sin rastro de ella desde que desapareció cuando dormía junto a sus hermanos y mientras sus padres cenaban con un grupo de amigos a medio centenar de metros del apartamento, el caso conmocionó a Europa. Un secuestro planificado, un robo frustrado, un alejamiento involuntario de Madeleine e incluso un accidente mortal encubierto por los padres han sido algunas de las teorías principales de la Policía, que ahora tienen a Christian Brueckner como principal sospechoso.

Señalado por la Policía en julio de 2020 como el presunto culpable, el alemán fue imputado por las autoridades alemanas a petición de la Fiscalía portuguesa hace dos semanas y ostenta ahora el estatus de "sospechoso formal". En la actualidad, se encuentra en prisión en su país, donde cumple condena por tráfico de drogas y es investigado por varias violaciones, entre ellas a una ciudadana estadounidense de 72 años y a una joven.

Primeros sospechosos

Quedaba apenas un día para que los McCann terminaran sus vacaciones en el Algarve aquel fatídico mayo cuando descubrieron que la pequeña no se encontraba en el apartamento, donde se había quedado durmiendo. Sus padres, Kate y Gerry, fueron conscientes de la ausencia de la niña en una de las comprobaciones sistemáticas realizadas mientras cenaban con un grupo de siete amigos en la terraza descubierta del restaurante de tapas del complejo vacacional Ocean's Club. "¡Madeleine no está! ¡Alguien se la ha llevado!", salió gritando la madre al constatar la desaparición.

Después de que se perdiera la pista de Maddie y que la desesperación se adueñara del matrimonio, el primer sospechoso de lo ocurrido fue un ciudadano británico residente en una casa cercana al apartamento de los McCann, Robert Murat. Algunos amigos de la pareja presentes en la cena aseguraron haberlo visto en las inmediaciones del piso poco antes de la desaparición, lo que indujo a los agentes a registrar su casa, sus coches, excavar en su jardín y drenar su piscina. No encontraron nada.

Tras él, las pesquisas se centraron en los propios padres de Madeleine. Desde junio de 2007 y durante varios meses, la Policía los investigó como supuestos responsables de lo sucedido debido a las inconsistencias en las declaraciones, en unos interrogatorios con sesiones que duraron hasta once horas. En este escenario, los investigadores llegaron a valorar la posibilidad de que la pequeña hubiera muerto en un accidente en el apartamento y Kate y Gerry hubieran ocultado el cadáver

"¡Madeleine no está! ¡Alguien se la ha llevado!"

De forma paralela, comenzaron a surgir noticias que cuestionaban el rol de los McCann como padres y los acusaban de sedar a sus hijos, de dejarlos llorar durante horas, de haberse emborrachado la noche en cuestión, de ser swingers o de haber hecho un "pacto de silencio" con sus amigos. Finalmente, las autoridades descartaron su participación. No obstante, su condición de sospechosos, así como la de Murat, no decayó hasta el 21 de julio de 2008, cuando se cerró la investigación, posteriormente reabierta.

Un investigador apartado

Más allá de estos vaivenes en las pesquisas, el caso se vio envuelto en otro tipo de sombras. Antes de cerrarlo, el 2 de octubre de 2007 el inspector jefe Gonçalo Amaral fue destituido de su cargo de coordinador de la investigación y trasladado a Faro (Portugal) tras criticar en la prensa la actuación de la Policía británica, a la que acusó de seguir solo pistas útiles para los McCann. Durante su tiempo al frente, fue uno de los principales defensores de que los padres eran los culpables. 

Las tensiones llegaron a tal nivel que decidió abandonar el Cuerpo en 2008 para escribir un libro, en el que responsabilizaba al matrimonio. Cinco lustros más tarde, el expolicía sigue convencido de que el secuestro fue simulado y defiende que "había huellas dactilares de la madre que mostraban que abrió la ventana y fueron las únicas halladas".

Reapertura de la investigación

Desde los primeros compases de la investigación, la familia McCann creó la Fundación Madeleine, concretamente el 15 de mayo de 2007, para recaudar fondos destinados a la investigación. En apenas diez meses, consiguió 1,8 millones de libras, que destinaron, al menos en parte, a contratar investigadores privados para avanzar en el caso. Sin embargo, no lograron ningún resultado significativo.

Cuando el caso llevaba casi 3 años cerrado, en mayo de 2011 Scotland Yard retomó la investigación, bajo el nombre 'Operación Granger', con un equipo de 29 agentes y ocho civiles y con Theresa May como ministra del Interior de Reino Unido. En 2013, también la Policía portuguesa reabrió las pesquisas, para lo que adujo "nuevas evidencias".

