Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

La Cataluña irrelevante

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
Europa Press
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

La primera visita que hizo Pere Aragonès tras ser elegido presidente de la Generalitat hace un año fue para rendir pleitesía a Carles Puigdemont en Waterloo. No pudo aprovechar su viaje para reunirse con nadie de la Unión Europea. Desde que Artur Mas lanzó el procés en 2012, los dirigentes independentistas de la Generalitat tienen la puerta cerrada en el edificio de Berlaymont, sede de la Comisión. La semana pasada, Aragonès, que ha prometido retomar la interlocución con las instituciones comunitarias, volvió a visitar a Puigdemont, pero tampoco le recibió ningún comisario. Aprovechó para reunirse con algunos eurodiputados y con la paradiplomacia catalana en Bruselas, pero con nadie más. Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que presidentes catalanes, sobre todo Jordi Pujol, pero también Pasqual Maragall, lograban que los dirigentes europeos les dedicaran su atención. Cataluña ha pasado de ser considerada una región motora de Europa, a un foco de inestabilidad con el procés y, ahora mismo, es irrelevante.

Cataluña ha pasado de ser considerada una región motora, a un foco de inestabilidad 

Aunque la propaganda de Aragonès afirma que gobierna para Cataluña entera, un repaso a su agenda muestra que con quien más se ha visto en este primer año no es con agentes económicos o sociales, sino con las entidades independentistas, sobre todo con Òmnium Cultural, casi siempre a propósito de la cuestión lingüística. En el conflicto sobre la exigencia de que en la escuela se enseñe un mínimo del 25% en castellano, el Govern no ha intentado nunca dialogar con quien lleva años impulsando esa demanda, la Asamblea por una Escuela Bilingüe. El presidente republicano no ha hecho ningún esfuerzo por ser el presidente de todos, seguramente porque suficiente trabajo tiene con lidiar con las tensiones provocadas en el Ejecutivo por Junts, y con el condicionante de no ser el líder natural de ERC. Oriol Junqueras es quien decide la estrategia de los republicanos, y Aragonès hace de gestor, puntual y aplicado.

Logró apuntarse el cese de la directora del CNI, pero no el encuentro con Sánchez

A menos de un año de las municipales, la mesa de diálogo con el Gobierno ni tan siquiera se reúne porque ambos saben que no hay negociación posible sobre los objetivos del secesionismo. Fue un juguete para justificar el apoyo a Pedro Sánchez, casi siempre parcial. ERC nunca ha sido un socio fiable. Con las crisis del espionaje hace unas semanas, Aragonès declaró rota la confianza, exigió dimisiones y una reunión urgente con el presidente del Gobierno, que sigue sin producirse ni agendarse. Curiosamente, logró apuntarse el cese de la directora del CNI (el fungible que también pedía Unidas Podemos), pero no el encuentro con Sánchez. Puede que en la Moncloa se hayan dado cuenta ya de que los republicanos son actores tan molestos como voluntariamente irrelevantes. 

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