Sergio García Torres / Ruth Manzanares
OPINIÓN

La Ley de Protección Animal, una oportunidad para la protección de los animales y la biodiversidad

Merlín, un gato de tres años que busca un hogar. Si estás interesado en adoptarle, contacta con adopciones@madridfelina.com.
Merlín, un gato de tres años que busca un hogar. Si estás interesado en adoptarle, contacta con adopciones@madridfelina.com.
CEDIDA
Merlín, un gato de tres años que busca un hogar. Si estás interesado en adoptarle, contacta con adopciones@madridfelina.com.

Los gatos llevan con nosotros más de 10.000 años, una parte de ellos viviendo en nuestras casas y nuestros entornos, y otra parte, debido al abandono y la cría incontrolada, en colonias felinas, vinculadas siempre a la actividad humana.

El proyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales pone sobre la mesa la necesidad de abordar esta realidad, planteando una doble estrategia de trazabilidad y esterilización. Actualmente, no hay una obligatoriedad de esterilizar o identificar a los gatos a nivel nacional, siendo el abandono y la cría incontrolada uno de los principales impedimentos para que las colonias felinas dejen de crecer, debido al aporte continuo de nuevos individuos. Tampoco podemos descartar la influencia y gran afluencia de gatos con hogar que salen al exterior de forma habitual e incrementan, de forma temporal o por contribución reproductiva, el número de gatos en las colonias. 

Desde hace varias semanas, han surgido diferentes publicaciones sesgadas con el objetivo de generar una corriente de opinión que denuncia el especial impacto de estos gatos en la biodiversidad. Para ello, extrapolan estudios de ecosistemas con características muy diferentes a las que tenemos en nuestro territorio nacional, y distorsionan la interpretación de los datos que ofrecen. Además, la mayor parte de estos estudios arrojan información sobre gatos con propietario que salen de forma habitual del hogar, y no de gatos libres que depredan en un sistema de necesidad y riesgo, por lo que la conclusión de los datos puede no ser la adecuada.

No obstante, los gatos depredan de forma innata, por eso es de especial importancia destacar que algunos aspectos fundamentales de la gestión de poblaciones felinas planteados en el anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales, pueden reducir la depredación de estos felinos y su población en las calles.

La alimentación voluntaria de los gatos no elimina sus innatismos depredadores, pero sí los reduce de forma significativa, especialmente cuando se realiza con piensos ricos en arginina, taurina y tiamina, herramienta que puede usarse de forma eficiente para limitar la depredación en entornos sensibles. La supervivencia ya no depende de la efectividad en la caza, y eso también reduce el comportamiento depredador.

La esterilización también reduce enormemente el tamaño de los territorios donde viven los gatos, evitando poner en riesgo a un mayor número de poblaciones de presas potenciales, especialmente en el caso de los machos. Las hembras, al no gestar y parir, reducen sus necesidades alimenticias en un porcentaje nada despreciable.

Finalmente, en situaciones donde el impacto sea real, la propia gestión de colonias ha desarrollado estrategias respetuosas con la naturaleza de los gatos en libertad que pueden aplicarse si hay una colaboración honesta y verdadera entre diferentes colectivos y administraciones. Los desplazamientos de colonias u otras medidas que respeten su naturaleza y disminuyan su posible impacto, o reduzcan los riesgos a los que están expuestos, se utilizan habitualmente por gestores de colonias experimentados.

Entonces, ¿por qué no se quieren gestionar las poblaciones felinas? Actualmente, los ayuntamientos están destinando recursos en sus presupuestos para la implantación, desarrollo y mantenimiento de programas CER (Captura-Esterilización y Retorno), intentando dar una vida más digna a estos gatos, mientras mantienen un control sanitario y un firme objetivo de reducción poblacional. Más de 400 ayuntamientos en España han comenzado a implantar este tipo de programas, desde las ciudades de mayor población a nivel nacional, como Barcelona, Madrid, Valencia o Córdoba, hasta las localidades más pequeñas, que entienden que la solución más efectiva, humanitaria y socialmente aceptada, debe estar basada en un control ético de las poblaciones felinas que habitan en las calles.

Desde la Dirección General de Derechos de los Animales recibimos de forma continua solicitudes de información y ayuda de las administraciones locales para gestionar el creciente problema de las poblaciones felinas, y vemos como realizan enormes esfuerzos de gestión e inversión económica para abordar el problema. Sin un apoyo estatal y una estrategia global, todos sus esfuerzos pueden resultar inútiles a largo plazo, condenando a los ayuntamientos a la indefensión más absoluta, al no poder impulsar desde sus competencias, medidas tan necesarias como la esterilización e identificación obligatoria de todos los gatos.

Como Administración Pública de primera línea, los ayuntamientos son plenamente conscientes de los requerimientos de sus ciudadanos y de la problemática asociada, pero también, afortunadamente, de la naturaleza mayoritariamente no socializada del gato en libertad, así como de la saturación de gatos que sí son aptos para la adopción en los centros de protección públicos y privados. Muchos ayuntamientos han pasado años exterminando gatos sin resultados visibles, condenándolos a una muerte segura en sus instalaciones. Ahora han decidido dar un giro en sus políticas públicas y optar por estrategias globales, basadas en la ciencia y con apoyo ciudadano. 

Muchas comunidades autónomas han incluido la gestión mediante CER (captura-esterilización y retorno) de poblaciones felinas en sus leyes autonómicas sin encontrar resistencia de los que ahora se llevan las manos a la cabeza. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué hay esa negativa a programas propuestos a nivel estatal cuando ya se está haciendo de forma local y con buenos resultados? ¿Por qué hay miedo a hacer algo que reduzca las poblaciones felinas en libertad de forma global y eficiente? Si todos queremos que no haya gatos en la calle, tenemos que tener clara la oportunidad que supone el anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales a la hora de plantear una gestión global que nos lleve a ese objetivo y buscar, desde la honestidad y el diálogo, la mejor forma de conseguir el reto compartido por todos y todas.

Reducir el número de gatos en la calle mediante soluciones éticas, basadas en experiencias que ya están funcionando en nuestro país. Por mucho que se intente criminalizar a esta especie, nuestra sociedad demuestra cada día que quiere convivir con estos animales, desterrando para siempre su exterminio. 

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