La transformación de Nadia Calviño: de una erudita de la economía a un referente del feminismo

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño.
La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño.
EUROPA PRESS
La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño.

"Es un tema que nos tenemos que tomar en serio. No podemos invisibilizar al 50% de la población". Este fue el alegato feminista que lanzó esta semana la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, un argumento que da buena cuenta de la transformación de la también ministra de Asuntos Económicos. No porque antes no fuera feminista, pues ella se dice comprometida con el feminismo desde hace ya años y así lo corroboran sus discursos, sino por el empeño que muestra desde hace unos meses por visibilizar una causa de la que el Ejecutivo de coalición hace bandera.

El alegato fue explicado por Calviño al ser preguntada en una entrevista por su decisión de no posar para una fotografía en la que, aparte de ella, sólo había hombres. Cumplía así una promesa que había lanzado el pasado febrero, cuando ya advirtió de que no volvería a “hacerse una foto” o a “participar en un debate” en el que fuera "la única mujer”. "Son muchos los eventos en los que soy la única mujer porque soy la ministra”, lamentó, añadiendo, como ha hecho ahora, de que es necesario tomarse este asunto "muy en serio".

Momento en el que la vicepresidenta Nadia Calviño rehúsa posar para una fotografía en un foro por ser la única mujer
Momento en el que la vicepresidenta Nadia Calviño rehúsa posar para una fotografía en un foro por ser la única mujer
EFE

Calviño forma parte del Gobierno desde junio de 2018. Pedro Sánchez confió en ella para pilotar la política económica de España por su alta cualificación y su amplia experiencia en este ámbito dentro de organismos europeos, pero su perfil se ha ajustado desde siempre al de experta, al margen de discusiones puramente partidistas -no pertenece al PSOE-. Una tecnócrata alejada de las luchas más puramente ideológicas. Una rara avis dentro de un Gobierno en coalición con Unidas Podemos.

Su papel en los primeros años del Ejecutivo, de hecho, fue ese. Como guardiana de las políticas económicas, era la que iba poniendo los límites a medidas sociales de los ministerios, con lo que se ganó una fama de mujer estricta e inflexible que aún mantiene. Sus posiciones ortodoxas llegaron a generar recelos no sólo en el ala morada del Gobierno, sino también entre las propias filas socialistas.

De tecnócrata a política

Pero en los últimos meses, se percibe un cierto cambio de tono tanto en las intervenciones como en los gestos de la vicepresidenta primera para, sin dejar de ser la directora de los designios económicos del país, sí ofrecer una imagen más amable que suavice la severidad que se le había atribuido. Se podría decir que ha pasado de la tecnocracia más estoica a ser política.

Hubo un antes y un después el pasado otoño, cuando Calviño, miembro del Gobierno como independiente y sin escaño ni carnet del PSOE, intervino en el Congreso Federal de los socialistas, participando así del giro estratégico que Sánchez había dado unos meses antes al Gobierno, al volver a fusionar Ejecutivo y PSOE. En aquel cónclave, ofreció un discurso en el que se dijo "emocionada" por asistir y se reivindicó como persona que había crecido en una “familia socialista”.

Este año ha sido la confirmación de que la vicepresidenta se preocupa por dar una imagen más alejada de la postura inflexible que se le achaca. Aunque su discurso reivindicando la lucha feminista no es en absoluto nuevo, sí se está esforzando por que el gran público la reconozca también por ello. 

"Hemos marcado la diferencia"

"Estas áreas de trabajo, en mi opinión, están absolutamente dominadas por hombres. Tanto la política de competencia como la regulación financiera son dos áreas, diciéndolo de manera simple, muy testosterónicas". Son palabras de la propia Calviño a los pocos días de estrenar su cargo de ministra de Economía, durante un foro económico en Bruselas. "Hay agresividad, negociación, hay lucha de poder, es bastante exigente y estresante, y puedo decir que las mujeres hemos marcado la diferencia estando allí. No era la única, pero éramos muy pocas y realmente creo que hemos marcado la diferencia y marcamos la diferencia allí dónde estamos", afirmó.

No fueron sus únicas críticas al machismo en ciertos sectores y ella misma se alegró de estar en un Ejecutivo que apuesta por una "agenda modernizadora, feminista y europea" -tal y como dijo en su toma de posesión-, pero su labor en el Gobierno como ministra de Economía fue imponiendo la otra imagen, la de tecnócrata que iba dejando claros los límites a los demás ministros.

Desde hace unos meses, la vicepresidenta primera ha redoblado los esfuerzos por quitarse el sambenito de gestora ortodoxa y uno de los medios ha sido incidir más en el discurso feminista. Poco después de anunciar que no posaría en fotos o participaría en debates donde fuera la única mujer, aprovechó otra entrevista para destacar que no hay que "bajar la guardia” ante los retos que siguen existiendo.

Incluso, en algunas de sus intervenciones ha llegado a tirar de experiencia personal para criticar actitudes machistas. Foros internacionales, organismos europeos, el mundo de la economía... son ámbitos que ella conoce bien y donde ha desarrollado toda su experiencia profesional. Y lo que allí ha visto, según la ministra, es que "es un clásico" que a las mujeres no las "traten de la misma manera". Por eso, siempre insiste: aún queda mucho por hacer. 

En la misma semana en que Calviño no se ha querido hacerse una foto en la que era la única mujer, otro debate en el seno del Gobierno ha saltado a la opinión pública y tiene que ver también con la lucha feminista. La baja laboral por menstruaciones dolorosas que plantea la nueva ley del aborto ha generado cierta discusión entre las dos sensibilidades del Ejecutivo, pero no tanto por una cuestión de aplicación, sino por una reflexión más puramente ideológica: mientras en el Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero se defendía la medida sin paliativos, el ala socialista tenía dudas acerca de si una política así en la que se da una consideración especial a la regla es realmente útil para la lucha feminista. 

Esta última consideración fue planteada por ministras del ala socialista del Gobierno, incluida Calviño, que se expresó así: "Permítanme que se lo repita con toda claridad, este Gobierno cree y está absolutamente comprometido con la igualdad de género y nunca vamos a adoptar medidas que puedan resultar en una estigmatización de las mujeres". Finalmente, las bajas laborales por menstruaciones dolorosas serán una realidad.

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