La Unión Europea, armada ante la amenaza de Reino Unido de revocar unilateralmente el protocolo de Irlanda del Norte

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson
Imagen de archivo del primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson.
Europa Press
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson

La confrontación entre Reino Unido y la Unión Europea vive un nuevo episodio, en esta ocasión a cuenta del protocolo que establece un estatus especial para Irlanda del Norte y mantiene a dicho territorio dentro del mercado común, acuerdo que el Gobierno británico amenaza con revocar unilateralmente. Los negociadores de ambas partes han hablado este jueves en una conversación telefónica entre la ministra de Exteriores británica, Liz Truss, y el vicepresidente del a CE encargado del Brexit, Maros Sefcovic, que no ha hecho más que confirmar sus posturas, radicalmente opuestas.

Mientras que para Londres el protocolo “está socavando la estabilidad en la provincia” y el Gobierno de Johnson trabaja ya en un proyecto legislativo que permita anular partes del protocolo -los controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda y las normas de calidad europeas vigentes en Irlanda del Norte-, Bruselas ha avisado de que “solo las soluciones conjuntas funcionarán” y de que “la acción unilateral, que de hecho deja de aplicar un acuerdo internacional como el protocolo, simplemente no es aceptable”.

Aunque Antonio Diaz, profesor de Derecho Internacional Comunitario de la Universidad Pontificia Comillas (ICADE), recalca que lo deseable es llegar a una solución negociada, el experto deja claro cuáles son los instrumentos que la Unión Europea podría poner en marcha en caso de que Reino Unido incumpliera finalmente el acuerdo internacional: “la Unión Europea puede adoptar tres medidas, pero es lo último que quiere hacer. Lo primero sería activar el proceso legal que se inició en su momento cuando el Gobierno de Johnson intentó hacer pasar una ley de mercado interior que contravenía el protocolo de Irlanda y que la Unión Europea suspendió posteriormente cuando la norma se descafeinó; lo segundo sería elevar los aranceles frente a Reino Unido, es decir, entrar en una guerra comercial, y, por último, una medida extrema sería la suspensión del acuerdo de retirada de Reino Unido, lo cual nos pondría en una situación muy peliaguda para ambas partes”.

“No creo que se vaya a llegar a eso, pero son las medidas con las cuales se puede amenazar en una negociación por parte de la Unión Europea”, indica. Y es que las soluciones negociadas han fallado hasta el momentos. “La Unión Europea está intentando negociar, ha llegado a ofrecer una reducción incluso del 80% de los aranceles. Lo que ocurre es que parece que esto no es suficiente. No estamos ante un tema técnico de más o menos aranceles, sino que es más bien una cuestión de calado político y de posicionamiento de Johnson de cara a la población y a los unionistas y conservadores”, explica Diaz.

Ernesto Pascual, profesor colaborador de los Estudios de Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), señala que “lo que realmente facilitaría una salida es que se firmase un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Reino Unido y que ese tratado fuera lo más amplio posible”. “Aún así, siempre debería existir algún tipo de control, de frontera física”, añade. En ese sentido, Boris Johnson ha planteado la posibilidad de poner en marcha un sistema informático que permita controlar toda la mercancía que entren y salgan por Irlanda del Norte, pero sin crear una frontera dura. “Es un sistema que ha propuesto, pero ni sabemos cómo funcionaría ni está implementado. Suena un poco a justificación” apunta Pascual.

En cualquier caso, la respuesta de la Unión Europea dependerá de los movimientos que haga Reino Unido y de las artimañas legales que invoque para dejar de aplicar parte del protocolo o, en su lugar, romperlo por completo. La abogada principal del Gobierno británico, Suella Braverman, aboga por una vía legal que suspenda temporalmente algunas disposiciones del pacto amparándose en el art. 16, que permite la suspensión unilateral del protocolo cuando surjan “graves dificultades económicas, sociales o medioambientales”.

“Braverman considera que se trata de una cuestión esencial para el Reino Unido, que da preferencia al Acuerdo del Viernes Santo, porque el protocolo está provocando problemas internos en la propia circulación de mercancías”, expone Diaz. “Desde el punto de vista de la Unión Europea, una cosa es que alegues una clausula de salvaguardia en determinadas condiciones, durante un periodo y bien justificada y otra cosa es una retirada unilateral por parte de Reino Unido de un compromiso que no deja de ser un acuerdo internacional, matiza.

Un acuerdo insatisfactorio

Aunque la tensión entre ambas partes es más que evidente, no es la primera vez que la frontera de Irlanda del Norte levanta ampollas entre Reino Unido y la Unión Europea. De hecho, este fue uno de los principales escollos en las negociaciones para la salida del entonces Estado miembro. “Es un problema que viene del Brexit, el Gobierno británico pretende con esto recuperar la soberanía y el apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte, que se ven abandonados tras la salida de la Unión Europea”, explica Pascual.

