Internacional

Nuevo ataque ruso mortal en una escuela refugio en el Donbás previo a un Día de la Victoria con poco que celebrar

El ensayo general del Día de la Victoria en Moscú.
EFE

Todos los países cuentan con un hecho histórico que les ayuda a afianzar su unidad como Estado y ensalzar las heroicidades de su pueblo. En Rusia, cada nueve de mayo se engalana su capital para su día grande, el desfile del Día de la Victoria, que conmemora el aniversario de la victoria soviética frente a la Alemania nazi. En esta ocasión, se produce en medio de la invasión rusa de Ucrania, que dos meses y medio después no ha conseguido los objetivos que se planteaba el Kremlin. No obstante, las batallas continúan, y este sábado un ataque ruso sobre un colegio refugio en Lugansk ha dejado a cerca de sesenta personas bajo los escombros, a las que Ucrania da ya por muertas.

El gobernador civil-militar de la región de Lugansk, Serhii Haidai, ha explicado que el bombardeo ruso provocó en la tarde del sábado un incendio en el centro educativo y en la Casa de la Cultura de la localidad. Las llamas fueron extinguidas cuatro horas después del bombardeo y fue en ese momento cuando se descubrieron dos cuerpos entre los escombros, por ahora los únicos confirmados. Otras 30 personas fueron sacadas de los restos del edificio, siete de ellas heridas. En el lugar se refugiaban cerca de 90 civiles.

"Lo más probable es que la totalidad de las 60 personas que están bajo los escombros del edificio hayan fallecido. No puede matar a soldados, sino que mata a niños inocentes", ha reconocido Haidai, que ha añadido que "estas son las auténticas atrocidades del 'mundo ruso': bombardeos sobre una escuela con un refugio antiaéreo, el asesinato de niños".

Rusia se centra en el Donbás tras la retirada de Kiev

El ataque a Lugansk se suma a los producidos en varias zonas del país en los últimos días, en especial en la acería de Azovstal, donde se encuentran atrincherados cientos de soldados ucranianos (muchos de ellos del batallón neonazi Azov) que tratan de resistir ante la inevitable conquista de Mariúpol por parte de las tropas rusas. La toma de esta ciudad ha sido junto con la región de Jersón y algunas zonas del Donbás, las pocas alegrías que ha tenido Moscú en el campo de batalla.

La ofensiva inicial de Rusia se produjo por varios flancos del país y, según la inteligencia de varios países y expertos militares, se esperaba que se produjera de forma relámpago; debido a como se movía la logística, el número de soldados rusos y el tipo de ataques. Sin embargo, más de diez semanas después, la guerra sigue activa y el avance del conflicto ha obligado al Ejército ruso a replantear su estrategia.

El 29 de marzo, tras la última ronda de negociaciones que se realizó de manera presencial, Rusia se replegó de buena parte del norte de Ucrania, dando marcha atrás a la ofensiva por tomar la capital ucraniana. Este frente, que era hasta entonces uno de los más activos, tuvo serios problemas desde el principio, donde el estancamiento de una kilométrica caravana de militares rusos frenó el avance en el frente. Pese a la bajas de soldados y al coste que supuso aquella operación, la retirada fue vendida mediáticamente por el Kremlin como parte de la estrategia inicial. Desde ese momento aseguraron que se centrarían en la región del Este, en el Donbás, donde a diario se producen bombardeos y enfrentamientos entre ambos ejércitos.

El apoyo ruso a las autoproclamadas republicas de Donetsk y Lugansk es ahora el centro de los combates. Las negociaciones, que a finales de marzo parecían avanzar hacia un principio de entendimiento, se toparon con un bloqueo total tras el descubrimiento de la matanza de Bucha. Hoy Kiev ha vuelto a tener vida, aunque la guerra parece encaminarse hacía la cronificación de la guerra en el este y el sur del país.

Sanciones económicas

El alargamiento de este conflicto no solo afectaría a Ucrania y a la situación humanitaria que allí se vive, sino que a medio plazo Rusia podría ver como su economía tiene que hacer malabares para resistir a las sanciones. Bloqueo de las reservas del Banco Central Ruso, congelamiento de activos de Putin, sus familiares, políticos y oligarcas, restricciones en algunas exportaciones, restricción a mercados financieros, desconexión de varios bancos rusos del sistema SWIFT... Estas son solo algunas de las decenas de sanciones con las que cuenta la Federación rusa, que se ha convertido ya en el país más sancionado del planeta.

Muchas de estas sanciones han sido aprobadas por Europa, que en los primeros impases de la guerra parecía haber recuperado la unión perdida en los últimos años. No obstante, no ha sido todo cohesión en el frente diplomático europeo para plantar cara a Putin. El embargo al carbón, petróleo y gas asestarían un duro golpe a la economía rusa, pero también ha sido el gran escollo que salvar en el seno de la UE; ya que de la energía rusa depende el continente en general y varios países del centro de Europa en particular.  

Según los últimos datos de Eurostat, la UE importa un 26,9% del petróleo desde Rusia y el 46,7% del carbón. En ambos casos es el 'socio' principal del bloque comunitario. No cambia la cosa tampoco con el gas natural, del cual la Unión recibe de Moscú un 45,3%. 

Por el momento, únicamente el Carbón ha recibido el apoyo necesario para ser vetado por los países europeos. El siguiente paso era el petróleo, que se esperaba embargar esta misma semana, pero Hungría, Eslovaquia y Republica Checa han frenado el que sería el sexto paquete de sanciones contra Rusia.

Tras reunirse durante varios días de esta semana, los Veintisiete han confirmado este domingo que no se ha llegado a un acuerdo y que seguirán negociando durante la semana próxima para intentar lograr la unanimidad necesaria. Durante las reuniones ha quedado constancia de que Hungría (país afín a Putin) mantiene reservas a la medida y reclama "más garantías" sobre el suministro alternativo. Además, los tres países que no apoyan la medida piden más tiempo para desconectarse del crudo ruso.

En el mismo sentido se han pronunciado este domingo los líderes del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), que se han comprometido en una reunión telemática, a la que también ha asistido Zelenski, prohibir las importaciones de petróleo ruso.

Si finalmente sale adelante esta medida, el último paso en esta escalada de sanciones sería el gas, del que Rusia es el máximo exportador mundial. Aunque por el momento las sanciones no han conseguido lo que buscaban, que era hacer caer la económica rusa para obligarle a terminar la guerra, el veto a las energías podría acelerar su deterioro. Rusia buscará salvar su economía exportando a otros lugares y virar su economía hacía otros mercados, el asiático por ejemplo. No obstante, esa reestructuración puede llevar su tiempo, algo con lo que no cuenta Moscú.

Este lunes Rusia festejará en sus calles uno de los grandes hitos del pasado reciente europeo. Sin embargo, se producirá en medio de uno de los momentos más negros del Viejo Continente. El Gobierno de Putin homenajeará al pasado en el Día de la Victoria; lo que no está tan claro es que, mirando al futuro, tenga algo que celebrar.

Redactor '20minutos'

Redactor de Internacional, Exteriores y Defensa. Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Múndo Árabe e Islámico por la Universidad de Barcelona. En 20minutos desde diciembre de 2020. Escribo sobre conflictos armados, derechos humanos y geopolítica.

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