Desde entonces, las autoridades contemplaron en esencia tres escenarios: un secuestro planificado, un robo frustrado y un alejamiento involuntario de Maddie. Este último fue descartado por la madre desde un primer momento, al considerar que requería unas habilidades demasiado complejas para que la pequeña saliera sola.

Otra hipótesis era que Madeleine hubiera sorprendido a un ladrón mientras intentaba robar en el apartamento donde se encontraba, y este hubiera acabado con ella. Entre enero y mayo de 2007, se habían cuadruplicado los robos locales, incluidos dos en el bloque de los McCann en los 17 días anteriores a la desaparición, en los que los intrusos habían entrado por las ventanas, la misma vía teóricamente utilizada para sacar a la pequeña. Así lo explico a la BBC el inspector jefe Andy Redwood.

Además, Scotland Yard requirió información en marzo de 2014 sobre un hombre que había entrado en casas de vacaciones ocupadas por familias británicas en cuatro incidentes en la región occidental del Algarve entre 2004 y 2006, dos de ellos en Praia da Luz. En esas ocasiones había agredido sexualmente a cinco niñas, de entre 7 y 10 años, en sus camas.

A lo largo de estos quince años, la Policía ha tenido en el punto de mira a diferentes sospechosos y ha llevado a cabo distintos interrogatorios. Así, tomó declaración a ciudadanos de diversas nacionalidades residentes en la zona o presentes en el momento de la desaparición y a extrabajadores del complejo Ocean's Club. También valoró a algunos pedófilos fichados como posibles autores y uno de ellos, Raymond Hewlett, incluso afirmó saber lo que le había ocurrido a Madeleine y dio una muestra de su ADN, aunque después se retractó de lo dicho. Todo ello, pistas que no condujeron a nada y alimentaron el misterio.

Christian Brueckner, el sospechoso actual

En mayo de 2019 trascendió que la Policía estaba investigando a un pedófilo sospechoso del secuestro de Madeleine y casi un año después, en julio de 2020, se le puso nombre: Christian Brueckner. Se trata de un ciudadano alemán que cumple condena por tráfico de drogas en su país y es investigado por varias violaciones, entre ellas a una ciudadana estadounidense de 72 años y a una joven.

Las sospechas contra Brueckner, de 45 años, ganaron peso tras ser extraditado desde Portugal a Alemania en 2017 acusado de abuso sexual a menores en Grecia. Tras cumplir la mitad de su condena, abandonó su país, pero volvió a ser repatriado, esta vez desde Italia, por otro caso relacionado con las drogas y por el que ahora está en prisión. Las dos violaciones por las que ya se le investiga son la de una septuagenaria estadounidense en Praia da Luz -el mismo lugar donde desapareció Madeleine- y la de una irlandesa en Portugal en 2004.

El sospechoso residió de forma regular en el Algarve entre 1995 y 2007 con breves temporadas en Alemania. Concretamente se le vincula con dos casas en el sur de Portugal en esta época: una entre Lagos y Praia da Luz (donde se halla el complejo residencial donde desapareció Madeleine) y otra tierra adentro. La Policía cree que, tras pasar por estos dos lugares, pudo cambiar su domicilio a una furgoneta blanca, ahora investigada, donde vivió "días, posiblemente semanas".

La investigación de sus movimientos demostró, por el rastro de su teléfono móvil, que se encontraba cerca del complejo de vacaciones donde se hospedaban los McCann la noche en que Maddie fue secuestrada. Además, de acuerdo con documentos de la investigación a los que ha tenido acceso el semanario Der Spiegel, en septiembre de 2013 el sospechoso le escribió a un conocido por un servicio de mensajería de chat que sentía el deseo de "cazar algo pequeño y utilizarlo durante días".

Con antecedentes por abusos sexuales, agresiones físicas, robos y delitos menores, Brueckner fue imputado el pasado 22 de abril por las autoridades alemanas, a petición de la Fiscalía portuguesa. Este movimiento se produjo a pocos días de que venciera el límite de 15 años que la Justicia lusa comprende para interponer acciones legales en este tipo de casos. La Policía afirma que el sospechoso no ha proporcionado todavía una coartada, pero cree que está "jugando con ellos", puesto que este sí ha negado en un documental para la televisión estadounidense que se encontrara en las proximidades del resort.

Con esta noticia en vísperas del estreno del documental Madeleine McCann: principal sospechoso, los padres han celebrado los "progresos" en las pesquisas:"Aunque la posibilidad pueda ser pequeña, no hemos perdido la esperanza de que Madeleine todavía esté viva".

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