El Acuerdo de Retirada entre la Unión Europea y Reino Unido zanjó la cuestión con un anexo en el que se otorga un estatus especial a Irlanda del Norte, que se mantiene bajo la unión aduanera y el mercado común europeo. De este modo, se dibujaba una frontera invisible entre Irlanda, Estado miembro de la Unión Europea, y la región británica que evitaba resurgir antiguas tensiones por la división de la isla y respetaba el espíritu del Acuerdo del Viernes Santo, acuerdo de paz que puso fin en 1998 al conflicto norirlandés, una disputa armada que enfrentó durante 30 años a unionistas, defensores de preservar los lazos con el Reino Unido, y republicanos, partidarios de la integración del territorio en la República de Irlanda.

“En el Acuerdo del Viernes Santo se dijo que no se establecería nunca más una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. Mientras Reino Unido estuvo dentro de la Unión Europea no hubo problema con este punto, porque había libre circulación”, señala Pascual. Sin embargo, el Brexit complicó el cumplimiento del acuerdo de paz. “Establecer una frontera dura, fijando la frontera terrestre entre Reino Unido y la Unión Europea en la isla de Irlanda, tiraba por tierra el Acuerdo del Viernes Santo y, por lo tanto, podía crear una situación de violencia”, añade.

Fue por este motivo por el que se firmó finalmente el protocolo de Irlanda del Norte en los términos antes señalados. “Se llegó a la solución de armonizar bajo las normas de la Unión Europea esa zona, de tal manera que Irlanda del Norte quedara incorporado a las normas europeas en determinadas cuestiones como el código aduanero, que se aplica a todas las mercancías que entren y salgan de Irlanda del Norte, con una serie de inspecciones y controles necesarios”, explica Diaz.

Sin embargo, el acuerdo no contentó a todas las partes y el asunto colea desde entonces. “Los unionistas se sintieron abandonados por el Gobierno conservador de Theresa May y dejaron de apoyarlo. Los miembros más ultras de los conservadores británicos también consideraron que eso era ceder a la Unión Europea la soberanía de Irlanda del Norte y que, por lo tanto, no era un acuerdo satisfactorio”, recuerda Pascual, quien también señala que, pese a todo, “Theresa May lo firmo y ahora Boris Johnson está intentando revocarlo”.

Bloqueo político

El protocolo de Irlanda del Norte ha vuelto a ponerse sobre la mesa justamente después de las elecciones autonómicas que se celebraron en Irlanda del Norte el pasado domingo. Tras la victoria del Sinn Féin, el Partido Unionista Democrático (DUP), que obtuvo 25 escaños y se situó como segunda lista más votada, ha avisado de que bloqueará la formación de un nuevo Gobierno compartido, extremo que también impone el acuerdo de paz de 1998, hasta que no se aborde el asunto del protocolo.

“Otra de las cláusulas del Acuerdo de Viernes Santo es que los Gobiernos son compartidos. Con la victoria del Sinn Féin, el Partido Unionista ha dicho que ellos no entrarán en el Gobierno hasta que no se resuelva el asunto, con lo cual habría un cierre las instituciones norirlandesas”, explica Pascual. Ante este bloque, el Gobierno de Johnson ha amenazado a la Unión Europea con revocar unilateralmente el protocolo si esta no cede a su reivindicación de suprimir los aranceles entre Gran Bretaña y la isla de Irlanda y eliminar consecuentemente los controles del Tribunal de Justicia de la Unión Europea a tal efecto.

El profesor de la UOC considera que la ruptura del pacto por parte de Reino Unido sería “un salto al vacío”, más si cabe teniendo en cuenta los problemas a los que Occidente se enfrenta en el flanco este de la Unión Europea con motivo de la guerra de Ucrania. “El propio Biden ha pedido directamente a Reino Unido y a la Unión Europea que sean conscientes del momento en el que estamos”, recuerda en ese sentido Pascual, quien también añade que “la lógica interna del Partido Conservador en estos momentos es desconocida, nadie pensaba en el Brexit realmente y se produjo”.

Diaz señala que las referencias veladas que el príncipe Carlos leyó en el Discurso de la Reina el pasado martes apuntan a que el Gobierno de Johnson va en serio en sus amenazas contra la Unión Europea. “Mi Gobierno dará prioridad al apoyo del Acuerdo de Viernes Santo y a las instituciones que puso en marcha. Ese apoyo incluirá legislación para responder al legado del pasado”, rezaba el tradicional discurso, redactado por el Ejecutivo británico. Farol o no, las posiciones de ambas partes están claras, lo que no está tan claro es que vayan a alcanzar un acuerdo.

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